EL PAíS › LA INVESTIGACION SOBRE LA MUERTE DE LOURDES DI NATALE
Sospechas como con Yabrán
La Justicia asegura que investigará los puntos oscuros de la muerte de la ex secretaria de Emir Yoma, pero no creen en el homicidio.
Por Adriana Meyer
“Vamos a agotar todas las dudas, pero si finalmente concluimos que fue un accidente nadie nos va a creer, como pasa con (Alfredo) Yabrán”, se lamentó ante Página/12 una alta fuente del caso. Aunque aún están pendientes los resultados de algunos peritajes, los investigadores siguen orientados a ratificar que la muerte de una de las testigos clave del escándalo de la venta ilegal de armas, que llegó a poner presos al ex presidente Carlos Menem y a su ex cuñado Emir Yoma, fue accidental. ¿Por qué persiste entonces la sospecha sobre un asesinato? “Desde el inicio enfocaron a indagar a la víctima, por eso vieron el cuchillo como el elemento para cortar unos cables como explicación de todo y descartaron un homicidio, pero ni se les ocurrió que pudo ser un elemento con el que intentó defenderse”, se quejó el letrado Rodolfo Chimeri Sorrentino.
Los familiares de Di Natale y su abogado vienen marcando los “puntos oscuros” y cuestionan la mayoría de las certezas de los investigadores, que insisten en que Di Natale llevaba una “vida irregular” y que se cayó tratando de cortar unos cables. Investiga el fiscal de instrucción Carlos Donoso Castex, por delegación del juez Ricardo Farías.
- Cables cortados Fue la primera hipótesis que trascendió porque la policía encontró una silla junto a la ventana desde la cual Di Natale cayó y un cuchillo junto a su cuerpo. De inmediato, los investigadores asociaron esto con los “antecedentes” de cortes de cables que había hecho en su enfrentamiento con el consorcio. Cuando su hermano, José Di Natale, afirmó que para cortarlos no hacía falta asomarse demasiado, trascendió que la empresa los había corrido de lugar para evitar que fueran dañados otra vez. Esto fue ratificado por la fuente consultada por Página/12. Sin embargo, Chimeri Sorrentino afirma que es imposible cortarlos con un cuchillo tipo tramontina como el que fue hallado. Y agrega otro dato: un vecino de Di Natale le comentó a su hermano que la empresa Multicanal se llevó los tramos y los entregó a la justicia, además de modificar la posición del cableado.
- ¿Lourdes alcoholizada? Cuando José Di Natale aseguró que era imposible que su hermana hubiera intentado tal maniobra porque tenía vértigo, trascendió que en su cuerpo fueron encontrados 3,15 gramos de alcohol por litro de sangre. Nadie afirma que fuera adicta a la bebida, pero las interpretaciones varían. Los investigadores esperan el resultado del análisis de las vísceras para determinar qué ingirió y creen que si fue cerveza, combinada con tranquilizantes (encontraron envases de Tranquinal), estaba en condiciones de asomarse. Sus hermanos aseguran que las chapitas de cerveza que había eran juguetes de su hija. De hecho, no aparecieron vasos ni envases de bebidas alcohólicas. “Pudo haber chupado en el bar de la esquina”, especuló uno de los investigadores. Su hermano José recorrió los bares de la zona pero jamás la vieron. El abogado consultó con médicos forenses que le explicaron que con ese grado de alcohol su clienta debió estar en coma o inconsciente. Di Natale recordó que durante un allanamiento un policía le adelantó que encontrarían alcohol en el cuerpo de Lourdes.
- Escena del crimen Según Chimeri Sorrentino, “la comisión policial que ingresó al departamento incumplió todos los recaudos para preservarla, no tomó huellas digitales y no había un funcionario judicial”. En su momento, el primer fiscal del caso, Pablo Bacigalupo, admitió a Página/12 que no tomaron impresiones dactilares porque no lo consideraron necesario. Sin embargo, la alta fuente consultada negó enfáticamente la afirmación del letrado. “Incluso hubo testigos tomados al azar en la calle en los tres allanamientos que hicimos y en todos hubo supervisión judicial”, explicó.
- ¿Hubo otra persona en el departamento? A pesar del notorio desorden que encontraron, los investigadores lo descartaron desde el inicio. Admitenque había fotos tiradas, pero describen que “los cajones no estaban dados vuelta ni había signos de lucha o de búsqueda de algo”. Habían dejado trascender que hallaron un esmalte de uñas en la heladera, como signo de la “vida extraña” de la víctima. Algunas mujeres hacen lo mismo para evitar que se endurezca. “Pero también había lavandina y detergente”, insisten desde la pesquisa. También les pareció extraño que Di Natale durmiera en el living, pero la mujer había llegado a eso por la humedad que impregnaba las habitaciones y que el consorcio no quería arreglar. “Había suciedad, deterioro, todo metido en bolsas”, describen.
- ¿Pudo haber ingresado y escapado alguien? El abogado aventura una escena que él mismo define como “digna del FBI”: supone que la pueden haber rociado con un anestésico para luego hacerle ingerir el alcohol y/o los tranquilizantes con un tubo nasogástrico, que no dejaría rastros. “Cayó como una bolsa, sin mover los brazos, nadie escuchó un grito”, argumenta. El fiscal Bacigalupo, por el contrario, había afirmado que la mujer estaba viva hasta el instante anterior al impacto. Un dato clave es el ingreso al departamento. En julio la policía rompió la puerta de servicio cuando se llevó a su hija. Di Natale nunca la arregló y la cerraba apoyando una mesa. Así la encontró la policía y sólo tuvo que empujar para entrar, como pudo hacer cualquiera. Pero ¿cómo cerrarla desde afuera sin picaporte?
- Teléfono y otros elementos desaparecidos Di Natale no se separaba de su celular. Para los investigadores es lo único que falta del departamento. La familia, en cambio, afirma que también desapareció su billetera con documentos, y el abogado agrega a la lista el acta notarial de la escribana Holtmann (ver nota aparte) y un “dossier” referido a su ex marido, el abogado Mariano Cúneo Libarona.
- “Vida irregular” Tanto Cúneo Libarona como Emir Yoma la sometieron a pericias psiquiátricas. Y la acusaron de haberlos extorsionado. Sus allegados insisten en que estaba alterada porque vivía jaqueada por presiones y amenazas.