EL PAíS › EL TRASFONDO POLITICO DEL ESCANDALO BOLDT-CICCONE
El juez Rafecas careó a dos hombres de estrecha relación con Scioli, en un giro de la causa Boldt-Ciccone que reveló un denso trasfondo. Las cargas de demolición contra Boudou, la mesa de Alberto Fernández, Mario Montoto y Héctor Magnetto en el Hotel Faena y su relación con el proyecto Scioli 2015. El juego en el principal distrito del país y sus ramificaciones políticas. Un suboficial y traficante de armas carapintada que estuvo en el lugar del atentado a la AMIA en 1994.
Dos hombres de estrecha relación con el gobernador bonaerense Daniel Scioli fueron careados por el juez federal Daniel Rafecas en un giro tan asombroso como inadvertido del escándalo Boldt-Ciccone, cuya atención mediática se concentra en el vicepresidente Amado Boudou. Ellos son Guillermo Enrique Gabella, accionista y director de la empresa Boldt, que desde hace dos décadas explota por contratación directa el juego en la provincia de Buenos Aires, y Lautaro Mauro, uno de los funcionarios de la secretaría privada de Scioli. El careo sucedió a las declaraciones contradictorias de ambos acerca de una reunión entre Gabella y el amigo y socio del vicepresidente Amado Boudou, José María Núñez Carmona. Mauro fue el intermediario que los presentó, el 22 de octubre de 2010. Según Gabella, la reunión la pidió Núñez Carmona para exigirle que Boldt terminara antes de tiempo el alquiler de las maquinarias de Ciccone Calcográfica, que el juez de la quiebra, Javier Cosentino, había firmado en agosto, y se las entregara a la nueva Compañía de Valores Sudamericana. En cambio Mauro dijo que fue Gabella quien le solicitó el contacto con Núñez Carmona, para tramitar el cobro de deudas del Estado con Boldt por la impresión de las planillas del censo de ese año. Según Gabella, se sintió apretado por Núñez, quien le dijo que si no aceptaba le mandarían la AFIP. Sin embargo, pocos días después envió una felicitación de cumpleaños a su presunto apretador. Luego del careo, Núñez Carmona denunció a Gabella por falso testimonio. Las repercusiones políticas de las denuncias contra Boudou son ostensibles. En cambio, la relación de Scioli con el tema recién comienza a hacerse evidente en los últimos días. En el trasfondo está la candidatura presidencial para 2015 y el financiamiento originado en la explotación del juego, un negocio que según el presidente del bloque de diputados provinciales del ARI-Coalición Cívica, Walter Martello, produce una recaudación de 12.000 millones de pesos al año. (http://www.wmartello.com.ar/neoprensa/2012_03_28_investigacion%20boldt.htm). El pedido de informes que presentaron los diputados José Ottavis (de La Cámpora y vicepresidente de la Cámara) y Juan de Jesús (un amigo de Boudou que preside el bloque del Frente para la Victoria), fue apoyado por una amplia mayoría, ya que al bloque oficialista se sumó la oposición. El texto de Ottavis y De Jesús está inspirado en los pedidos previos de Martello quien propone que la solicitud de información “se extienda a otras empresas y actores como Cristóbal López, Codere, Angelici, Carlo Gallo, Luis Alberto Peluso, entre otros”. Dentro del partido del gobierno hay sectores que verían con buenos ojos la penetración de Cristóbal López en el feudo de Boldt, pero otros consideran que eso contaminaría el sistema político con una lucha facciosa por un negocio poco edificante. Cerca de la presidente CFK comienzan a considerarse alternativas. La de prohibir el juego sólo redundaría en una nueva oportunidad para la recaudación clandestina de la policía, por lo que podría ganar espacio la estatización de todo tipo de apuestas. Esto afirmaría también la continuidad de la presidente con la gestión de Néstor Kirchner en las cuestiones centrales pero con un perfil propio. Con más poder del que tuvo nunca Kirchner, podría liberarse también de relaciones incómodas, como han aprendido en estos meses Papá y Baby Esquenazi, por un lado, y Rudi Ulloa, por otro.
La relación de Scioli con el principal directivo de Boldt tiene no menos de quince años. Así lo demuestra un documento que viejos empleados del Congreso encontraron en los archivos: el legajo 711894 indica que el abogado Guillermo Enrique Gabella, nacido el 7 de octubre de 1966, ingresó a la Cámara de Diputados el 10 de diciembre de 1997, el mismo día en que asumió su primer mandato como diputado Daniel Scioli. Lo hizo como asesor con la categoría 003, la tercera jerarquía entre catorce. El legajo también indica que la incorporación de Gabella fue solicitada por Scioli, quien lo asignó a la Comisión de Deportes, que el navegante a motor presidía. Destino 90 significa Bloque Justicialista y subdestino 43 corresponde al diputado Scioli. En los tres años previos, Gabella había sido empleado de la Municipalidad de Buenos Aires, gobernada por delegados del presidente Carlos Menem. Tanto él como Mauro formaron parte del grupo político que en 1997 respaldó el lanzamiento de Scioli como candidato a diputado nacional y más tarde lo acompañó en su emigración a la provincia de Buenos Aires. Gabella admitió que conocía a Mauro de aquella militancia común. Cuatro años antes de aquella primera elección de Scioli, Boldt había iniciado la explotación del juego en la provincia de Buenos Aires, durante la gobernación de Eduardo Duhalde. Esos contratos, sin licitación, se extendieron durante las sucesivas gobernaciones posteriores. Felipe Solá aumentó el canon que paga la empresa del 30 al 34 por ciento, sin dar intervención a la Legislatura. El principal ministro de su gabinete en aquel momento era Florencio Randazzo, por lo cual ha sido sindicado como fuente en las filtraciones contra Boudou, algo que el ministro del Interior niega. Gabella ingresó como empleado a Boldt en 2006, el año en que Kirchner impulsó la candidatura de Scioli a la gobernación bonaerense. No es el hombre de Boldt que se relaciona con el gobernador Scioli, sino el asesor de Scioli que deviene director y accionista de la empresa luego del ascenso de su empleador a la Casa de Gobierno provincial, en 2007. La diferencia no es menor. Que Mauro lo haya desmentido en el careo abre un abanico de interpretaciones. Todas remiten al desconcierto y las contradicciones que la luz pública infunde a todos los actores de esta trama secreta. Ni siquiera es seguro el destino de Gabella en Boldt, cuyo presidente Antonio Tabanelli teme que los ostensibles vínculos de su operador con los principales medios y con Scioli terminen afectando sus negocios, que es lo que de verdad le importa.
Lo que está en juego no es menos nítido: la candidatura presidencial en 2015. Scioli es el instrumento escogido de quienes no desean ninguna forma de continuidad del proceso político que encabeza CFK. Integran esa lista el ex jefe de gabinete Alberto Fernández, el CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto, y el traficante de armamentos y parafernalia de seguridad Mario Montoto. La decisión que los tres tomaron de mostrarse juntos en un lugar público tan evidente como el Hotel Faena de Puerto Madero, durante un almuerzo hace un mes, transmite de por sí un mensaje político. El ausente/presente en esa mesa fue el jefe del gobierno bonaerense, con el que Montoto mantiene negocios políticos y comerciales. Fernández impulsa como candidato presidencial a Scioli, quien cuenta con la protección mediática de Magnetto, de modo que nunca nada lo roce. Cada uno tiene sus propios motivos. Resentido con la presidente a la que no pudo conducir a una capitulación ante el desafío agromediático de 2008, Fernández es un operador político en busca de candidato. Prototipo del operador sin votos propios, como lo fueron Enrique Nosiglia en la UCR y José Manzano en el justicialismo, necesita de un líder con aptitud electoral dispuesto a aceptar su consejo. Hace pocos días este Sancho sin Quijote anunció su apoyo a la candidatura presidencial de Scioli, durante una entrevista en una radio de La Plata. Fernández participó junto con Kirchner en la selección de, Julio Cobos como candidato a la vicepresidencia en 2007, por lo que Cristina nunca les ahorró recriminaciones. Ahora insiste en que “la responsabilidad directa es de la Presidenta” ya que “esta vez no está Kirchner para echarle la culpa a quién le puso el vicepresidente”. Antes del propio Boudou, nadie había identificado con tanta claridad el blanco sobre el que Clarín dispara. La actitud de Magnetto no requiere de mayor explicación, frente a un gobierno que lo ha acusado como partícipe en crímenes de lesa humanidad contra los miembros del grupo Graiver durante la última dictadura. Hoy lucha por su libertad. En el libro Argenleaks, el periodista Santiago O’Donnell dedica un capítulo a Montoto que, en realidad gira en torno de Scioli, a quien según la embajada estadounidense, lo asesora en cuestiones de seguridad. Dos cables diplomáticos de Earl Anthony Wayne relatan sendas comidas con ambos. En la primera, en mayo de 2007, el aún vicepresidente Scioli se comprometió a apoyar el proyecto de ley de represión al Financiamiento del Terrorismo, que interesaba a la embajada. Durante la segunda, en abril de 2008, Montoto instó a Scioli en presencia del embajador a usar mano más dura en la provincia de Buenos Aires según el modelo de la policía militarizada de Río de Janeiro. Montoto provee artículos de seguridad a diversos municipios bonaerenses, pero no ha encontrado receptividad en el gobierno nacional.
Al anunciar que Boudou sería su acompañante, Cristina reveló que él fue quien en 2008 le sugirió la estatización del sistema previsional, entregado a los grandes bancos quince años antes. Al decir que “necesito a mi lado alguien que no les tenga miedo a las corporaciones”, preanunció la profundización del rumbo en su segundo mandato, tal como ocurre ahora con la reforma de la carta orgánica del Banco Central y la inminente recuperación de la soberanía energética. Treinta y cinco días después de las elecciones primarias en que Cristina y Boudou superaron el 50 por ciento de los votos, Clarín publicó la primera nota de la saga, titulada “Boudou y Moreno, detrás del cambio de manos en una megaimpresora”, en la que ya estaban contenidos buena parte de los elementos que se desplegarían en el semestre siguiente. Sólo pasaron dos semanas desde los comicios del 23 de octubre de 2011, en que se impusieron con casi 40 puntos de ventaja sobre los perseguidores más cercanos antes de que Clarín mencionara por primera vez a Alejandro Paul Vandenbroele y a The Old Fund. Su fuente fue la denuncia de “un particular, Jorge Pacífico”, quien dijo que tomó conocimiento de delitos de acción pública, por una conversación en un café entre hombres que no vio porque estaba de espaldas. Pero les escuchó decir que The Old Fund “resulta ser una pantalla de la familia Ciccone” y de una persona “políticamente expuesta, alto funcionario del Gobierno Nacional, para recuperar la empresa antes fallida” (ver “Pintura de camuflaje”). En octubre de 2011 el kirchnerismo obtuvo también una cómoda mayoría en ambas cámaras del Congreso. Si repitiera en 2013 esos resultados, rondaría los dos tercios de la Asamblea Legislativa, que le permitirían habilitar una tercera candidatura de CFK. De lo contrario, el gobierno debería pensar en alternativas. Una de ellas es Boudou: su ausencia de militancia previa en el justicialismo, su falta de cualquier estructura territorial u organizativa de apoyo y el hecho de que como miembro del Poder Ejecutivo podría aspirar a un solo mandato presidencial, lo tornan el único hipotético candidato en torno del cual no podría armarse un nuevo proyecto político distinto del kirchnerismo. Anular esa hipótesis es vital para el proyecto Scioli 2015.
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