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Insertarse en el mundo
Por José Natanson
“La mejor política exterior comienza por una buena política interna”, sostiene Juan Gabriel Tokatlian en Hacia una nueva estrategia internacional. El desafío de Néstor Kirchner, resultado del trabajo de un equipo de investigación que elaboró 25 propuestas concretas en materia de relaciones internacionales, bajo la tesis de que la Argentina necesita elaborar una nueva estrategia –técnicamente sólida, consensuada en lo interno y sostenida en el tiempo– de inserción en el mundo.
El análisis, insinuado en el prólogo de Carlos Bruno, parte de una visión que va a contramano del sentido común. Contra lo que podría pensarse –sostiene Tokatlian–, la política exterior de los ’90 estuvo lejos de ser pragmática y realista. “En realidad, resultó bastante desacertada, algo ilusa y escasamente funcional”, asegura.
El autor recuerda que la Argentina reclamó un status de país desarrollado (un lugar de miembro pleno de la OTAN) al tiempo que perdía relevancia en el sistema internacional e incluso, a partir de diciembre de 2001, se convertía en un foco de inestabilidad regional. El ejemplo (¿alguien recuerda la propuesta de Jorge Castro?) es pertinente y constituye una de las ventajas del libro, donde cada conclusión se ilustra con casos o datos, marcando una diferencia con esos textos académicos abstractos, alejados de la realidad y de la historia.
Como resultado del realismo mágico de los ’90, Argentina “pasó de ser un país intermedio en el sistema internacional, con capacidad de iniciar políticas, como la integración a través del Mercosur, e impulsar agenda, por ejemplo en el terreno de los derechos humanos, a convertirse en un actor netamente defensivo”.
Hoy, Argentina carece de poder estructural y a lo sumo puede aspirar a mantener cierta influencia regional. La clave, entonces, es elaborar una gran estrategia internacional, partiendo de la base de que lo doméstico y lo internacional se entrelazan, que es imprescindible desarrollar la política internacional unificada con la de defensa y que todo depende de una nueva relación Estado-sociedad.
Se impone un cambio de enfoque. “Los análisis y las proposiciones en torno de la política exterior han estado dominados por referencias idílicas a la geometría y la historia”, sostiene Tokatlian. A la historia, por la idea de que “el futuro parecía descansar en un tiempo pretérito”, por la obsesión por recolocar el país en el papel que ocupó mucho tiempo atrás. A la geometría, por el énfasis en las relaciones de tipo triangular. “El ejemplo histórico de Estados Unidos-Argentina-Gran Bretaña entre fines del siglo XIX y la primera parte del XX motivó a evaluar triangularmente las relaciones Estados Unidos-Argentina-Brasil durante los ’90, aunque el poderío en los dos momentos históricos no resultaba comparable.”
En lugar de ello, la inserción debería proyectarse a partir de la aritmética y la sociología. “El país necesita otorgarles más importancia a la sumatoria de atributos de poder y a la reconstrucción de su identidad. Las preguntas principales a responder están relacionadas a identificar qué tenemos (y a qué podemos aspirar) y quiénes somos (y cómo nos vinculamos con los otros).”
Las conclusiones se sintetizan en 25 propuestas concretas: algunas son previsibles: modernizar y profesionalizar la Cancillería, resolver el default, profundizar el Mercosur. Hay otras más originales, como la idea de buscar una política común con Brasil que contribuya a evitar la ilegalidad y la inestabilidad en Paraguay. Resultado de un trabajo desarrollado por un equipo de investigación dirigido por Tokatlian e integrado por cuatro académicos reconocidos (Alberto Fohrig, Martín D’Alessandro, Luciana Ledesma y Santiago Mónaco), el libro no apunta tanto al debate teórico, sino que es un aporte al debate concreto en un momento de cambio.