EL PAíS › VALDES SE FUE CON UN CABLE A TODOS LOS DIPLOMATICOS

Enigmas en medio de una despedida

El ex jefe de Gabinete de la Cancillería definió la estrategia con Cuba como “de rostro humano”.Pero el caso Molina no tiene solución fácil.

 Por Martín Granovsky

El canciller Rafael Bielsa tuvo un gesto de reciprocidad hacia su amigo Eduardo Valdés luego de que éste actuara como fusible de la crisis diplomática y local que generó el plan de escalar políticamente el conflicto con Cuba: el lunes a la noche le permitió enviar un mensaje de despedida a todos los diplomáticos a través del sistema informático interno que distribuye los cables. Allí Valdés inscribe la estrategia de Bielsa y suya como “nuestro empeño en ponerle un rostro humano a la acción de la Cancillería”. Un empeño que, en el caso de la médica cubana Hilda Molina, todavía tiene un menú abierto de opciones y ninguna salida acordada.
En la línea del rostro humano –en rigor, una frase que acuñaron en 1968 los reformistas checoslovacos para cuestionar el socialismo stalinista– Valdés citó “la enorme tragedia de los argentinos asesinados en Miami, a cuyas viudas conseguimos ayudar mediante una indemnización”, y también las gestiones por los argentinos en España. “El mismo espíritu animó nuestros esfuerzos en los casos del doctor Quiñones y sus hijos argentinos, de Gabriela Arias Uriburu y los suyos”, enumeró. “Para nosotros no hay casos grandes ni chicos, solo vocación de servicio y la comprensión de que el dolor de un argentino, donde quiera que esté, nunca puede sernos ajeno.”
El cable, que según pudo saber Página/12 llegó como “muy urgente” por lo menos a una embajada en Europa y a otra en América latina, nombra a Néstor Kirchner como “nuestro Presidente”, rescata la relación con Bielsa (“mi amigo Rafael”) y sostiene que en la Cancillería, a la que llama “Casa” como los diplomáticos de carrera, aprendió que “no todo está perdido en la administración estatal”. En el texto Valdés se autodefine como “intérprete fiel del pensamiento del señor Presidente y del señor Canciller”, prefiere no dar detalles sobre “las razones de mi partida” y pide al final, “con mi más profundo afecto”: “ténganme por su amigo”.
La carta fue el toque de color local para una crisis que no pinta fácil después del ingreso planificado de Hilda Molina y su madre a la embajada argentina en La Habana el miércoles último antes de las 6 de la mañana.
Por lo pronto, el Gobierno enfrenta un conflicto diplomático de hecho que, además, el Ejecutivo no buscó. Si se hace el ejercicio de mirar la situación desde fuera de la Argentina, los datos objetivos indican que hubo una orden de abrir la embajada, que en los Estados Unidos un ministro planteó el caso Molina como una cuestión de dignidad, que el embajador fue convocado a Buenos Aires como protesta y que, sin embargo, la médica Molina sigue sin poder ver a sus nietos.
El menú de opciones que en la teoría se abre ahora incluiría estas variantes:
- Un encuentro, hasta ayer muy improbable, de Molina y su familia en un tercer país que no sea ni Cuba ni la Argentina. La ventaja para la Argentina es que descomprimiría la situación interna, donde el caso Molina pasó a ser un gran tema público. Pero dejar salir a Molina a España o a Venezuela implicaría, para Fidel Castro, dejarla salir, que es lo que ahora no quiere, y por supuesto abriría la hipótesis de que no regrese a La Habana.
- La reunión de la familia en Cuba, ya ofrecida por Castro, que necesitaría garantías para el cubano Roberto Quiñones, hijo de Molina.
- La reunión en Cuba de Molina, su nuera argentina y sus nietos, sin el viaje de Quiñones, cubano. Visto desde Buenos Aires, esto supondría la chance del encuentro y la Argentina habría cumplido con su papel en facilitarles a los argentinos el viaje, pero no dejaría cerrado el caso abierto con el reclamo de Molina.
Después del fracaso de su estrategia de escalada pública, la Argentina perdió cartas. Ahora la salida depende de una ecuación que quedará resuelta sabiendo cuánto quiere Castro responder a los gestos de Kirch-ner, que lo recibió con honores el año pasado y acaba de relevar a los fusiblesde la crisis, Valdés y el embajador Raúl Taleb, y cuánta dureza externa desea exhibir.

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Eduardo Valdés, mano derecha de Rafael Bielsa hasta la escalada pública con Cuba.
 
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