EL PAíS › DEL CORTE DE RUTA AL “PIQUETE A LAS GANANCIAS”
Nuevas tácticas de protesta
Algunas organizaciones ven el corte como un recurso desgastado y otras se sienten en otra etapa. La táctica ahora pasa por escraches, boleterías abiertas y pedidos de empleo legítimo.
Por Laura Vales
¿Están agotados los cortes de ruta? El debate viene recorriendo el interior de las organizaciones piqueteras. Y aunque sólo algunas agrupaciones dicen abiertamente que sí, que el método se desgastó, no hay sector que no venga probando otras formas de protesta. Ellas van de levantar las barreras de los peajes al bloqueo de empresas y apuntan con mayor frecuencia que antes a marcar la responsabilidad de las multinacionales por los niveles de pobreza y desocupación.
Piquetes a las ganancias
Así llaman los desocupados del Bloque Obrero Popular (BOP) a la nueva etapa de sus protestas. Con la cara tapada para no ser identificados por las cámaras de seguridad, rodean las boleterías de las estaciones de trenes e impiden la venta de boletos, invitando a los pasajeros a viajar gratis. Si la manifestación es en una fábrica, el método usado es el piquete clásico, por el que no dejan entrar ni salir camiones. Lo han hecho en Quilmes, Massalin Particulares, Repsol-YPF, Trenes de Buenos Aires y Metropolitano. En esta última compañía, que maneja la concesión del ferrocarril Roca, accedieron así a 52 puestos de trabajo.
El cambio obedece a que el BOP está buscando centrar su esfuerzos no tanto en conseguir subsidios sino empleo genuino. Para el dirigente José Villalba, el mayor riesgo de hacer bloqueos es “generar un enfrentamiento entre desocupados y trabajadores”. Por eso realizan acercamientos previos con la gente en cada lugar, y en las negociaciones con las empresas reclaman el mejoramiento de las condiciones laborales, lo que les da cierto respaldo entre los empleados.
Existe también otro motivo de fondo para este modo de protesta, y es que las organizaciones piqueteras que lo impulsan creen que deben elevar sus niveles de confrontación. “Después de 8 años de lucha pensamos que estamos en otro escalón, que tenemos que adoptar la madurez de dar la pelea por el trabajo genuino y mejores condiciones de trabajo en unidad con la clase obrera”, dice Villalba.
Escrachar al ministro
Desde un lugar casi opuesto, porque se trata de organizaciones que lejos de pensar en elevar los niveles de confrontación hablaban de bajarlos, está el caso de los MTD Aníbal Verón. Durante el verano, el Ministerio de Desarrollo Social bonaerense hizo un reempadronamiento y dio de baja a 20 mil planes. Por ese ajuste la provincia estuvo dos meses con cortes de ruta continuados. El 6 de mayo, luego de varias protestas que no obtuvieron respuesta, los MTD probaron una batería de recursos. Un grupo de militantes se encadenó al Ministerio de Desarrollo Social en La Plata e inició allí una huelga de hambre, mientras 700 personas armaban un campamento en la plaza Moreno. Pero lo que realmente funcionó fue un escrache en el Jockey Club al ministro de Desarrollo Social Juan Pablo Cafiero.
La ceremonia se hacía para entregar subsidios a ONG que trabajan con discapacitados. Cuando ya había comenzado, con funcionarios y asistentes reunidos en el Salón de los Espejos, los desocupados irrumpieron en el lugar y pidieron explicaciones por las bajas. Cafiero tuvo que dejar el palco para atenderlos y aunque al otro día los acusó públicamente de haber “tomado como rehenes a personas mayores y discapacitados”, los MTD resolvieron su problema.
“Nosotros habíamos discutido muchas veces si seguir o no cortando la ruta y habíamos decidido priorizar el trabajo interno, estar menos en la calle. El dilema se nos presentó con la caída de los planes en provincia. Fue el mismo gobierno el que nos sacó a la calle”, señaló Luis Hessel, del MTD de Ezeiza. “Creemos que estamos en una etapa en la que tenemos que resistir, en la que los cortes están deslegitimados. Existe un debate sobre si los cambiamos o no, pero hasta ahora muchas alternativas no vemos. La verdad es que, aunque probamos otras cosas, el corte de ruta sigue siendo la medida más fuerte.”
Contra Repsol
El incendio en la puerta de Repsol-YPF durante una protesta del Movimiento Teresa Rodríguez fue antecedido de un largo debate. Durante los cuatro meses previos al escrache, la organización había prácticamente suspendido sus manifestaciones. “Usamos ese tiempo para una discusión interna, porque considerábamos que salir a cortar rutas, tal como se estaba haciendo, era contraproducente”, dijo Roberto Martino.
El MTR hace la siguiente lectura de situación: “Los sectores medios e incluso parte de los trabajadores vieron con malos ojos desde el principio el reclamo por planes de empleo. La crisis del 2001 nos unificó transitoriamente, pero pasado ese momento, con la vuelta de cierta normalidad, las capas medias retomaron su desagrado por los cortes. Pensamos que el Gobierno tomó nota de este cambio y nos llevó a un desgaste: nos cortó una gran cantidad de planes, con lo que generó un conflicto para que las organizaciones piqueteras salieran a la calle de cualquier manera. Eso llevó a un hastío. Por eso mismo había que variar el método y la forma de encarar el reclamo”.
En cuanto al modo de expresarlo, después del escrache a Repsol, el MTR lanzó una campaña para que la Justicia “haga cumplir los derechos garantizados en la Constitución nacional: el derecho a trabajar, a tener atención de la salud, educación, a que los trabajadores participen de las ganancias de las empresas”. Martino señala que la protesta piquetera debe escapar de los pedidos de planes y volver a plantear el reclamo “por la plena vigencia de nuestros derechos sociales y humanos, consagrados por la Constitución, porque lo que está en juego es nuestra vida”.
¿Y el método? ¿No favoreció el escrache a YPF la estigmatización de los piqueteros? Para Martino, “las críticas son parte de la pelea. Es lógico que la inmensa mayoría de los medios digan lo que dicen, en cierta medida es la demostración de que lo que uno planteó tuvo efectos. En las entrevistas, el discurso es casi siempre el mismo: ‘tienen razón en el reclamo, el reclamo es legítimo, pero lo que cuestionamos el método’ nos dicen. Pero la verdad es que nos critican igual, con independencia del método, porque dicen lo mismo cuando cortamos la ruta, con las marchas, con los escraches y también cuando solamente hablamos”.
En los peajes
Incluso el sector que más cortes de ruta impulsó en los últimos meses, el de la Asamblea Nacional de Trabajadores, apeló entre sus últimas movidas a levantar la barrera de los peajes. De esta manera no interrumpen el tránsito sino que lo facilitan, haciendo un guiño a los sectores medios que viajan gratis. Néstor Pitrola, del Polo Obrero, dijo que el balance de esa modalidad de protesta fue “positivo porque golpeó a una privatizada, golpeó también al poder político y fue buen recibida por los automovilistas”.
El dirigente opina que “el corte de ruta es el método por excelencia del movimiento piquetero, de los que no están insertos en la producción”. Pero “su problema es que su repetición hace perder fuerza frente al poder político, que es el destinatario del reclamo. Otro aspecto negativo de los cortes es que nos enfrentamos con los automovilistas sin quererlo, porque el objetivo no es perjudicarlo sino interrumpir la producción o la circulación de mercancía. Por eso en el interior del país a veces se hacen cortes selectivos, donde pasan los autos y no los camiones”. Las tomas de edificios, como la de esta semana en Repsol, los bloqueos de ministerios y las ocupaciones de tierra son otras de las medidas cuyo uso creció a lo largo de este semestre. Su aumento no significa que los cortes de ruta vayan a desaparecer. Esperar eso, dicen, sería como querer que en los conflictos laborales no se use la huelga. Pero sí son un indicador de que la protesta piquetera tendrá una mayor complejidad.
Para los desocupados, la búsqueda implica nuevos riesgos. Por medidas como las mencionadas en esta nota ya se han iniciado denuncias judiciales por coerción, coacción, usurpación y privación ilegítima de la libertad. En más de un caso se trata de figuras para las que se prevén penas más severas que el corte de rutas.