Martes, 8 de marzo de 2011 | Hoy
EL PAíS › LA DIRECTORA DE UNA ESCUELA PRIMARIA PORTEñA AMENAZADA POR ENSEñAR DERECHOS HUMANOS
Silvia Avagnina hace 31 años que es docente. Recibe amenazas anónimas que la increpan por hablar de la última dictadura militar. Denuncia ante una fiscalía nacional.
Por Adrián Pérez
“Terrorista”, “extremista”, “dejen de lavar los cerebros de los chicos”, “dejen de enseñar temas de terrorismo”, son las frases y descalificaciones del repertorio de anónimos que Silvia Avagnina, directora de la escuela “Dr. Antonio Dellepiane”, recibe desde septiembre en la escuela, en su casa y en su teléfono celular. Los molestos llamados aluden a contenidos que se enseñan en esa escuela vinculados con la recuperación de la memoria y los derechos humanos, en el marco de una iniciativa del Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad, programa incluido en la currícula de otros colegios. Edgardo Berón, subsecretario de Derechos Humanos porteño, manifestó que a la docente se le brindó “todo el apoyo y contención necesario” desde la Dirección de Atención y Asistencia a la Víctima. Y aseguró que, más allá de este episodio, las políticas de derechos humanos se van a intensificar en todas las escuelas. Por las amenazas se abrió una causa en la que interviene la fiscal nacional en lo criminal de instrucción Betina Vota.
Del otro lado del teléfono su voz se percibe débil, temblorosa. A la maestra le cuesta hablar del tema cuando atiende la consulta de Página/12. Los últimos mensajes incluyeron amenazas de muerte hacia ella y sus hijos. En los primeros contactos “había mucho insulto, me decían subversiva, hija de puta, te vamos a matar”. Avagnina reconoce las voces de un hombre mayor y de otro más joven. La segunda vez le dijeron que iban a lastimarla y que tenía que alejarse de la escuela. Desde el 4 de febrero, el tono de las intimidaciones aumentó en proporción a su periodicidad: dos llamados por semana. En una ocasión le hicieron escuchar el sonido de un arma que se percutaba. El miércoles por la noche recibió la última advertencia.
A pesar de las amenazas, la docente asegura que está decidida a continuar con el proyecto educativo. “Los derechos humanos nos atraviesan en todos los actos de nuestra vida –sostiene–. Aquí estoy y voy a seguir trabajando por lo que sé hacer que es ser maestra, siempre luché con mucho amor para que los chicos salieran adelante.”
Hace 31 años que Avagnina es docente. Fue maestra en escuelas de la villa 20 de Lugano y la 21-24 de Barracas, en una experiencia que recuerda como de las mejores. En estos momentos, trabaja en la recuperación de la historia institucional del colegio Dellepiane. Está realizando un documental, junto a sus alumnos, utilizando herramientas del periodismo de investigación. “Buscamos saber por qué el vínculo de la escuela con la comunidad ha sido tan fuerte en estos años”, señala. Sobre la currícula aclara que la escuela no se ha movido de lo que prescribe la ley. Y destaca la respuesta de los alumnos a partir del aprendizaje de temas vinculados con los derechos humanos.
“En una excursión que hicimos al Parque de la Memoria, los alumnos se acercaron a las placas con los nombres de los desaparecidos y las acariciaban”, recuerda. En el marco de los festejos por el Bicentenario, la escuela organizó una muestra donde los chicos hablaban con sus padres sobre un documental basado en la historia de un joven que quería conocer su historia. Esa experiencia, según la docente, buscaba que la comunidad conociera cuáles eran los pasos a seguir para aquellas personas con edad para ser hijos de desaparecidos y con dudas sobre su identidad.
Eduardo López, titular de UTE-Ctera, repudió las amenazas y afirmó que “continuaremos impulsando el debate sobre derechos humanos en todas las escuelas”. Fuentes consultadas por este diario advirtieron que las amenazas podrían vincularse con un antiguo director de tono reaccionario, o con controles en la cooperadora que comenzaron cuando la docente asumió la dirección del colegio. La maestra sostiene que puede elaborar una hipótesis sobre el origen de los llamados y que se siente acompañada por la comunidad. “Pienso que si ven a la escuela trabajando como siempre se van a cansar –agrega–. Están sirviendo a un amo que hace que se equivoquen. Vamos a responder a las agresiones con una escuela unida y con trabajo.”
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