EL PAíS
Kirchner recibirá a la cúpula de la nueva CGT, con Barrionuevo de colado
Será el martes en la Casa Rosada y constituirá el primer encuentro de Kirchner con la CGT. La conducción que encabeza Moyano llevará un reclamo salarial. El camionero ayer se diferenció de los piqueteros.
Por Diego Schurman
Sin hacer mucho ruido, Néstor Kirchner promovió para el próximo martes dos hechos inéditos. El primero es que hará su debut en un encuentro con la CGT, a quien esquivó durante los 14 meses de gestión. El segundo es que, al hacer la invitación extensiva a todo el Consejo Directivo, es probable que uno de sus más conspicuos integrantes, el gastronómico Luis Barrionuevo, diga presente en la Casa Rosada. Para los despistados: se trata de uno de los enemigos declarados del Presidente.
La reunión fue solicitada por Hugo Moyano, Susana Rueda y José Luis Lingeri, la flamante conducción cegetista, en su nueva versión unificada.
El triunvirato asumió con la expresa intención de convertirse en interlocutor del Gobierno.
A Kirchner la CGT puede resultarle funcional. En especial para su proyecto de ir desplazando de la calle a los grupos piqueteros duros. De aislarlos. Por eso al Presidente le sonó como música las declaraciones de Hugo Moyano diferenciándose de estas agrupaciones. “No compartimos su metodología de cortar las calles”, arrancó. Aunque luego bajó el tono: “Claro que sería descabellado enfrentarnos con los que no tienen trabajo”.
Anteanoche, Kirchner felicitó a Moyano. Acordaron verse la próxima semana. Ayer hubo más saludos desde el Gobierno. Algunos telefónicos, como el que realizó el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y otros mediáticos, como el del titular de la cartera de Interior, Aníbal Fernández.
En medio de tan buena predisposición, sigue habiendo un tema que hace mucho ruido en Casa Rosada. El “tema” se llama Barrionuevo. En el Gobierno no cayeron muy simpáticas las declaraciones que ayer hizo acerca de que “Kirchner necesita ayuda”. Temen que detrás del sindicalista esté la mano de Eduardo Duhalde buscando sacar provecho en la interna justicialista.
En diálogo con Página/12, el gastronómico reconoció el miércoles su mala relación con el Presidente y su mujer, la senadora Cristina Fernández. Pero dijo que como peronista y miembro del Consejo Directivo de la CGT quiere “ayudar y acompañar” a Kirchner. En Gobierno aseguran que un abrazo con Barrionuevo no es otra cosa que un abrazo de oso.
Si el Presidente no se arrepiente de la invitación, o el sindicalista no opta por el faltazo, todo indica que estos enemigos históricos se verán la cara el martes luego de acusarse mutuamente por los males de la humanidad. De todos modos no será una cita privada: estarán presentes los otros 32 integrantes del Consejo Directivo cegetista, el triunvirato incluido.
La reunión se acordó por vía formal. Y los sindicalistas anunciaron que allí llevarán un documento que condensará sus preocupaciones, entre ellas la necesidad de un incremento salarial, un tema que seguramente deberá remitirse al olvidado Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil que funciona en la órbita del Ministerio de Trabajo.
Tanto Moyano como Rueda y Lingeri hablaron permanentemente de recuperar el trabajo genuino, de luchar contra la “exclusión”. En ese sentido, expresaron la necesidad de una “nueva distribución de la riqueza” para terminar con la concentración.
El trío también tuvo tiempo para festejar. Luego de días de fervientes negociaciones entre la CGT “rebelde” y la CGT “oficial” para lograr la unidad, la nueva conducción organizó un asado en el gremio de los camioneros. Y, además, se dio el lujo de anunciar “chapa y pintura” para el edificio histórico cegetista de Azopardo e Independencia.
Evidentemente no había lugar para las malas noticias: por eso Moyano desactivó rápidamente una protesta que los empleados del edificio le hicieron antes de la comilona. Le reclamaban unos 50 mil pesos en concepto de salarios adeudados y el sindicalista dijo que el faltante se saldará la próxima semana.
El único que desentonó fue Oscar Lescano. El lucifuercista planteó que “habría que disponer un paro de 24 horas en señal de protesta por todo lo que está sucediendo”. Aludía, según dijo en Radio Cooperativa, a losíndices de desocupación. Sus colegas lo desautorizaron. Nadie entendió el “exabrupto”. Y mucho menos en vísperas de la reunión con Kirchner.