EL PAíS
Un europeo, un americano y casi ningún acuerdo
El diputado verde Cohn-Bendit y el ex asesor del Pentágono Richard Perle y amigo personal de Bush intentan hablar de la guerra. Dos mundos que apenas pueden entender lo que dice el otro.
Europa versus Estados Unidos es uno de los subtemas de la segunda guerra del Golfo. La fundación Heinrich Böll reunió recientemente en Washington a dos voceros notorios de las encontradas posiciones en ambos lados del Atlántico. Por un lado, el francés Daniel Cohn-Bendit, que en el Mayo de 1968 fue conocido como “Daniel el Rojo” y que hoy es el líder del bloque del Partido Verde en el Parlamento Europeo. Por el otro, el empresario y flamante –tuvo que renunciar esta semana– ex asesor en temas de seguridad del Pentágono Richard Perle, un halcón republicano que en estas semanas se transformó en una suerte de vocero de las ideas de su presidente.
Daniel Cohn-Bendit: –Si pudiera sentarme con el presidente de Estados Unidos, le diría “Señor Bush, no soy un pacifista y sé que las intervenciones militares pueden ser absolutamente indispensables. Cuando los aliados desembarcaron en Normandía en 1944, mis padres festejaron la ocasión engendrando a su primer hijo para celebrar su libertad”.
Richard Perle: –Nunca me imaginé que le debíamos su existencia al ex presidente Dwight Eisenhower.
D.C.-B.: –Así es la vida. Pero recientemente, su gobierno empezó a comportarse como los bolcheviques en la Revolución Rusa. ¡Quieren cambiar el mundo! Como ellos, ustedes afirman que la historia está de su lado. Ustedes quieren que el mundo siga el sueño americano y creen saber qué es lo mejor para Irak, Siria, Arabia Saudita, Corea del Norte, Africa, Liberia, Yemen y todos los países del mundo. Como todos los revolucionarios, ustedes tienen algunas buenas ideas, pero el problema está en los medios que usan para concretarlas. De repente quieren llevar la democracia al mundo entero, empezando por Irak. ¿Qué le pasó a esta administración, que empezó con promesas y planes de una política exterior modesta y no intervencionista?
R.P.: –Una pregunta justa. Nos interesa la democracia en Irak porque, en primer lugar, estamos interesados en desarmar a Saddam Hussein. Ahora bien, si vamos a derrocar a Saddam para librarnos de sus armas de destrucción masiva, podemos considerar la democracia como un beneficio colateral. Medio Oriente es inestable y se está poniendo más inestable. Las democracias no hacen la guerra. Queremos estabilizar la región. Por eso es que queremos cambiar el sistema político en Irak.
D.C.-B.: –No cuestiono el valor de la democracia. Por el contrario, le pregunto cuál es el mejor método de lograrla. Primero, quiero recordarle al general y luego presidente francés Charles De Gaulle, que le insistió a Eisenhower para ser el primero en entrar al París liberado, por débiles y pequeñas que fueran sus fuerzas. El punto era que sólo los franceses, y no un general norteamericano, podrían reconstruir Francia tras la vergüenza del colaboracionismo con los nazis. Segundo, están cometiendo un grave error en esto de llevar la región por el camino de la democracia. La clave de un Medio Oriente pacífico y estable es Irán. En contraste con Irak, Irán tiene una sociedad civil fuerte y organizada que ya está cerca de lograr una brecha para la democratización. O, en una categoría diferente, deberíamos realmente resolver el conflicto entre palestinos e israelíes. Israel no cumple las resoluciones de la ONU más de lo que las cumple Irak. Usted dirá que no hay comparación entre los dos países, pero los árabes hacen esa comparación. Y mientras la gente no les crea a ustedes, va a haber dificultades en Irak.
R.P.: –Usted se está imaginando un general norteamericano pasándoles por encima a los iraquíes a lo bruto y confirmando los peores temores de los musulmanes: que somos una potencia agresiva e imperialista. Yo tengo otra visión. Tenemos a Ahmed Chalabi, jefe del Partido Congreso Nacional Iraquí, de oposición, para que él entre en Bagdad. Terminar con el actual régimen iraquí va a liberar a los iraquíes. Vamos a dejar tanto el gobierno como el petróleo en sus manos. Vamos a entregar el poder rápidamente, no en cosa de años, tal vez ni siquiera en cosa de meses, para darles a los iraquíes la oportunidad de crear su propio futuro. Elmundo entero va a verlo. Y espero que los iraquíes muestren al menos la gratitud que mostró el presidente Jacques Chirac por la liberación de Francia.
D.C.-B.: –¡Vamos! Eso no es verdad.
R.P.: –Nadie tiene que decir “gracias”. Para nosotros es más que suficiente saber que el pueblo iraquí no va a vivir más en el miedo más abyecto.
D.C.-B.: –Ustedes están hablando de “construir una nación” en Irak. Pero ni siquiera terminaron el trabajo en Afganistán. Vemos ataques contra las mujeres y un deterioro de la seguridad. Apenas aseguraron la capital, Kabul. Mi principal miedo es que el señor de la guerra Gulbuddin Hekmatyar tome Kabul mientras ustedes pelean en Irak. Después de esta guerra van a descuidar Irak y concentrarse en Siria y luego en Arabia Saudita. Como son americanos, tienen el mayor ejército del mundo, pueden hacer lo que quieran. Es una hubris revolucionaria.
R.P.: –No creo que ésa sea la visión oficial norteamericana.
D.C.-B.: –No me diga eso. Luego de la guerra en Irak usted va a adoptar esa visión. Siria financia la organización terrorista Hamas, ¿no?
R.P.: –Y no sólo Siria. Pero creo que ahora tenemos una muy buena oportunidad de persuadir a Siria de que pare de apoyar el terrorismo. Le aseguro que vamos a ser mucho más eficientes en eso si sacamos a Saddam que si nos retiramos, nos rendimos y decimos “es demasiado difícil, no lo pudimos hacer, nadie nos apoyó”. ¿Usted no preferiría hablar con el presidente sirio Bashar al-Assad sobre terrorismo después de la liberación de Irak, y no antes?
D.C.-B.: –Yo, antes.
R.P.: –¿Y le parece que lograría algo?
D.C.-B.: –Es lo que le estoy diciendo. ¡Cambiemos juntos la agenda! Europa y EE.UU. tienen que ponerse de acuerdo sobre el modo y los fines si queremos disparar un efecto dominó pacífico en Medio Oriente. El conflicto entre palestinos e israelíes tiene que ser parte de esa agenda. Acepto que la guerra pueda ser necesaria, pero sigo creyendo que esta guerra contra Irak no era necesaria. Yo propuse que Saddam fuera contenido con tropas norteamericanas en el Golfo y que se llamara a una conferencia como la de Helsinki de 1975, sobre Seguridad y Cooperación en Europa. La ONU debería declarar formado un Estado palestino y, con un mandato internacional, podríamos dar seguridad a Israel y a Palestina. ¡Ahí podríamos llegar a un entendimiento mutuo! Si pusieran esto en la agenda, toda la región vería a EE.UU. con otros ojos.
R.P.: –Las posibilidades de que se resuelva el conflicto palestino-israelí subirán apenas desaparezca Saddam. El líder de la oposición iraquí Chalabi confirmó que su pueblo quiere un real proceso de paz y que reconocerá al Estado de Israel. No se puede esperar que el proceso de paz funcione mejor de lo que está funcionando si Saddam Hussein trabaja activamente para detenerlo, incluyendo bombardear Israel con misiles como lo hizo en 1991. El presidente George Bush presentó esta visión sobre el Medio Oriente el 24 de junio de 2002, pero su plan no recibió la atención que se merece. Bush dijo que si los palestinos se establecen como interlocutores que operan sin corrupción ni terrorismo, Estados Unidos apoyará la creación de un Estado palestino. Pero los europeos siguen apoyando a Arafat y mandando cheques desde Bruselas. Estamos en un callejón sin salida. Esos cheques son un escollo para la clase de reformas democráticas que necesita la Autoridad Nacional Palestina para abrir las puertas de la paz.
D.C.-B.: –Esta diferencia de opiniones no se limita a Arafat. EE.UU. tiene que aprender que después de la guerra con Irak la relación transatlántica va a cambiar. Hasta ahora, se dio como una relación hombre-mujer tradicional: el hombre llama, la mujer sigue. Luego, hubo una emancipación. Quiero algo nuevo en Europa, y no a la manera francesa, con un antiamericanismo cerrado. Europa puede tomar responsabilidades y sueñocon que en el futuro maneje sola algo como Bosnia. Esta nueva relación no es antiamericana, pero tampoco es proamericana. Es para Europa. Los intereses europeos no son idénticos a los americanos. Los americanos ya no creyeron en Europa antes, con el euro. Se reían. Lo hicimos, y no salió mal. Y van a ver, vamos a hacer mucho más. Tenemos visiones diferentes sobre el protocolo de Kyoto y sobre la corte criminal internacional. Entiendo la posición norteamericana, porque los dos continentes tienen nociones de soberanía totalmente diferentes.
R.P.: –Si mi predicción de que todo va a terminar bien en Irak se hace realidad, el daño en las relaciones transatlánticas se va a reparar rápidamente. Todavía tendremos el problema de la ambición francesa de construir una Europa opuesta a Estados Unidos. Y si los franceses realmente están buscando crear un contrapeso, que no llamen su relación con Estados Unidos una alianza. En ese caso, nosotros, como americanos, tendremos que considerar cómo lidiar con el abandono europeo del eje transatlántico.