Martes, 9 de diciembre de 2014 | Hoy
EL PAíS › HOMENAJE EN LA SANTA CRUZ A 37 AñOS DE LOS SECUESTROS EN LA IGLESIA
Hubo música y poesía. Presencia de funcionarios y de miembros de organismos de derechos humanos. Participaron Madres de Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires y de las provincias. “Venimos a honrar esta lucha”, dijeron los organizadores.
Por Ailín Bullentini
La perseverancia, la persistencia, los 37 años de “una lucha inclaudicable que es un ejemplo universal de perseverancia y amor”, la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, recibió ayer el reconocimiento de la comunidad de la Iglesia de la Santa Cruz, refugio de quienes escribieron desde un principio la historia de la búsqueda de las víctimas de la última dictadura. “Nosotros venimos a honrar esta lucha”, advirtieron ante Madres de diferentes puntos del país los integrantes de esa comunidad, en el marco de la conmemoración de un nuevo aniversario del hecho que marcó a ese espacio, ubicado en el corazón del barrio de San Cristóbal: el 8 de diciembre de 1977, un grupo de tareas secuestró del calvario de la Santa Cruz –una de las instalaciones de la iglesia de los curas pasionistas– a dos fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, una monja y a otras cuatro personas, reunidas allí para organizar la publicación de una solicitada que reclamara por la aparición con vida de aquellos de los que nada sabían. Entre ese día y los dos siguientes, los mismos criminales se llevaron a otra madre, otra monja y a otros tres familiares y militantes más. El homenaje contó con integrantes de la Secretaría Nacional de Derechos Humanos, miembros de Hijos, algunos nietos y militantes.
El jardín frontal de la Iglesia de la Santa Cruz estuvo colmado desde poco antes de las 18 de ayer, hora pautada para el inicio del acto, mezcla de conmemoración y homenaje a presentes y ausentes. La bienvenida la daba una bandera argentina con la leyenda “la impunidad no será eterna” entre los rostros de aquellas 12 víctimas cercanas que, en pleno terrorismo de Estado y época de puertas cerradas, habían hecho suyo el ámbito de solidaridad y acompañamiento que ofrecía la institución para compartir un mismo dolor y organizar posibles caminos que lo sanaran. Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Eugenia Ponce, tres de esos 12 desaparecidos de la Santa Cruz, fueron fundadoras de Madres de Plaza de Mayo. La fatalidad que los verdugos imprimieron a sus destinos no impidió que el vínculo entre la organización y la institución continuara firme.
“Frente a lo atroz de los hechos que sacudieron el país en aquellos años, lo memorable de estas mujeres es su capacidad de reacción: no fue el silencio”, destacó el cura Bernardo, histórico de la Santa Cruz y quien debió abandonar el país durante los años de cacería, aunque siguió desde el exilio los hechos. “Demostraron que la historia está en las manos de todos, tomaron en la suya la de sus hijos y la del país entero”, concluyó Bernardo, quien se abrazó con las mujeres homenajeadas arriba del escenario, hacia el final del acto.
Las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, mayoría de la ciudad de Buenos Aires, algunas de Córdoba, como Sonia Torres y Emilia Villares; otras de La Plata, como Adelina de Alaye, escucharon, emocionadas por momentos, atentas siempre, cada uno de los pasajes del acto que la Comunidad de la Santa Cruz organizó para ellas. Víctor Heredia y Arbolito regalaron su música. Varios actores, actrices y locutores, entre los que figuraron Tom Lupo, Osmar Núñez y Juan Palomino leyeron poemas de Eduardo Galeano, Claudia Korol y Mempo Giardinelli, por mencionar a algunos, que luego fueron regalados a las homenajeadas en pequeños cuadros conmemorativos. El secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda; Agustín Cetrangolo, de Hijos; el diputado y nieto recuperado Horacio Pietragalla; Juan Pablo Cafiero y Gabriela Alegre, entre otros referentes de la política, aplaudieron y acompañaron.
Enriqueta Maroni colocó un pañuelo blanco en la cabeza de una estatua de María, embarazada de Jesús. “El pañuelo significa la identidad de nuestros hijos. Tenían nombre y apellido, eran personas que se comprometieron con la lucha por un país mejor. Nosotras como madre debemos mantener ese compromiso, somos sus guardianas de esa lucha y de esa memoria. Les pedimos que nos acompañen en esa tarea”, expresó luego. A través de Haydée Gastelú, quien leyó un texto con sus palabras, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora también realizó un pedido al público: “En nombre de todas las Madres, sigan manteniendo vivo el recuerdo de los 30 mil detenidos-desaparecidos siempre, por la memoria, la verdad y la justicia”. Desde un mensaje grabado, Taty Almeida también se hizo presente.
Nora Cortiñas agradeció a “esta iglesia que nos ayudó a creer cuando llegamos tan desahuciadas, que reivindica la lucha de nuestros hijos de ayer y de hoy, que ayuda en el barrio con la misma solidaridad” y pidió un aplauso para los curas que “desde siempre” las acompañaron: Bernardo, Carlos y a Antonio Puigjané, de Pompeya, que también estuvo presente. Sonia Torres aseguró el futuro: “Todas juntas, porque no hay distinción de provincias cuando se trata de Madres de Plaza de Mayo, vamos a reclamar a la virgencita a la que hoy le pusimos el pañuelo los huesitos de nuestros hijos y que nos devuelvan a los nietos que nos robaron. Sólo entonces habrá justicia”. “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”, fue la caricia del público. Entonces, comenzó la misa.
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