EL PAíS › EMPIEZA EL DESEMBARCO EN
LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Fernandeces
El ministro del Interior, Aníbal Fernández, se lanza a la carrera por la gobernación a fines de febrero o principios de marzo. Cuenta con el beneplácito de Kirchner, que también especula con la imagen de su mujer, Cristina Fernández, como posible competidora. Conversaciones con Duhalde y Felipe Solá.
Por Sergio Moreno
Aníbal Fernández se lanzará a caminar la provincia de Buenos Aires a fines de febrero o principios de marzo. “Caminar” significa andar los caminos de la provincia intentando sumar adhesiones –en el PJ y fuera de él– para su proyecto: suceder a Felipe Solá en 2007. “Quiero ser gobernador; yo no me paro, que me pongan adelante a cualquiera que le doy pelea”, dice el ministro del Interior a su task-force. El viernes pasado, mantuvo una reunión con Solá en La Plata para anunciarle que comienza a rastrillar el territorio y para coordinar esfuerzos en un proyecto común. No podría decirse que hubo allí fumata alguna, pero la reunión, en la que se habló exclusivamente de política, fungió también como una señal hacia afuera, verbigracia, hacia miles de ojos en el duhaldismo y, si se quiere, en la Rosada.
El lanzamiento del ministro del Interior que se concretará en días más –y fuera anunciado en esta columna hace tres meses, cuenta con el OK del Presidente, Néstor Kirchner. No podría decirse lo mismo de Eduardo Duhalde, aunque el caudillo de Lomas de Zamora conoce los anhelos de su ex secretario general y ex ministro de la Producción.
La provincia de Buenos Aires siempre ha sido una porción apetitosa para todo peronista que precie el poder; tan apetitosa como difícil de cortar. Duhalde, en plena transición de su retiro –tal como reveló a Página/12 hace tres semanas–, y a pesar de ello, sigue manejando manu militari las voluntades del peronismo provincial. Así y todo, el ex presidente imagina dejar al PJ ordenado para evitar su balcanización y pergeña una CAP que conduzca los destinos del justicialismo bonaerense hasta tanto surja un liderazgo que pueda domarlo. Su mujer, Hilda “Chiche” González, lejos de las peleas partidarias apunta al sillón que otrora ocupó el caudillo, en La Plata. Para eso junta a los viejos condottieri que conforman el tejido del poder conurbanero del duhaldismo. Su figura encuadra a más de uno que se siente con derechos de correr la carrera que lleva al pasaje Dardo Rocha. Si Chiche resignara sus aspiraciones –hecho para nada improbable–, varios serán los nombres que saltarán a la arena, con distinta suerte.
Por si faltase algo en esta mesa de arena, el presidente Kirchner juega al suspenso con la dama. Fue en esta columna, hace ya tres meses, que por primera vez se mencionó la posibilidad de que Cristina Fernández de Kirchner pudiese saltar de distrito y competir, quizás, por la gobernación. Después de la Navidad, el subsecretario general, Carlos Kunkel, lo dijo sin ambages. Debido a lo temprano que asomaron los anhelos, la provincia es un revuelo de conjeturas y maquinaciones donde nadie está tranquilo.
Aníbal Fernández es uno de los hombres que quiere suceder a Solá. Para ello, prolijamente, primero se ha impuesto mantener una larga conversación con Duhalde. Tres semanas atrás, en la casa de Lomas de Zamora del ex presidente, ambos mantuvieron una plática equívoca. Los dos sabían de lo que se estaba hablando, pero nadie le ponía palabras a lo obvio. Y lo obvio, de tanto serlo, fue obtuso. Nada quedó claro en esa conversación, al menos lo que le interesaba al ministro: que él competiría pasara lo que pasase. Ahora, Fernández espera concertar otro encuentro con el ex presidente, que reparte su tiempo en sus labores en el Mercosur y en atender la salud de su longeva y enferma madre.
¿Qué pretende el ministro? “Decirle a Duhalde que va a competir por la provincia. Y si bien no aspira a obtener su bendición –que sería magnífico–, quiere que, al menos, Duhalde no le levante los teléfonos para operarle en contra”, cuentan los colaboradores del ex intendente de Quilmes, que a pesar de ir alejándose poco a poco del duhaldismo, reconoce una deuda de gratitud con el pretor bonaerense.
“Duhalde ha sido muy generoso conmigo, muy leal –cuenta el ministro en la intimidad–. Sólo me cagó una vez, cuando quise ser vicegobernador de Felipe (Solá)”. En aquella oportunidad, el por entonces presidente de la Nación optó por Graciela Giannettasio. Un día antes, Fernández se había peleado con Duhalde y con Alfredo Atanasof a los gritos. Veinticuatro horas después, Fernández entró al despacho de Duhalde y le preguntó: ‘¿Ya está lo de Graciela?’. ‘Sí’, le dijo; dibujaba en un papel sin mirarlo. Duhalde siguió: ‘Vos tenés que ser diputado nacional. Para ser gobernador, no tenés que ser intendente ni legislador, tenés que ser una figura nacional’, le dijo a Fernández, a la sazón su ministro de la Producción.
Esa máxima encierra la lógica que siguió para elegir a Carlos Ruckauf y, después, a Felipe Solá.
“Pero el dedo, hoy, no va más”, dicen, desafiantes, en la Casa Rosada.
El ojo del amo
Kirchner observa el panorama bonaerense y aprende. “No es la cima de la victoria lograr cien victorias en cien batallas. El sumo de la habilidad es someter al enemigo sin ingresar en la guerra”, dice Sun Tsú en el Bing Fá o El arte de la guerra. El Presidente parece conocer la máxima del estratega chino cuando mueve sus piezas –su dama– según le convenga, generando nerviosismo y escozores en el campo adversario. Cristina es su dama; Fernández (Aníbal) bien puede ser su alfil.
Tres meses atrás, Página/12 adelantó que el ministro del Interior contaba con el beneplácito del Presidente para caminar por territorio duhaldista. “Para que sea el número uno o para que sea el coequiper de la dama”, había dicho en su momento a este diario uno de los pares de Fernández en el gabinete nacional. Kirchner escuchó el deseo de su ministro en un relato que le hiciera el propio Fernández sobre la decisión de caminar la provincia. “Le dio aire”, contaron a Página/12, tras la reunión, los laderos del quilmeño.
En la Casa Rosada le dan marco teórico a esta pelea que se viene en el distrito más grande del país, desde una óptica –obviamente– propatagónica. Los conceptos son algo más o menos como lo que sigue:
- “Hay que armar una dirigencia nueva, y Kirchner permite y alienta su nacimiento. Hay que ver quién se sube a esta ola.”
- “Si esperás un año y medio y después abrís los locales, ponés los afiches y hacés como que no ha pasado nada, que nada ha cambiado, estás en pedo. Y te vas a morir.”
- “Esta es una transición y los melones se van acomodando en el carro. Hay que empezar a hacer los cambios en plena transición.”
- “El PJ no importa, es lo de menos. Kirchner está construyendo un nuevo liderazgo con el peronismo y por fuera de él”.
Quienes hablan con él, han escuchado al ministro del Interior decir que “yo voy a estar en este cambio. Supongo que otros como yo también. Hay lugar para armar un proyecto desde el peronismo, pero que contenga a otros sectores por fuera del peronismo. Kirchner te impulsa en ese sentido y yo lo voy a hacer así”, dice Fernández.
Con Felipe
Fernández y Solá se encontraron en La Plata el viernes pasado a la mañana. Durante más de dos horas hablaron estrictamente de política. Fernández le comentó que se lanzaba, que comenzaba a recorrer el territorio y que estaba dispuesto a acordar reglas con el gobernador. La relación entre ambos siempre fue respetuosa y cuidadosa a la vez.
Cuando Fernández fue secretario general de la Presidencia de Duhalde, le ofreció a Solá, en siete oportunidades, ser ministro suyo: de la Producción, de Gobierno, de Seguridad, de Acción Social o Jefe de Gabinete. Solá siempre dijo que lo pensaría, pero nunca acordaron nada.
En la reunión del viernes, en La Plata, ambos obtuvieron sus frutos. A Fernández le sirve como coartada por si, en un futuro, el gobernador llegara a quejarse por su “caminata”. No obstante, Solá elogió la faena del ministro en el Gobierno nacional. También, el encuentro se antoja una señal para el duhaldismo y, con menor intensidad, hacia la Casa Rosada. El gobernador se muestra activo en la construcción de una alianza, que puede fraguar o no.
Sin embargo, en la Casa Rosada ven a Solá indeciso y sin proyecto político. Un importante consejero del Presidente lo definió de la siguiente manera ante Página/12:
- “Felipe tiene que hacer algo urgente, posicionarse con un proyecto de poder que genere expectativas. De lo contrario, le van a colgar el síndrome del ‘pato rengo’ en poco tiempo y estará en problemas.”
- “El debería generar un discurso de candidato nacional, apuntar por ejemplo a ser el vice de Kirchner para el segundo mandato. Es un muy buen lugar para un ex gobernador de Buenos Aires y te deja bien parado para ser presidente en el futuro.”
- “Pero Felipe no sabe lo que quiere. No termina de definirse y no está con nadie, ni con Duhalde ni con Kirchner. Debería hacer gestos fuertes, inequívocos, para que se entienda que su alianza es con Kirchner.”
CFdeK
“Si va Cristina (a competir en la provincia de Buenos Aires), sube el piso. Los bonaerenses lo van a ver muy bien, porque es un cuadrazo y mejora la calidad de la política en la provincia. Para ganarle hay que hacer mucho, trabajar mucho”, reflexionan en Balcarce 50 sobre el hipotético caso de que la primera ciudadana decida dar la madre de todas las batallas. No obstante, los consejeros más sensatos del Presidente no hablan de inminencias. Especulan: “Hay que ver si juega. Néstor (Kir-
chner) es habilísimo en política. El la muestra y la esconde, la lleva y la trae. Es muy temprano para decir qué va a hacer Cristina finalmente, pero su sombra está. Felipe (Solá) dijo que es el desembarco en Normandía. No lo es, por ahora”.
Entonces, ¿qué es?, ¿qué significa? Apelemos, una vez más, a Sun Tsú. Decía: “El enemigo es codicioso. Atráelo con señuelos, ofrécele pequeñas ‘victorias’. Debes provocar el caos en las filas del enemigo y aprovechar sus desacuerdos para acometerlo”.
Gran diferencia: Duhalde no es el enemigo de Kirchner, ni viceversa. Por el contrario, forman, los dos, un eje estratégico sobre el cual se asienta gran parte de la gobernabilidad.
Por ahora.