Miércoles, 2 de diciembre de 2015 | Hoy
EL PAíS › EDUARDO JOZAMI ADVIERTE SOBRE EL POSIBLE RETROCESO EN LAS POLíTICAS DE DERECHOS HUMANOS
En el Centro Cultural Haroldo Conti habrá mañana un brindis simbólico en respaldo a la continuidad de la tarea que allí se realiza desde 2008. Su director habló con Página/12 de las actividades de todos estos años y planteó sus dudas con respecto a lo que hará Macri.
Desde el Centro Cultural Haroldo Conti, espacio de la memoria emplazado en la ex ESMA desde 2008, el periodista, escritor y ex preso político Eduardo Jozami llevó adelante la tarea de reflexionar sobre las raíces históricas del terrorismo de Estado y sus huellas en el presente. Por el Conti pasaron músicos, poetas, intelectuales, obras teatrales, festivales de cine y encuentros de reflexión que buscaron mantener viva la memoria y alejarla de interpretaciones sobre la última dictadura cívico-militar que intentan volver a asomar con el nuevo escenario político. Mañana, el centro cultural de la memoria abrirá sus puertas a un brindis simbólico en el que estarán presentes los músicos Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto, y el escritor Noé Jitrik, entre otros, a modo de cierre de año y “en respaldo a la continuidad del Conti y de las políticas de derechos humanos de los últimos doce años”, explicó Jozami a Página/12.
–¿Cómo imagina las políticas de derechos humanos con el nuevo gobierno?
–Nos produce inquietud que el gobierno nacional sea ocupado por una fuerza política que por momentos parece ignorar la necesidad de hacerse cargo de la memoria. En principio, nunca se vio un interés por desarrollar una política de memoria durante los gobiernos del PRO en la ciudad. El gobierno de Macri desfinanció los sitios de la memoria y el problema tuvo que resolverse con su traspaso al gobierno nacional. Hay otros motivos para estar inquietos, como la abstención del PRO en Diputados a la hora de votar leyes que buscan investigar a los actores civiles. Son indicios preocupantes. Macri podría dar respuestas mostrando un compromiso claro, que todavía no ha sucedido.
–¿Esa indefinición del nuevo gobierno da lugar a que surjan reclamos de reconciliación y de cambio en las políticas de derechos humanos?
–Sería lamentable que algunos dirigentes crean que el 51 por ciento que apoyó a Macri votó por la idea de la reconciliación. Puede que un pequeño sector sí, pero la mayoría del pueblo argentino sostiene las políticas de memoria, verdad y justicia. Por otra parte, las intenciones de mostrar estas políticas como un “maltrato” a los “viejitos” es un recurso falaz, porque fueron tremendos criminales a los que en estos años se les ha garantizado todos los recursos que establece la ley.
–Consultado sobre el editorial de La Nación, Macri dijo que seguirán los juicios, pero evitó responder sobre las políticas de Estado. ¿Es inocente esa diferenciación?
–El editorial, desafortunado pero para nada imprevisible, despertó un rechazo que evidenció un apoyo social muy fuerte a las políticas de memoria, verdad y justicia como una unidad. Para llevar adelante los juicios y las políticas de Estado hace falta una voluntad política firme. La Justicia, después de unas vacilaciones y dificultades, fue avanzando en el juzgamiento. Pero fue necesaria una política de respaldo del Ejecutivo, de recursos y aliento político. Recuerdo las declaraciones de CFK cuando un tribunal de casación liberó al Tigre Acosta y Astiz y otros responsables del grupo de tareas de la ESMA.
–¿Es viable la continuidad del Conti en ese contexto?
–No se trata de sostenerlo como un centro cultural más. Su continuidad sólo tiene sentido dentro del marco de las políticas de memoria, verdad y justicia con las que nació. Su sola existencia es un homenaje a los desaparecidos, y el nombre que lleva no es una casualidad. Las políticas que llevamos adelante son amplias, pero están comprometidas con la condena más grande con la última dictadura militar.
–¿Puede separarse la cultura de la memoria?
–Son inseparables. El trabajo de la creación artística, literaria e intelectual reposa en la memoria y a la vez contribuye a repensarla. Por otro lado, es necesario el aporte de la cultura para la construcción de un país más justo. La ampliación de derechos de estos años no puede sustentarse sino a partir de una reflexión que es un ida y vuelta: somos esto que somos porque nos pasó antes lo que nos pasó. Ni hay un determinismo del pasado sobre el presente ni es cuestión de ignorar el pasado. Todo lo que se ha avanzado en la memoria de lo que pasó en los 70, y más atrás en los golpes como el del 55, son aportes importantísimos para pensar para adelante una sociedad mas democrática.
–A modo de balance, ¿cuál fue el aporte del Conti a esa tarea?
–El primer debate fue si era lícito hacer un centro cultural en la ESMA. Nos planteamos el rol que podía jugar la cultura frente a los grandes crímenes como el Holocausto o la dictadura en Argentina. Luego, a partir del segundo prólogo del Nunca Más hubo una mayor historización del proceso de la última dictadura. En Europa es preocupante el progresivo abandono de los lazos que tiene el Holocausto con el siglo XX y con los grandes conflictos sociales que llevaron a Europa a dos guerras. Llevó al arte a hablar de un mal que era imposible de representar.
–La famosa frase de Adorno de que no es posible la poesía después de Auschwitz.
–La dijo para representar hasta dónde había cambiado el mundo a partir del Holocausto. Es peligrosa políticamente esta idea. Cuando empezamos a charlarlo con artistas, dijimos: cuidado de no pasarse del otro lado. Más allá de destacar los aspectos económico-sociales que nos podían ayudar a comprender, el horror fue producido por los hombres, con una cuota de indeterminación muy grande, algo de sagrado en estos casos. Por eso es importante defender estos espacios de la memoria para pensar cómo fue posible que los seres humanos hayan podido hacer estas cosas.
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