EL PAíS › COMO ES LA PROPUESTA DE MEDIACION DEL GOBIERNO AL MENEMISMO
Para coparticipar los símbolos
Operadores del duhaldismo dialogan con hombres de confianza del ex presidente y buscan urdir un acuerdo para que todos puedan usar la simbología peronista. Los menemistas por ahora niegan que haya consenso pero no cortan el diálogo.
Por Diego Schurman
El Gobierno ofreció al menemismo y al adolfismo realizar una presentación conjunta ante la Justicia para legalizar la utilización de la simbología peronista en más de una boleta. Más allá de la viabilidad del trámite -de hecho hay una medida cautelar de María Servini de Cubría cuestionando esa modalidad–, la sola propuesta confirma lo que el duhaldismo venía anunciando: la puesta en marcha de la “mediación política” para evitar la fractura formal del PJ.
Como suele ocurrir en política, los hechos contrastaron con los dichos.
A lo largo de la jornada hubo numerosas voces alertando sobre una “fractura técnica”. Allí se alistaron desde el secretario general de la Presidencia, José Pampuro, hasta el gobernador de La Pampa, Rubén Marín.
El difícil escenario que presentaron duhaldistas y menemistas se conoció tras el congreso partidario del viernes, que impuso los deseos del oficialismo de anular las internas y reemplazarlas por un sistema de “neolemas”. En buen romance: se habilitó a que todos los candidatos del PJ se presenten por separado en las generales y sin sumar sus votos.
Si bien el menemismo aún tiene expectativas en la Justicia, donde aguarda un fallo que obligue a realizar internas en el PJ, no cerró los oídos a la propuesta oficial. Y no por cortesía sino por temor a que, como ya admiten públicamente, exista una maniobra del duhaldismo para prorrogar las generales del 27 de abril.
Por eso ayer cerca de Menem no dudaron en levantar el teléfono para escuchar la oferta de la Casa Rosada. Al ex presidente le será difícil acceder políticamente a lo que ya rechazó judicialmente. Pero, como él mismo dice, la política es el arte de lo posible. ¿Será posible hacer caso a los deseos de Eduardo Duhalde de buscar una manera elegante de desactivar la embestida judicial menemista? Nadie lo sabe, pero la pregunta del operador duhaldista fue real y llegó a los oídos de un hombre que suele acompañar a sol y sombra a Menem. Quedaron en volver a hablar la próxima semana.
Ese mismo operador duhaldista, en cambio, tuvo una respuesta inmediata y positiva de parte del representante de Adolfo Rodríguez Saá. Al puntano le vendría como anillo al dedo llevar la cara de Perón y Evita en la fórmula. Pero, si el acuerdo se frustrara, tiene un plan B: presentarse como candidato de su Movimiento Nacional y Popular, que ya se legalizó ante la Justicia.
La “mediación política” que tanto pregonó Pampuro el fin de semana y que ayer se puso en práctica consiste en que las tres boletas lleven un nombre de fantasía con un denominador común y otro complementario y distintivo, una metodología de dudosa legalidad si se tiene en cuenta el sistema electoral argentino.
Así, habría un “justicialismo auténtico”, un “justicialismo federal” y un “justicialismo renovador” que definirían las listas de Menem, Rodríguez Saá y Néstor Kirchner. La creatividad tendrá que ponerse a prueba si finalmente José Octavio Bordón, Ramón Puerta y Rubén Manusovich deciden presentarse.
Si bien muchos minimizan el peso de la simbología peronista, catalogándola como “sello de goma”, la realidad indica que su incidencia existe y que, ya sea por tradición o desconocimiento, muchísima gente toma la boleta que dice PJ a la hora de votar.
“Hoy por hoy, pese a la aguda crisis política y después del `que se vayan todos`, tenemos una base real de casi el 18 por ciento de votos peronistas. Y nadie los piensa regalar”, señaló a Página/12 un alto funcionario de la Casa Rosada.
Amén del transcurrir judicial, el Gobierno tiene acorralado al menemismo: si éste no se aviene al acuerdo hasta podría dar vía libre para que la flamante Comisión de Acción Política, conformada mayoritariamente por el duhaldismo, designe la fórmula justicialista. Parece más bien unaherramienta de presión más que una salida cabal a un conflicto que a esta altura resulta insoportable.