Sobre el escenario del Teatro Gran Rex y custodiado por un agente de seguridad, el ex presidente de Colombia Alvaro Uribe relató los logros de su gobierno y contó cómo combatió a “la inseguridad”. Sin hacer comentarios sobre el explosivo encontrado el martes en ese lugar y con una manifestación en su contra en la puerta, explicó su fórmula para liderar desde la derecha.

En medio de la polémica entre la Brigada Antiterrorista de la Policía Federal y el juez interviniente en la investigación, Norberto Oyarbide, por la eventual potencia del explosivo hallado dentro del Gran Rex, Uribe asistió como tenía previsto al evento del WOM Leadership Symposium, en el que oradores de diferentes ámbitos expusieron sobre distintos aspectos del liderazgo. Advirtiendo que su tema –la transformación en Colombia y el liderazgo en medio de ese cambio– era más complejo que el resto de las cuestiones planteadas durante la jornada, el ex mandatario colombiano hizo un repaso sobre la situación de su país antes de que llegara al gobierno. Con números, reflejó su planteo. Y detalló que al llegar al poder, Colombia tenía un 53 por ciento de pobreza, entre el 16 y el 20 por ciento de desempleo y una baja tasa de inversión. El motivo principal de este último factor, según su opinión, fue la inseguridad provocada por la guerrilla. “Colombia ha tenido una loable democracia. Ha sido respetuosa de las reglas de juego de la economía. No tuvo default ni hiperinflación”, aclaró para fundamentar su argumento.

Pendiente de todo lo que lo rodeaba, relató con tono de campaña electoral que en un comienzo “la guerrilla marxista leninista estaba contra la democracia, no contra una dictadura” y que luego la misma “se unió al narcotráfico para combatir al sistema democrático”. Dijo que muchos gobiernos hicieron esfuerzos para terminar con la guerrilla y que él se diferenció, ya que su propuesta se basó en un proyecto de seguridad. El ex mandatario habló sobre su vínculo con la sociedad colombiana y explicó que construyó una coalición con la comunidad. Nada dijo de los casos conocidos como “falsos positivos”, en los que se denunció el asesinato por parte del Ejército de civiles a los que se presentó como guerrilleros muertos en combate, y de los presos políticos. Sí tuvo palabras de reproche sobre el poco acompañamiento político que tuvo al frente del Ejecutivo. “Los partidos políticos nos apoyaron tarde”, sentenció, indicando que su propuesta de seguridad era vista como un camino a la dictadura, mientras su intención era “una seguridad democrática”.

Uribe se enorgulleció de sus logros. “Recuperamos el monopolio de las Fuerzas Armadas para combatir a los violentos y desmantelamos a los paramilitares. Recuperamos otro gran monopolio, la Justicia. Por primera vez tuvieron voz las víctimas. Protegimos 10 mil colombianos, más o menos dos mil eran integrantes de organizaciones de trabajadores”, enumeró, pero aclaró que no dejó un paraíso. En este caso tampoco mencionó que durante su gobierno, el servicio de inteligencia DAS espió a jueces, periodistas y políticos.

Para el Huésped de Honor de la Ciudad de Buenos Aires, la estrategia correcta es alejarse del capitalismo salvaje y del odio de clase. “En América latina se han juntado la versión neoliberal y el socialismo. Ambos lo han arruinado”, afirmó. Casi llegando al final de su alocución, recordó un episodio en Francia, cuando una manifestación protestaba en la calle mientras él se encontraba reunido con el entonces presidente francés, Jacques Chirac, y rememoró la recomendación de este último para que cambiara su discurso. Como una analogía, fuera del teatro y concentrados al pie del Obelisco, estudiantes colombianos residentes en Buenos Aires y organizaciones sociales expresaron su rechazo a la visita de Uribe, argumentando que las cifras que el ex presidente dejó en Colombia son otras. “Cinco millones de desplazados internos, 62 mil desaparecidos, tres mil ejecuciones extrajudiciales, más de 7500 presos políticos y el 70 por ciento de la población en condición de pobreza”, describieron.