EL PAíS › EFECTOS DE LA DEBACLE

La nueva mezcla

La crisis reunirá nuevamente en las aulas públicas a sectores pobres con los pauperizados de la clase media.

 Por Javier Lorca

El hijo del portero y el hijo del dueño del departamento se van a encontrar en la misma clase. Hasta hace poco, uno iba a una escuela estatal y otro a una privada. Pero la crisis socioeconómica y la caída de la clase media ahora los van a reunir en las aulas de la escuela pública. Ese es el escenario que anticipa Daniel Filmus, titular de la Secretaría de Educación porteña. “Es muy bueno que haya heterogeneidad en las escuelas, pero la situación va a ser difícil porque nos vamos a encontrar con chicos que traen un capital cultural muy diferente”, explicó Filmus a Página/12. Si bien los datos de inscripción se conocerán recién a partir de esta semana y, además, las autoridades educativas son reacias a admitirlo para no aumentar la tendencia, se estima que el empobrecimiento de los argentinos provocará una caída en la cantidad de alumnos en las escuelas y que se marcará un pasaje de chicos desde las escuelas privadas hacia las públicas.
“Lo que va a pasar en la escuela pública, especialmente en las primarias, es que los pobres van a ser más pobres, por el proceso de pauperización de los últimos meses”, describió Filmus. “Van a llegar a la escuela chicos con niveles de pobreza hasta ahora desconocidos en la ciudad. Una situación que antes se concentraba en algunos barrios ahora se va a extender. Al mismo tiempo, mi hipótesis es que también van a llegar a la escuela pública chicos de la ex clase media. La situación va a ser totalmente inédita. Los maestros se van a encontrar con chicos que antes no tenían y con otros que ahora vienen de clases más bajas todavía.”
La polarización del origen social de los alumnos podría generar problemas en las aulas, aunque no solamente. “En la heterogeneidad social se dan los mejores climas de aprendizaje –dijo el secretario de Educación–. Porque la escuela no sólo es un lugar de aprendizaje, sino también un importante espacio de socialización. En varios estudios que hicimos en Flacso sobre la escuela media y primaria, vimos que los chicos más pobres, cuando comparten el aula con chicos de clase media, tienden a imitar el comportamiento de éstos: por ejemplo, se plantean como horizonte seguir estudiando en la universidad. Se da un efecto de grupo.”
En la Ciudad de Buenos Aires, se marcó en los últimos días el traspaso a colegios estatales de estudiantes que antes iban a alguno de los 1100 institutos privados. Quizá haya incidido que el año pasado veinte colegios privados porteños dejaron de funcionar. Y que, en lo que va de este año, ya cerró uno. La pérdida de alumnos se marcó en las escuelas privadas “de perfil más comercial” y no en las parroquiales y religiosas, ni en las 900 que reciben subsidios estatales y, por eso, cobran cuotas bajas.
En los colegios públicos también hubo un drenaje de estudiantes, centrado en la zona sur de la ciudad. “Como muchos inmigrantes de países limítrofes están volviendo a sus países, estamos perdiendo alumnos. Antes se iban para las vacaciones y en marzo volvían. Ahora no vuelven”, apuntó Filmus.
La disminución de alumnos inscriptos sería más abrupta en la provincia de Buenos Aires. Según los datos que maneja el gremio docente de la provincia (Suteba), sólo en los distritos más pobres unos 150 mil alumnos, en su mayoría chicos de entre 13 y 18 años, no se volvieron a inscribir para seguir estudiando. Ya ni siquiera podrían acceder a la escuela pública y gratuita. El sindicato estimó la semana pasada que en esa situación se hallan miles de estudiantes del tercer ciclo de la Educación General Básica (EGB) y del Polimodal de zonas como La Matanza, Moreno, Merlo, Morón, Tigre, Quilmes, Almirante Brown y Florencio Varela, entre otras.
“Respecto del año pasado puede llegar a darse una pérdida de alumnos en razón de la situación socioeconómica”, admitió a este diario Alberto Silioni, director provincial del Polimodal. Para evitar que las cifras de deserción estudiantil estallen irremediablemente, la Dirección General de Educación –que hacia afuera habla de una caída del 6 por ciento en las inscripciones– flexibilizó sus plazos. “Por las enormes dificultades que está viviendo el país, tanto en EGB como en el Polimodal vamos a dar más días para cerrar las matrículas y así poder incorporar más alumnos”, dijo Silioni.
No menos alarmante es la situación en el sector privado. Hasta hace pocos días, unos 250 mil alumnos de escuelas privadas de Buenos Aires no se habían vuelto a anotar para el ciclo lectivo que hoy empieza. Ahora habrá que esperar los números finales de inscriptos.
“La tendencia es que se está dando un traspaso de la matrícula de los colegios privados de cuotas más caras hacia los de cuotas más bajas –explicó a Página/12 el director de Educación de Gestión Privada bonaerense, Juan Odriozola–. Esto quiere decir que el pasaje de alumnos se está dando dentro del subsistema privado y no hacia el sistema público.” No obstante, desde el área de escuelas estatales de la provincia se admite que el traspaso existe en los distritos donde hubo cierre de escuelas privadas. “Aunque no es una tendencia generalizada en la provincia”, aclaró Silioni.
De las diez mil escuelas privadas del país, en Buenos Aires se concentran 5349. Y en sus aulas estudian 1.400.000 alumnos. Sin mencionar el aumento del índice de morosidad en el pago de las cuotas, las crisis de los últimos años les bajaron las persianas a muchas escuelas. El año pasado fueron 103 y, para este 2002, el gobierno bonaerense calcula que hay alrededor de treinta colegios privados a un paso de cerrar. Más inquietantes son las previsiones del Sindicato Argentino de Docentes Particulares: hablan de más cien instituciones en la cuerda floja. Al margen de las estimaciones, un dato elocuente es que este año no se abrirán nuevas escuelas privadas. Cincuenta instituciones habían iniciado los trámites, pero ninguna se atrevió a concluirlos. La caída viene de arrastre. Mientras que en 2000 se habían producido 140 estrenos, en 2001 ya se habían reducido a 95. Y ahora, a cero.

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