EL PAíS › LA VISITA DE KÖHLER Y LA DEFENESTRACION DE JULIO NAZARENO
Los aires a un año de la masacre
El presidente de la Corte no resistió la embestida y ahora el Gobierno va por más. Una manito a Ibarra, jugando como al tute. Duhalde y su relación con Kirchner. Un piantavotos bonaerense recusado por sus propios compañeros. La visita de Köhler, el Gobierno en sintonía. Las razones del optimismo oficial. La banca oficial, defendida desde acá, toda una primicia. Balances provisorios, a un año y a un mes vista.
Por Mario Wainfeld
“Moliné va a resistir menos que ése. Nazareno era de amianto, no le importaba nada el descrédito social. Moliné tiene berretín de figurar, le duele el escarnio público, lo mortifica que lo silben en las canchas de tenis. No lo veo soportando presión en la calle sin quebrarse.” A pocas cuadras de la Rosada, el ministro no duda. La segunda etapa de la ofensiva debe abrirse pronto y será aún más fulmínea que la primera. En el Congreso tanto como en algún otro despacho del Gobierno hay más prevenciones: quizá sea prudente dejar pasar algún tiempo, supeditar otra embestida a la previa elección transparente, ejemplar, del nuevo Supremo. Como siempre, será Néstor Kirchner quien decida si es el instante del acelerador o el del freno. Una discusión gratificante para el gobierno naciente, la de analizar cómo se siguen consolidando posiciones, a pura política.
Sembrando mejor sobre el campo arado por el anterior juicio político, el Gobierno sigue arrasando las posiciones del menemismo. El menemismo... Y pensar que hace diez años eso fue la locura de muchos argentinos. Ese esperpento al que le cuesta coordinar sujeto, verbo y predicado de corrido con cierta pertinencia presidió el máximo tribunal del país. Otros ignorantes, navegando sobre una burbuja de estabilidad destruían la economía nacional. Y una perversa ejemplaridad se cimentaba desde el poder público. Duró diez años, fue una pesadilla, especialmente por el aval que colectó en los votantes, en los ciudadanos de a pie, en cenáculos culturales y universitarios, en técnicos de surtidos pelajes.
Carlos Menem ejercitó el poder con mano firme e hizo sentir su hegemonía cultural y política. Desde que él dejó la Casa Rosada y hasta que la ocupó el patagónico, nadie fue tan firme en sus convicciones y tan decidido para imponerlas. Como Menem, está dispuesto a barrer a quien se le ponga en el camino. Dos datos esenciales lo diferencian. El primero (al menos por ahora) es que intenta apegarse a la ley. El segundo es que su proyecto es bien distinto, sin exagerar, hasta antagónico del que arrasó este país.
El poder político no es algo estático, dado de una vez para siempre. Contra lo que predican los posibilistas, lo real no es sólo lo actualmente existente sino también lo virtual disponible o generable. El poder, en tanto relación entre seres humanos, tiene magnitud variable, en función de la voluntad de los actores. Lo fascinante de la política es la aptitud de estirar los límites, de cambiar los escenarios, de hacer posible lo que –sin voluntad– asomaba como inimaginable. Un mes lleva el actual gobierno “haciendo política”, definiendo metas, adversarios, enemigos, sabiendo hacia qué arco patear. Y no sólo tiene la cabeza de Nazareno como trofeo sobre su chimenea, también niveles de consenso inimaginables semanas ha.
Buena falta van a hacerle, ahora que se vienen la maratón electoral y los grandotes del mundo.
De visitante, al ataque
En la vida, como en el tute, se puede jugar a más o a menos. Queda claro que en el despunte de su gestión Kirchner elige ir a más, en sus embestidas contra Nazareno o sobre el PAMI, cuya intervención sigue siendo más que factible. Ex post, algunos señalan que eligió contendientes débiles sin ponderar que la debilidad, como ocurre en toda puja, depende de la fuerza con que se los ataca. Pero Kirchner también ha decidido jugar fuerte en situaciones donde la correlación de fuerzas le es menos propicia. Por caso, de cara a las elecciones que como cascada se prolongarán hasta octubre. Dada su condición minoritaria dentro del PJ, Kirchner ha tenido poca injerencia en el armado de las listas de las diferentes provincias. Ahora trata de recomponer su presencia y de armar su propia coalición. En los últimos siete días ha producido al menos un hecho y un par de omisiones significativas. Estas fueron hurtar su cuerpo en Tierra del Fuego y Tucumán que hoy eligen gobernador. El Presidente no se compromete a fondo por el menemista furibundamente reconvertido Carlos Manfredotti (que lleva las de perder en segunda vuelta en el Sur) ni por José Alperovich (que lleva las de ganar en el Norte). Necesitará el concurso de gobernadores peronistas y de legisladores de su sector, pero también quiere marcar diferencias entre quienes se granjean su confianza y quienes no la suscitan.
El hecho fue el audaz apoyo a Aníbal Ibarra. Una jugada a cara o cruz que asocia a Kirchner como socio en ganancias y pérdidas de una elección reñida en las que por ahora, Mauricio Macri parece tener una mínima ventaja. Queda claro que Kirchner no podía unirse al presidente de Boca sin mengua de su perfil político, pero sí podía mantenerse prescindente o ambiguo. Decidió apostar fuerte y, según como salga la taba, cobrará o pagará en consecuencia. Su intención es trascender, en su marco de alianzas, las fronteras del PJ e Ibarra ha venido siendo un aliado consistente en ese sentido.
Contra lo que se viene prejuzgando en estos días cuesta creer que Eduardo Duhalde vaya a poner algún escollo en Capital. Duhalde ha venido demostrando ser un aliado consistente de Kirchner y un buen tiempista y está claro que sería un dislate despegarse del Presidente en este momento. Por lo demás, la Reina del Plata no es un territorio apetecido por el bonaerense, que tiene una histórica excelente relación con Ibarra a quien asocia con la “nueva política” y a quien adorna con la cualidad de “cumplir los pactos”.
La relación Kirchner-Duhalde es sólida (lo que no es sinónimo de eterna) y no da trazas de estar en crisis, de ninguno de los dos lados. En el entorno del Presidente (y en el de Ibarra) bufaron cuando Eduardo Camaño se sacó una foto con Macri, pero lo cierto es que, asumen en la Rosada y zonas aledañas, el presidente de la Cámara de Diputados fue determinante para garantizar la blitzkrieg contra Nazareno.
Donde sí tendrá que meter mano Duhalde es en su provincia. Entre la gente de Felipe Solá y los duhaldistas, albricias, rara avis, ha brotado una coincidencia: todos quieren eyectar de la lista de diputados nacionales a Carlos Ruckauf. “El territorio” lo aborrece desde hace añares e instala un temor: que el ex canciller “tire abajo” la lista de diputados que encabeza Chiche Duhalde. Incluso temen algún corte de boleta que mejore a “Felipe” con relación a la hiperduhaldista lista de legisladores nacionales. Una eventual candidatura de Ricardo López Murphy en la provincia acrecentaría esos temores y esos reclamos. Eterno generador de unanimidades en su contra –con la única, hasta hoy, excepción de Duhalde- el desaparecido en inacción Rucucu deberá poner sus barbas en remojo cuando el ex presidente concrete su moroso retorno a Argentina.
Gestos
Dos gestos sustanciales enmarcaron la visita del titular del Fondo Monetario Internacional (FMI): los suyos y los del Presidente. En la Rosada, en Economía y en el Central prima la misma evaluación: ambos generaron un contexto inmejorable, dentro de lo que hay, para la inminente negociación.
Kirchner desplegó inusual energía y claridad en la cena con el enviado, tal como reveló en exclusiva Página/12. En la cúspide del Central y de Economía ni dudan: “Köhler se llevó una excelente impresión del Presidente. Le pareció un hombre ‘firme’”.
“No habrá molestado la energía de Kirchner?” pregunta Página/12 a un negociador que conoce bien a las huestes del FMI. “Para nada. Si Roberto (Lavagna) decía lo que dijo Kirchner hubiera interpretado que pateábamos la mesa. Pero la palabra presidencial es leída como un paraguas, válido, para la negociación”.
Los baqueanos en eso de pulsear con el FMI registran cambios importantes respecto del 2002:
- El primero es el propio viaje de Köhler quien, hasta ahora, había desatendido y desentendido el “caso argentino”. El alemán, cuentan sus contrapartes locales, se expresó satisfecho de haber venido, “lo que revela que hubo un tira y afloje previo en el FMI”. En Economía aseguran que la famosa “línea” sugería a su superior que no viniera y que hasta agitaron el espantajo de alguna medida judicial tendiente a apresarlo si recalaba en las pampas.
- La agenda del visitante es exhibida en triunfo por Economía. Como es de estilo, ese ministerio la diseñó, pero esta vez no tuvo ninguna addenda ni añadido molesto. “Köhler no vio al ‘elenco estable’” se ufana Lavagna. El “elenco estable” es la derecha económica, promenemista, que no termina de digerir la derrota de su paladín. El año pasado, cuando vinieron “los notables” a las reuniones predispuestas por Economía, por manes del establishment se añadieron cónclaves con el elenco estable. Esta vez, nada de eso ocurrió.
- Las alusiones de Köhler a las demandas sociales, que para el argentino de a pie huelen a cortina de humo o a verso, son leídas de otro modo en Economía y en el Central. La jerga del FMI empieza, a su ver, a converger con la de otros organismos internacionales como el Banco Mundial. “No es poco escuchar en boca de la autoridad del FMI palabras que estaban desterradas de su diccionario” se halaga un negociador.
- En lo poco que se avanzó en puntos concretos, el visitante se mostró (dentro de lo posible) menos invasivo que en otros tiempos. Concedió a los gobernadores que no será fácil sancionar este año electoral la nueva Ley de Coparticipación Federal. Y no porfió frente al Central cuestionando su política monetaria. “No tiene autoridad moral para decirnos nada. El año pasado discutimos fuerte, porque nos pedían medidas contractivas augurandoque si no lo hacíamos, se desencadenaría la híper. Nada ocurrió y ahora nos respetan más,” dicen cerca de Alfonso Prat Gay.
- Tanto en los diálogos con el emisario cuanto en las lecturas posteriores Economía, el Central y el ala política del Ejecutivo tienen una unanimidad de posturas y de lecturas altamente infrecuente en gobiernos argentinos.
- La misión negociadora vendrá a toda velocidad, antes aún que la que debe auditar el cumplimiento del último tramo de las metas pautadas a principios de 2003. Lo que es interpretado como un aval decidido a que haya acuerdo.
La ambición del gobierno argentino, de cara a un acuerdo de tres años, es un roll over, postergación de pagos por el plazo total del convenio. “No pedimos plata fresca –comenta Lavagna a su gente–, es un acuerdo inusual y se va a cerrar”.
El optimismo, valga enmarcarlo, es “dentro de lo que hay”. Las libras de carne, ay, siempre existen. Una de ellas es el aumento de tarifas, suculento cabrito en el altar del G-7 que por un lado presiona a Köhler para que acerque posiciones con Argentina y al unísono aprieta a ésta para que mejore la posición de las privatizadas de servicios públicos. El otro es, que aun mediando alguna postergación de pagos, mediará una exigencia de un superávit primario fenomenal. Un 3,5 del PBI, guarismo bastante inferior al ofrecido por Lula, implica algo así como un 25 por ciento del presupuesto anual de un país agobiado por la pésima distribución de la riqueza. Un freno al crecimiento cabal y uno aún mayor a algo parecido a la justicia.
Un banco ahí, por favor
Los titulares del Central y de Hacienda tienen más coincidencias de fondo que las que suele registrar la comidilla cotidiana, situación que Lavagna generó a pulso “cargándose” a los dos precursores de Prat Gay. Como fuera, puestos a discutir la situación del sector financiero, tocaron la misma partitura. También lo hizo la titular del Banco Nación, Felisa Miceli, quien defendió en cara de Köhler el rol de la banca pública. Postura verbal que fue robustecida con el lanzamiento, coincidente con la partida del alemán, de una línea de créditos para vivienda. La banca pública debe prestar, pontifica Lavagna, a condición de tener reservas y management. El Nación, se precia, tiene ahora una línea bien profesional y resto. Puertas adentro de su despacho, Lavagna reconoce que no toda la banca pública está en similar condición. También registra que el ánimo social sigue caído y que no será sencillo conseguir demanda para esa oferta.
Prat Gay, a su vez, cuestionó los embates del FMI tendientes a ajustar el sector. “No sobran bancos, faltan negocios” afirmó y explicó que en los ‘80 había menos plata en danza y más entidades en plaza. Es real, los bancos atesoran cuantiosas reservas que no prestan, esperando a vaya usted a saber a qué Godot. Los popes de la city alegan que esperan la compensación por la pesificación asimétrica, pero ese montante (que podría llegar a 10.000 millones) es casi irrisorio si se lo coteja con su patrimonio. Una mirada suspicaz podría maquinar que los banqueros se sientan sobre su plata en plan de apretar al Gobierno. “Es una mirada conspirativa, que le atribuye excesiva astucia al sector. Mejor piense que son malos empresarios, sin creatividad ni reflejos” le sugiere una alta voz del equipo económico al Gobierno. Para catalizar al sector el Central sigue bajando las tasas de interés pero, hasta ahora, el monstruo no reacciona. “La banca privada no puede sobrevivir sin dar crédito. Podrían hacerlo los bancos extranjeros, cubrirse y zafar por un tiempo, pero los nacionales...” describen en Economía. “Lo de ustedes no es autoconservación sino autoflagelación” los regañó alguna vez el Central pero el pescado sigue sin venderse, lo que retrata no sólo el patriotismo sino la idoneidad de los dueños del capital en estas latitudes.
A un año
Se cumplió un año del asesinato de los pibes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán cometido por la Policía Bonaerense y alentado por un clima de fronda creado desde el poder político de entonces. Las responsabilidades penales del caso se tramitan morosamente y dejan dudas. Las políticas y las morales deberían ser recordadas y revividas siempre. No fue la menor los embustes canallescos ulteriores a los homicidios tendientes a inculpar de ellos a las propias víctimas. Artificios que, valga recordar, fueron desbaratados por la valiente actitud de profesionales de la información y algunos medios.
Es del caso reconocer, empero, que desnudada la mentira las autoridades nacionales y provinciales registraron el cimbronazo que produjeron los crímenes. Duhalde anunció que se retiraba de la carrera electoral y adelantó los comicios, autolimitaciones en las que muy pocos creyeron pero que se cumplieron. Felipe Solá cambió la orientación de seguridad de su gestión, a punto tal que hoy disputa su reelección con el sello del garantismo contra dos apóstoles de la “mano dura”, entendida como sinónimo de la ilegalidad ejercitada por el Estado.
La situación nacional, desde entonces, no ha cambiado brutalmente pero sí ha mejorado el contexto político y las consiguientes expectativas. Las elecciones, amañadas y desangeladas como ninguna, detonaron un resultado interpretado virtuosamente por buena parte de la sociedad. Y el Presidente, surgido de esas añagazas y sucesor de ese gobierno poco querido, ha recuperado banderas tan añejas como nobles y se ha propuesta restaurar la validez de la palabra política. Uno de los daños fenomenales que infringió Menem a la sociedad es devaluar el contrato electoral y degradar la palabra a un mero artificio o simulacro. La restauración de la palabra política y de la autoridad del Gobierno, no como agente del poder establecido sino como representante de los ciudadanos, son tareas peliagudas que, según indican sus primeros días, Kirchner ha decidido acometer.
La pura voluntad no todo lo puede. Los condicionantes son fenomenales y la asimetría con los poderes fácticos poco propicia. El Gobierno, en consonancia con casi todos los que hay hoy en el mundo y con la mayoría de su electorado, ha elegido el camino de la negociación con los organismos internacionales de crédito. ¿Es posible que un pequeño y azotado país conserve dignidad acodado a tan desparejas mesas? La respuesta oficial, concordante con el estado actual del mundo y con vastas mayorías nacionales, predica que sí. Habrá que verlos andar y habrá que juzgar los resultados. Dentro de su visión, difícil de cuestionar si se acatan los mensajes de las urnas, los movimientos de estos días han sido auspiciosos. Lo más duro, de todos modos, está por venir.
A un año de la muerte de dos militantes populares, jóvenes y nobles por añadidura, cabe exigir para ellos, sus familias y sus compañeros de luchas y de tramo social, verdad y justicia. Dos mercaderías difíciles de conseguir en mostradores de este lado del mundo.
Otro tipo de justicia, la que designa a un país con índices decorosos de desocupación, de analfabetismo, de mortalidad infantil, de distribución del ingreso, está aún pendiente. Su restauración, mucho más complicada que la del prestigio de la Corte, será la cabal medida del valor de un gobierno que recién comienza y que en su primer mes ha abierto un crédito a la esperanza.