Jue 07.08.2003

EL PAíS  › ADVERTENCIA DE KIRCHNER EN
MEDIO DE LA NEGOCIACION CON LAS EMPRESAS

“Que el corte no sea una presión”

El Presidente eligió politizar la noticia del corte de luz que afectó a 400 mil personas. No bien lo supo dijo que esperaba que no fuera un artilugio para presionar al Estado justo cuando se discuten los contratos.

› Por Diego Schurman

Se llama “Teorema K”. Aunque parezca una exageración, está justificado en un escrito que cuenta con la anuencia de Néstor Kirchner. Y se sintetiza en una frase: “Cuanto más poder y responsabilidades públicas se tengan, más cerca de la gente se debe estar”. Ese parece ser el leit motiv que llevó ayer al Presidente a poner en duda la espontaneidad del corte de energía que dejó sin luz a casi 400 mi usuarios de la Capital Federal y el Conurbano.
Kirchner dijo su parecer sin demasiados giros diplomáticos. “Esperemos que el corte de luz de esta mañana no sea una actitud de presión, porque se estaría andando por muy mal camino. La gente tiene que estar alerta. No es de extrañar que a veces se recurra a este tipo de procedimientos, esperemos que así no sea”, arrancó ante los periodistas.
Probablemente a ninguno de sus antecesores se le hubiese ocurrido semejante gesto, que por supuesto no terminó allí. “Espero que estos cortes de luz no sean un mecanismo a lo que algunos grupos se han acostumbrado”, se quejó, ya en tono airado.
La línea argumental está en sintonía con otra de la misma semana. El martes, durante un acto en Florencio Varela, el Presidente ya había cargado contra las “corporaciones” y los “grupos económicos”. Ese día pidió expresa ayuda a la “gente” para “torcerles el brazo” a los que “aprietan”.
Las declaraciones de ayer y las del martes se producen justo cuando el Gobierno negocia con las empresas de servicios públicos la revisión total de los contratos de concesión. Esa fue la línea elegida tras las presiones internas y externas para una medida limitada a la actualización de las tarifas según el índice de inflación.
Kirchner se enteró del apagón por la mañana. Por boca de su vocero supo que afectaba a 400 mil usuarios, una cifra que traducida a la realidad podía abarcar a un millón de personas.
El Presidente ordenó llamar a Julio De Vido.
–¿Están cortando la luz?
El ministro de Planificación se inquietó y pidió mayores datos. Kirchner reclamó profundizar en el tema.
A esa altura el Gobierno no quería hacer teoría sin tener datos concretos en la mano. Por un lado, le parecía muy burdo que exactamente al otro día de haberse reunido con representantes de toda la industria eléctrica sucediera de manera intencional lo que finalmente sucedió. Por otro los funcionarios tuvieron en cuenta los fenómenos de desinversión que habían llevado a los cortes anteriores, sobre todo al apagón monstruoso de aquel febrero de 1999, producido por el incendio de la Central Azopardo de Edesur. También constataron la percepción negativa de la población sobre la falta de control por parte del Estado. Y, al final, decidieron tener en cuenta el momento de tensión marcado por la discusión con las empresas de servicios públicos.
Kirchner interrumpió el tema solo para lanzar un proyecto que llamó “Defensa nacional en la agenda democrática”. Al finalizar su discurso, el Presidente se acercó a los periodistas y aplicó el “Teorema K”, generando revuelo en las compañías eléctricas.
Horas después llegó un mensaje a la Casa Rosada.
–Queremos transmitirle al Presidente que no le vamos a contestar– comunicó un representante de Edesur.
La lectura en Gobierno fue unívoca: “Pareció un llamado para darnos tranquilidad, pero nos dejó la impresión de que los contratistas eran los que estaban más nerviosos”.
Luego el gerente de relaciones institucionales de la compañía, Daniel Martini, transmitió al público la información que a Kirchner ya se le había acercado en privado sobre los motivos del apagón. La versión era que un saqueo de los perfiles de una torre de la localidad de Esteban Echeverría debilitó la estructura y provocó su desmoronamiento. El día estuvo plagado de contactos oficiales con representantes de las compañías. Por la noche, De Vido recibió en la Casa Rosada a varios de sus representantes. Le dejaron un informe titulado “Perturbación en el área GBA (Gran Buenos Aires)”, con un diagrama de las zonas afectadas. Lo había elaborado la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico Sociedad Anónima (Cammesa).
El trabajo no habla de problemas en una torre sino de tres, “caídas en la zona entre Monte Grande y Cañuelas debido a sustracción de materiales”.
En prevención de que efectivamente el establishment buscara debilitarlo seriamente, en los últimos días Kirchner dio vía libre para que su equipo de comunicación comience a dar forma al “Teorema K”, que no es otra cosa que una concepción antagónica al “Teorema de Baglini”.
El actual senador radical Raúl Balgini solía decir, cuando era diputado, que a medida que alguien se acercaba al poder irremediablemente se alejaba de la gente. Al fin, una adaptación de aquello de que “se sube por izquierda pero se gobierna por derecha”. O de un viejo sinceramiento de Carlos Menem, cuando blanqueó que si en la campaña decía lo que iba a hacer nadie lo hubiera votado.
“Los mismos que criticaron que el Presidente no se haya reunido con empresarios franceses ahora censuran que haya visitado un geriátrico. O cambió el criterio para evaluar lo que tiene que hacer el presidente o algunas personas son más importantes que otras”, dice el texto que da base argumental al “Teorema K”, y que se conocerá en los próximos días.
Naturalmente el escrito niega que cada movimiento oficial sea un acto demagógico o una cuestión de estilo, de “Estilo K”, y proclama que se trata de “soluciones concretas” y “cambios de fondo”, y dan el ejemplo de la remoción de las cúpulas militares y la intervención en el PAMI.
Estilo o teorema, lo cierto es que ayer triunfó una Lógica K: aparecer más cerca de los usuarios (incluso de sus sospechas) para negociar desde allí con las empresas de servicios.

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