EL PAíS
› EL GENERAL REIMUNDES FUE EL ARTICULADOR DE LA CENA DE PATRICIOS
Así no hay Hepatalgina que alcance
Nuevas revelaciones de la reunión del jueves a la noche en Patricios de la que informó ayer Página/12. La pieza clave fue el general que apostaba a la continuidad del menemismo. El papel de Nosiglia y su nexo con Massot, Raúl García. Mercado Abierto al ataque.
› Por Martín Granovsky
La cena clandestina en el Regimiento de Patricios de la que informó ayer en exclusiva Página/12 tuvo ayer otra derivación: una investigación del Gobierno determinó que el articulador principal fue el general retirado Daniel Reimundes, a quien el presidente Néstor Kirchner sacó del servicio activo junto con el jefe de Estado Mayor del Ejército Ricardo Brinzoni. Reimundes se suma así a dos personajes centrales cuya presencia fue anticipada por este diario, el operador radical Enrique Nosiglia y el director del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, Vicente Massot.
La cena, a la que según funcionarios del Gobierno asistieron unas 70 personas, se realizó en el casino de oficiales de Patricios el jueves por la noche.
A las diez y media de la noche, por orden presidencial, irrumpieron el ministro de Defensa, José Pampuro, y el número dos del Ejército, el general Mario Chretien, acompañados por el jefe del Cuerpo Uno, con sede en Palermo, Carlos Antonio Esteves.
La sorpresa fue tan grande que solo un gran silencio recibió a Pampuro. El silencio de cuando cae el dueño de casa a su propio hogar y descubre una fiesta a la que, además, no había sido invitado.
Página/12 reprodujo ayer el diálogo entre Pampuro y Nosiglia.
–Ojo que no estamos conspirando –dijo Nosiglia.
–Eso que decís me garantiza que sí –repuso Pampuro.
“Estamos reconstruyendo la lista completa e investigando qué fue a hacer cada uno de los que participaron”, dijo el funcionario consultado por este diario. “Por lo pronto hubo tres altos oficiales de la Gendarmería, uno de ellos retirado pero con funciones actuales fuera de la Capital Federal, que estuvieron y no alcanzaron a escabullirse”, dijo, aunque se negó a revelar los nombres con el argumento de que “no queremos un paso en falso con la información”.
En el reportaje publicado ayer aquí, Kirchner habló de conspiradores “a la nueva usanza”, y definió las características novedosas en que no buscan derrumbar el régimen democrático sino trabajar desde adentro y, si pueden “desde adentro de las estructuras del Estado”. Kirchner los asoció a la pulseada permanente que mantiene con los grandes grupos de poder económico.
Según el Gobierno, Nosiglia no hizo más que decir una obviedad.
“No se arma una cena en un regimiento para fraguar planes concretos”, es la interpretación. “En todo caso, fue una cena de camaradería para fortalecer contactos teniendo en cuenta que este tipo de cosas nunca salen a la luz y quedan como un quincho más”, siguió el razonamiento. “Bueno, esta vez no quisimos que todo quedara en secreto y el Presidente mandó a Pampuro.”
Interpretada así, la presencia sorpresiva del ministro acompañados por dos generales fue también una pulseada en sí misma.
Reimundes, llamado “El dragoncito” por ser hijo de Manuel Reimundes, a quien llamaban “El dragón verde”, fue un movedizo agregado militar en Washington y con Brinzoni ocupó la secretaría general del Ejército, el puesto político clave, justo cuando Brinzoni intentó negociar la impunidad de los crímenes de la dictadura con la Corte Suprema a través de los obispos más duros de la Iglesia católica.
Como Brinzoni, ligado también al cuñado de Fernando de la Rúa Basilio Pertiné, Reimundes apostaba al triunfo de Menem en las elecciones. Su plan era, también, perpetuar un sistema de poder que recibía respaldo de Nosiglia y de José Horacio Jaunarena, otro de los presentes en la cena del jueves. En la teoría Reimundes debía ser el sucesor de Brinzoni al frente del Ejército.
El engranaje entre Nosiglia y Jaunarena era el ex periodista Raúl García, que fue jefe de gabinete del segundo cuando Jaunarena ocupó por última vez el Ministerio de Defensa con Eduardo Duhalde de Presidente. García tiene una relación orgánica y pública con Vicente Massot, el dueño del diario bahiense que en la dictadura apostó con mayor fanatismo a la represión ejercida por Massera.
Massot fue también viceministro de Defensa con Carlos Menem. Es el mismo que el último sábado, en un reportaje concedido a La Nación, describió al último gobierno militar como una oportunidad perdida. Dijo textualmente: “El gobierno militar era el primer gobierno de la Argentina en el siglo XX que tenía derecho a la vida y a la muerte. El gobierno militar es uno de los grandes responsables de la decadencia y la frustración argentina, porque tenía la posibilidad fáctica de hacer lo que le viniera en gana. No tenía que rendirle cuentas a nadie sobre cómo se decidían las políticas públicas. Y sin embargo, terminó seis años después en una verdadera catástrofe”.
Es la primera vez, en los últimos años, que alguien no condenado por genocidio expresa su disgusto no por la masacre sino porque, a pesar de la masacre, una dictadura no cumplió el programa que al parecer Massot imaginaba para ella.
La presencia de Nosiglia en una cena como ésa indica que, como Massot, Reimundes o García, no está en retiro efectivo sino, en todo caso, activo. El Gobierno ubica su papel como otro de los articuladores en resortes del Estado que van desde el PAMI hasta la política porteña de punteros, donde puso su aparato al servicio de Mauricio Macri, pasando por intentos de controlar sectores clave en las fuerzas de seguridad.
La pesquisa oficial tiene en cuenta quién fue el anfitrión, el general retirado Ernesto Bossi, que actualmente preside la Sociedad Militar Seguros de Vida, una mutual que podría ser más una posible víctima que un victimario de los contactos del jueves. No sería la primera vez que ocurre. La Sociedad, a la que muchos militares de menores recursos recurrieron alguna vez en busca de préstamos para su casa o para consumo, fue víctima una vez de los manejos del Banco Comercial de La Plata, de la familia Trusso, cuando Antonio Quarracino era arzobispo platense y el sacerdote Jorge Toledo su secretario privadísimo.
Una de los mayores interrogantes es qué hacía en la cena Miguel Iribarne, uno de los directivos de M.A.Bank, Mercado Abierto, junto al ex financista de Palito Ortega Aldo Ducler, que también fue operador económico de los hermanos Ciccone, de la omnipresente Ciccone Calcográfica que benefició a políticos como Armando Gostanian, Carlos Menem y Carlos Ruckauf.
De acuerdo con el informe sobre lavado producido por la entonces diputada Elisa Carrió con fuentes norteamericanas, Mercado Abierto estaba ligado al Cartel de Juárez en operaciones de lavado de dinero. La Reserva Federal de los Estados Unidos dictaminó que operatorias de Mercado Abierto confesadas por Iribarne “violan las prácticas habituales”.
Subnotas