Sábado, 6 de agosto de 2016 | Hoy
EL PAíS › OPINION >EL ADIOS A LILIANA CHIERNAJOVSKY
Por María Elena Naddeo *
Resulta difícil hablar de la desaparición física de Liliana Chiernajovsky. Siempre vital, juvenil, de caminar rápido y conversación interesante y fluida. Su impronta fue la celeridad, el ritmo fuerte, la palabra profunda, polémica.
La conocí en la lucha contra el menemismo, en los odiosos 90, cuando confluimos desde la izquierda orgánica con sectores del peronismo que rompían por la traición del indulto a los genocidas y las privatizaciones escandalosas del patrimonio nacional.
Allí en esa maravillosa coyuntura política que fue la confluencia del Frente Grande, su compañero Chacho Álvarez lideraba el grupo de los Ocho. Liliana desempeñó en ese momento un rol protagónico en la construcción político partidaria, en especial la incorporación de la perspectiva del feminismo en las propuestas programáticas y organizativas. Las mujeres del Frente, espacio liderado por Liliana, era un fuerte colectivo donde participaban valiosas especialistas y militantes que después de dictaduras y exilios, traían los aportes académicos y sociales de las nuevas miradas.
Liliana fue Convencional constituyente de la Ciudad de Buenos Aires, en el texto constitucional se plasmaron muchas de esas ideas, aporte a la construcción de un Estado garante del pleno acceso a los derechos humanos para el conjunto de la población.
En la primera Legislatura porteña, donde compartimos con Liliana las bancas de legisladoras del Frepaso, tuvimos la preciosa tarea de elaborar, debatir y consagrar las primeras leyes fundantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: La ley básica de salud, la ley de salud reproductiva, la ley de salud mental, la de protección integral de niños niñas y adolescentes. En todas ellas una mayoría progresista y transversal a los distintos partidos políticos posibilitó la construcción de un andamiaje legislativo de avanzada y pionero que todavía da respaldo a los derechos de los habitantes de nuestra ciudad.
Liliana apostaba a construir mayorías. En esto tuvimos fuertes debates. ¿Hasta dónde llegar con las iniciativas políticas? ¿Cómo superar los condicionamientos del sistema? Era el viejo debate entre reforma y cambios transformadores. El establishment pudo más, nos ganó la pulseada.
Con el derrumbe del 2001 dejamos de frecuentar los espacios comunes. A pesar de la debacle, Liliana mantuvo la tenacidad y la mirada puesta en la búsqueda de nuevas estrategias y diversas tareas de investigación periodística. Se concentró en una de las asignaturas pendientes de la democracia y de los derechos de las mujeres: la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Integrante fundamental y activa de la Campaña la vimos en la Cámara de Diputados hace pocas semanas, en la presentación del nuevo proyecto de ley.
Critica de las prácticas testimoniales, su vida misma –desde los largos años de cárcel en la dictadura, hasta la manera corajuda de enfrentar su enfermedad– constituye un testimonio de compromiso con los derechos humanos y un ejemplo de dignidad personal. Valió la pena, Liliana, y en ello va nuestra admiración y reconocimiento.
* Ex legisladora Frepaso.
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