EL PAíS › OPINIóN
› Por Gustavo Oliva *
En pocos días más se celebrará el 25 de Mayo y se cumplirán también diez años de la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia de la Nación. Considerando la particular coyuntura que transita nuestro país se torna imprescindible realizar un balance que nos permita arribar a algunas conclusiones interpretativas del futuro político argentino.
Desde sus inicios, el kirchnerismo en el gobierno abrevó en las mejores fuentes del peronismo transformador, poniendo un celo especialísimo en el afán por la ampliación de derechos de crecientes sectores de nuestro pueblo, focalizando siempre en la construcción y consolidación de una sociedad inclusiva. Para todos.
Esta impronta indiscutible, rápidamente fue generando tensiones, a favor y en contra de dicho accionar.
Por un lado, diversos sectores sociales, en forma creciente, apoyaron activamente las políticas del Gobierno. Tomando por caso algunos ejemplos, los trabajadores que vieron formalizadas progresivamente sus relaciones laborales y mejorados sus ingresos sensiblemente; los empresarios –pequeños y medianos– vinculados, productiva o comercialmente, a un mercado interno potenciado por los crecientes salarios pactados en paritarias libres; los profesionales vinculados con el área de Ciencia y Técnica, jerarquizada como nunca; los sectores agropecuarios con conciencia nacional; los estudiantes y docentes, destinatarios directos de una política educativa que garantiza una auténtica sociedad del conocimiento también para todos. En fin, los ciudadanos de la Patria comprometidos con un destino nacional con eje en el desarrollo soberano, armónico e inclusivo.
Por otro lado, los partidarios del país para pocos, el viejo país oligárquico, el de la mesa de enlace, los deconstructores de todo, los del sálvese quien pueda, los de los privilegios excluyentes, los que se niegan a sacrificar hasta el más mínimo porcentaje de su cuantiosa renta. Los que viven mirando hacia afuera creyendo que todo lo nuestro es de calidad inferior y “berreta”.
El proyecto iniciado en el 2003 no sólo debe soportar las presiones de sectores agrupados en una oposición nacional improductiva y sin ideas, sino que además se encuentra bajo la mira inquisidora de los grupos de presión trasnacionales. Grupos que procuran conservar el statu quo y que bajo ningún concepto desean que la política desarrollada en Argentina sea tomada como un ejemplo positivo, como una alternativa que viabilice la independencia económica, la ampliación de derechos y una salida definitiva de los países en crisis.
Estos son los dos campos alineados. Las fuerzas desplegadas. Con un agregado: flotando cerca de la Sociedad Rural y de Callao y Santa Fe, percibimos algunos sectores medios que, lejos de ligar sus destinos al de los trabajadores y los humildes de la Patria, son permeables al discurso incesante de los medios de comunicación hegemónicos. Pero, como tristemente sabe nuestra historia, cuando los “dueños de todo” se apoderan del poder político, ellos quedan afuera irremediablemente. Se los llevan puestos.
La Presidenta ha dado sobradas muestras de coherencia en sus principios: su meta es la Patria soñada por nuestros padres fundadores, libre, soberana, con justicia social y en democracia. No desfallecerá en su lucha denodada. Tiene la visión estratégica y la estatura política que no vemos en ninguno de los mercaderes de la derrota nacional que sistemáticamente, frente a cada acción del Gobierno, se manifiestan como una máquina de impedir. Por eso, este 25 de Mayo tenemos que estar en la calle, para festejar y conmemorar con alegría lo logrado. La plaza nos va a quedar chica. Ese es nuestro lugar.
En este bicentenario tenemos un gran desafío colectivo. La Presidenta marca el camino. Nosotros tenemos que saber transitarlo, aportando lo mejor de cada uno en su rol específico, dando las discusiones que haya que dar. Cada medida transformadora que seguirá desarrollando el kirchnerismo desatará una resistencia denodada de los sectores que no se resignan a perder sus injustos e históricos privilegios; por eso debemos ser millones los predicadores, millones los luchadores unidos y organizados que hagan realidad los sueños de esa mujer inmensa que fue Eva y que un día nos dijo que volvería y sería millones. Somos millones y seremos millones los que en octubre ratificaremos el proyecto nacional y popular que conduce nuestra Presidenta.
* Senador FpV, provincia de Buenos Aires.
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