EL PAíS › EL JUICIO POR EL SECUESTRO DE EMMA DEL VALLE AGUIRRE EN 1977

En Tucumán, la víctima frente al torturador

El jueves empezará en Tucumán el juicio por el secuestro y las torturas aplicadas a Emma del Valle Aguirre en 1977 en el centro clandestino de detención que funcionó en el ingenio azucarero Nueva Baviera. El ex jefe del III Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez y el comisario retirado Miguel Angel Moreno son los dos imputados en el juicio que permanecen con vida –el ex gobernador Antonio Bussi y el coronel retirado Alberto Zimmerman fallecieron sin ser juzgados por este caso–. Sin embargo, aún resta que el Tribunal Oral Federal Número 1, presidido por Gabriel Casas, se pronuncie sobre el informe del médico forense Cristian Rando, de la Corte Suprema de Justicia, quien recomendó que, por su estado de salud, Menéndez no puede ser juzgado bajo ningún procedimiento. “La fiscalía tiene tiempo hasta hoy para impugnar la decisión de los peritos médicos. En base a eso, el tribunal decidirá, aunque lo más probable es que quede fuera del juicio”, señaló a este diario el secretario del tribunal, Mariano García Zavalía.

La causa fue elevada a juicio oral por el juez federal Daniel Bejas quien, tomando como eje la declaración de Aguirre, acusó a Menéndez y Moreno por la violación de domicilio, privación ilegítima de la libertad con apremios y vejaciones y tormentos en perjuicio de la mujer.

Aguirre sobrevivió a los tormentos recibidos y pudo contar su historia a Bejas. El 17 de febrero de 1977, varias personas de civil, todas encapuchadas, llegaron hasta su domicilio de Ruta Nacional 38, antes de llegar al camino viejo que va hacia la localidad tucumana de Simoca, contó la mujer. Tiraron la puerta de su casa a patadas, la encontraron y la sacaron. Con los ojos vendados, la subieron a una camioneta.

La mujer, que hoy tiene 67 años, relató que en el lugar donde permaneció detenida fue atada de pies y manos con alambres y sometida a torturas reiteradas. En una ocasión, comentó, se le cayó la venda de los ojos y pudo ver que “el genocida Bussi” daba las instrucciones mientras era vejada. En esa ocasión también pudo ver quién era que le ponía una botella en la boca: Moreno, el ahora retirado comisario de la localidad de León Rougés. En la madrugada del 6 de marzo de 1977 la dejaron en el campo, detrás de un montículo de áridos cerca de Acheral. Por la descripción efectuada del lugar donde Aguirre estuvo privada de su libertad, Bejas llegó a la conclusión de que se trata del ex ingenio Nueva Baviera, en el departamento de Famaillá, en el sur de la provincia.

“El juicio es importante en la provincia porque se trata del primero en el que la víctima está viva y puede contar su historia frente a los jueces, frente a sus torturadores”, remarcó García Zavalía. El proceso será corto y constará de tan sólo cuatro audiencias. El jueves, luego de la lectura de la elevación a juicio, Aguirre reconstruirá su historia nuevamente, precedida por su marido y sus hijos. El resto de los diez testigos que participarán del juicio, todos propuestos por la fiscalía –no hay querella–, se dividirán entre la segunda y tercera jornada –el viernes y el miércoles–. La sentencia llegará una semana después del inicio.

Si bien aún falta la decisión final del TOF Nº1, la presencia de Menéndez en el juicio está en duda. Según el informe médico forense que fue acercado a las partes, el represor, que ya recibió siete condenas por delitos de lesa humanidad, “no se encuentra en condiciones físicas apropiadas” para confrontar las instancias de un proceso judicial en ninguna de sus modalidades: presencial o teleconferencia. “Aún resta que la fiscalía decida qué hacer y, sobre eso, que los jueces tomen la decisión final”, concluyó García Zavalía.

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Luciano Benjamín Menéndez.
 
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