EL PAíS › JOSE “PEPINO” FERNANDEZ, LIDER PIQUETERO

“La cárcel es un escalón más”

Tiene 52 causas federales en su contra y ya es un veterano de prisiones, juicios y enfrentamientos. Vive reclamando la “reparación histórica” de General Mosconi, un pueblo que produce petróleo pero no tiene ni cloacas, y también que se cumpla con los compromisos de cuando se privatizó YPF. En especial, el pago a los obreros por la propiedad socializada.

Por Washington Uranga y Natalia Aruguete

–¿Cuál fue el motivo de la última visita a Buenos Aires?
–Lo que le venimos a pedir al presidente Kirchner es la reparación histórica para el departamento de Mosconi. Vamos a cumplir 100 años que el pueblo de Mosconi le da petróleo a la Nación y todavía no tiene agua, cloacas ni gas. En cualquier lugar del mundo, un pueblo productor de esas características estaría mucho mejor que nosotros. En eso se basa nuestro reclamo. Cuando estábamos trabajando en YPF no veíamos esta necesidad y vivíamos en casas de una familia media, con buenos sueldos y trabajo seguro... Es algo que nuestros padres y abuelos supieron defender durante tanto tiempo. Nosotros somos culpables de haberlo perdido.
–¿Se sienten culpables?
–Sí. Por eso nuestros reclamos, y de ahí la cantidad de causas que tenemos.
–¿Cuántas causas tiene usted?
–Yo tengo 52 causas federales y 16 provinciales, por reclamar lo que nos debe el Estado y lo que nos debe el gobierno provincial. La provincia hace varios años que nos viene saqueando. Se lleva todas las regalías petrolíferas y gasíferas, que se pagan por densidad poblacional y no por nivel de producción. Allá se benefician los grandes capitales y no el pueblo. Y como somos un pueblo chico, de veinticinco mil habitantes, no tenemos fuerza en el Senado ni en Diputados para reclamar lo que nos corresponde.
–¿Por qué tantas?
–Cada causa es una obra que se hace en el norte. Para mí es un orgullo. Cada vez que hay un corte de ruta para que se haga un hospital, una escuela o un puente donde han muerto más de cuarenta personas por accidentes de tránsito nos detienen la policía, los jueces federales y la Gendarmería. Si no se hubieran hecho los cortes de ruta, no se habrían hecho las obras. Nosotros no nos movemos hasta que se consiga hacer la obra. Por eso, cada causa es una obra.
–¿Qué se siente estando en la cárcel?
–La cárcel es un escalón más, como puede ser la muerte por un balazo. Como murió Verón, por reclamar su salario. La experiencia en la cárcel era un peldaño más que había que pasar, aunque no sé si volveré porque actualmente me persiguen la policía y la Gendarmería. ¡En vez de perseguirme a mí por qué no lo persiguen a Menem!
–¿De qué depende que usted vuelva o no a la cárcel?
–Todo depende de la gente y de los funcionarios. Esa fue otra experiencia. Ellos pensaban que metiéndonos en la cárcel iban a hacernos torcer el brazo. Al contrario, en la cárcel aprendí a trabajar. Eso les sirve a los funcionarios para aprender que, incluso estando entre celdas, se puede trabajar. En la cárcel faltaban mesas, sillas. Hicimos una huerta. Entonces, yo ya no sé si los delincuentes están adentro o afuera. Acá no sé si eligen a los delincuentes por el currículum vitae o por todo lo que tienen. A Menem, que ha vendido el país y ha matado a miles de personas, ¿por qué no lo meten preso? Tanto Menem como los militares se postulan como candidatos a presidente o senador, entonces no los pueden juzgar porque tienen resguardo jurídico. Y nosotros, en cambio, somos delincuentes comunes, porque ellos nos transformaron en eso. Fíjese que yo estuve trabajando en YPF y trabajé en todo el país. En cambio, los funcionarios vaciaron el país. Esa es la diferencia entre el obrero y el funcionario: nosotros producimos y ellos vacían el país.
–¿Lo maltrataron en la cárcel?
–No. Incluso los presos me ayudaron. Hacía frío y yo no tenía colcha, ni pan para comer, ni un jarro. Y los presos mismos me brindaron todo. Si afuera no son solidarios, ahí uno se hace solidario. Por eso, creo que a algunos dirigentes les haría falta un poco la cárcel. El día que sean solidarios todos, va a cambiar el país. Uno se pregunta: “¿Por qué hay tantos presos en las cárceles?”. Eso quiere decir que algo pasa. Es que no hay trabajo. En lugar de hacer cárceles nuevas, lo que tienen que hacer son fábricas nuevas. Si en lugar de llevarse todo al exterior, lo dejasen acá, habría puestos para miles y miles de personas.
–¿De qué se trata la reparación histórica?
–Es como si yo le sacara plata a los Macri, los Roca, los Bulgheroni y destinase esa plata para otra cosa. Eso es lo que le pasa al pueblo de Mosconi: nos sacan la plata que nos pertenece y la usan para otra cosa. En cambio, si yo fuese el que les saca a estos señores su plata, yo sería un delincuente. Lo que pasa en Salta parece de la época de 1400. Cuando uno protesta, lo matan o lo mandan a la cárcel. Ahora, nosotros queremos hacer un lago, un acueducto y una planta depuradora. Nosotros les damos las facilidades. No necesitamos ingenieros ni técnicos de ningún tipo, sólo necesitamos que pongan el capital. Pero queremos que esa plata vaya directamente a la obra y que no la agarre el municipio. Que la dejen en el Banco Nación y, a medida que se hace la obra, que se certifique todo lo que se hace, y que de ahí mismo se pague a los obreros. Porque si la plata pasa por muchas manos, queda un montón en el camino.
–¿De qué otros temas dialogaron con las autoridades nacionales?
–Además de la reparación histórica, pedimos por la cantidad de compañeros procesados en General Mosconi, en Salta y a nivel nacional. En Mosconi, son casi quinientos los compañeros que están procesados. En el departamento, son cerca de mil. Si Gorriarán Merlo y Seineldín han sido indultados, nosotros que somos luchadores sociales y que no matamos a nadie –al contrario, ellos nos mataron a nosotros– venimos a pedir una amnistía o un cambio en la ley de cortes de ruta. Cuando estaba YPF no había corte de ruta y, como fuera, teníamos agua. Las familias tenían educación y salud. Ahora, si salimos a reclamar lo que nos pertenece recibimos represión. Recién ahí fuimos noticia a nivel nacional. Pero fuimos noticia por la represión que recibimos, no por lo que necesitamos y nos pertenece. El periodismo nunca se hizo eco ni profundizó el problema del norte argentino. Sólo cuando hubo heridos. A esto se sumó lo que decían los funcionarios: que los procesados éramos delincuentes y narcotraficantes y que estábamos ligados a Sendero Luminoso, la ETA y otros grupos. Nunca dijeron qué es lo que necesita un pueblo.
–¿Creen que con este gobierno la situación puede llegar a cambiar?
–Yo creo que sí. Nosotros siempre tenemos esperanza. Es como si usted se va a acostar y tiene esperanza en el día que viene. Con Duhalde habíamos hablado de muchas cosas del norte. Hay muchas cosas que se pueden recuperar. Pero yo le digo a la gente, si no nos dan respuesta, habrá que ver a otro funcionario para que nos den respuestas.
–¿Por qué se armó el movimiento de desocupados en General Mosconi?
–Cuando uno tiene para comer, para educarse y para cuidar su salud, no va a gritar. La gente grita cuando le tocan el bolsillo. Eso pasó con la gente del norte. Si mi padre trabajó 36 años, educó a once hijos a los que les dio salud y educación, eso quiere decir que ese sistema sí vale. Este sistema no vale, con un plan (Jefas de Hogar) de ciento cincuenta pesos no se hace nada. Por eso surgieron los reclamos.
–¿Cuándo empezaron a agruparse?
–Empezó en 1996, cuando se creó el movimiento de la UTD (Unión de Trabajadores Desocupados), que eran ex empleados de YPF. Empezaron a pedir al Concejo Deliberante planes trabajar y bolsones de comida. Yo me incorporé en el año 1997, pero más fuertemente en el 2000.
–¿Sigue siendo fuerte el movimiento?
–Yo me siento satisfecho por el apoyo de todos los grupos piqueteros. Uno se siente contento. Eso quiere decir que no hemos hecho algo malo.
–¿Cuál fue la reivindicación más importante que obtuvieron?
–Fue como cuando acá se produjo lo del 20 de diciembre. Allá, en 1997, se produjo una gran movilización, donde había entre cerca de cuarenta y cinco mil personas. En ese momento, pensé que se solucionarían los problemas del Norte. Pero fue un circo. En realidad, lo montaron los empresarios de Tartagal, que estaban ahorcados por las deudas que tenían con el Banco Nación. Y los trabajadores nos sumamos pensando que íbamos a recuperar YPF de vuelta, que nos iban a pagar la jubilación anticipada y las acciones de YPF que veníamos reclamando hacía mucho tiempo. Además, esperábamos que nos dieran las tierras fiscales, la maquinaria y equipos nuevos de perforación para que trabajáramos en el norte. El gobierno arregló con los empresarios y toda la gente pobre quedó afuera. Los empresarios son poquitos y los obreros y los desocupados son muchos. Esa gente sigue cortando la ruta.
–¿Cuál fue el momento que usted vivió como el más intenso en los años que lleva luchando?
–La lucha más fuerte que se dio en el norte fue la del 2000, cuando llegaron efectivos de la policía provincial y de Gendarmería. Los llevaron para que nos dieran un escarmiento y que nunca más haya protestas en el país. Pero el pueblo los hizo retroceder, logró vencerlos. En ese entonces, el comandante Prado dijo que primero iban a desalojar la ruta y que si quedaba gente en el monte, iban a hacer “operación rastrillo”. Dijo que se acababa todo en cuestión de minutos. Después, tuvo que pedir por favor que fuera alguien a solucionar el problema. En el norte, las fuerzas de seguridad todavía no pudieron vencer al pueblo. Por eso nos meten presos, porque es la forma más fácil que tienen los funcionarios de resolver los problemas de las personas. Yo no entiendo, porque les sale más caro movilizar a los equipos de Gendarmería que solucionar los problemas que tiene la gente del norte.
–¿Es diferente la represión en Salta que en el resto del país?
–Los jueces federales han dado carta blanca para que nos repriman. En ninguna parte del país fue como en el norte. Fíjese que la Gendarmería mandó a fuerzas especiales, con grupos que salieron enmascarados para balear a la gente a quinientos metros, como si fueran corderos. Tuvimos dos muertos, gente parapléjica y muchos heridos. Y después dicen que los que se enmascaran son delincuentes. Entonces ellos son delincuentes, si se enmascaran para balear a la gente... Sí. Es dura la represión con la gente del norte.
–¿Por qué cree que es más dura?
–Porque a la gente del norte se la ve más aguerrida. No sé si será por las características del terreno o qué, pero es muy difícil reprimirnos. La represión hizo que la gente levantase más el ánimo para luchar. Actualmente, a la gente no le importa ser reprimida, ser baleada. Ya se han vuelto mutantes de la represión. Ya no les hace nada, siguen luchando. Fíjese si seremos solidarios que teníamos una perrita que estuvo en las represiones del año 2000, incluso antes. Le decían “la piquetera”, porque sacaba los gases y los llevaba para el monte. Como veía que los “chavos” tiraban los gases hacia donde estaban las fuerzas de seguridad o los mandaban para el monte, la perra hacía lo mismo. Ahora está muerta.
–¿Cuántas personas vivían de la empresa petrolera cuando era estatal, en Mosconi?
–En Mosconi, el noventa y cinco por ciento de la gente estaba relacionada con YPF. Ahora, sólo un siete por ciento está ligado con la nueva concesionaria. Cuando fue el conflicto del ‘97, intervino la Iglesia, que salió de garante de todos esos acuerdos. A nosotros nos dijeron que tendríamos lugar a las acciones de YPF, a tierras y a planes trabajar por 220 pesos. Pero el gobernador Juan Carlos Romero ascendió al obispo (Mario) Cargnello como arzobispo, le dio mayor poder y el acuerdo quedó sin garante.
–¿Cómo es la gente en el norte?
–La gente del norte es muy tímida. Somos muy reacios a la prensa y a protestar. No estamos preparados como los políticos y los sindicalistas. Sólo somos obreros. El obrero trabaja, produce. Los funcionarios no producen.
–¿Cómo es la actitud de su familia en relación con su lucha?
–Yo prácticamente estoy solo. No tengo familia. Tengo hermanos, pero estamos separados. Mi padre dice: “Ustedes son responsables de lo que hagan”.
–¿De qué lo acusan a usted?
–Todos dicen: “Pepino Fernández es el culpable de todo”. Si yo cometí un delito, no tengo problema en ir a la cárcel, pero que los metan presos a ellos también: a Menem, a Videla, a Alfonsín, a todos los funcionarios... vamos presos juntos. Incluso que les quiten todo lo que se han robado. Hay que quitarles todo lo que tienen, porque eso es de la Argentina, no es de ellos. ¿Cómo puede ser que antes no tenían eso y cuando fueron funcionarios sí lo tuvieron? A nosotros nos acusan de asociación ilícita. ¿Por qué asociación ilícita, si estamos reclamando verdaderamente lo que nos saquearon? En cambio, es asociación ilícita cuando se reúnen todos los diputados y los senadores y levantan la mano. Ahí sí perjudican a todo el pueblo, a la Nación. Yo a eso le llamo “robo en banda, calificado”: se juntan un montón y levantan la mano.
–¿Cuánto tiempo trabajó en YPF?
–Diecisiete años y cuatro años en el sector privado. Antes de privatizarla, decían que YPF daba pérdidas. Pero era mentira. YPF nunca ha dado pérdidas. Si uno abre un mapa mundial y mira, se va a preguntar por qué no se venden las industrias petroleras en otros lugares del mundo. No lo hacen porque usted mete un caño por debajo y de por vida tiene petróleo y gas.
–¿Ahora de qué trabaja?
–Trabajo gratis.
–¿Y cómo se mantiene?
–Si yo hice y hago muchas cosas por el pueblo y le ayudé a mi hermano a estudiar, a mi hermano no le cuesta nada darme un plato de comida. Y a la gente tampoco. Si estando en la cárcel me llevaban comida, imagínese ahora. Si hubiera sido un delincuente, nadie me hubiera llevado nada.
–¿Cuánto dinero les deben?
–A nosotros nos deben plata el Estado, la provincia, Repsol-YPF. El fondo compensador que nos correspondía, se lo quedó Repsol-YPF. Cuando yo lo tenía que cobrar en el ‘94 eran 7000 pesos. Me pregunto cuánto será ahora. Nosotros vamos a hacer lo mismo que hizo Kirchner cuando De la Rúa le quiso sacar la subvención del gas a Santa Cruz. Ellos decían que iban a dejar de aportar el petróleo, que es el cincuenta y cuatro por ciento del país. Nosotros vamos a hacer lo mismo con Kirchner, que ahora es Presidente. El pescado muere por la boca. Si él no nos quiere reconocer la deuda de YPF y la plata para la reparación histórica, vamos a tener que hacer lo mismo que hizo él. Vamos a ver si tenemos respuesta ahí.

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