Dom 06.03.2005

EL PAíS  › LAS MEDITADAS OPINIONES ANTISEMITAS DEL OBISPO CASTRENSE ANTONIO BASEOTTO

“Si la pornografía es negocio, el hebreo vende pornografía. Y si la droga es negocio, vende droga”

Por Mariana Carbajal

El obispo castrense Antonio Baseotto no sólo sugirió que el ministro de Salud merecería ser arrojado al mar por repartir preservativos y se refirió en términos discriminatorios hacia los musulmanes. También atacó a los judíos. Dijo que la mayoría de la comunidad hebrea en el país “se dedica con mucha habilitad y muchísimas veces con muy pocos principios morales a grandes negocios”. Para completar su idea, Baseotto afirmó: “No le importa con qué medio se enriquece. Y si la pornografía es buen negocio, vende pornografía. Y si la droga es un buen negocio, vende droga, y si para ganar más conviene chantajear, va a chantajear. Y si para ganar más tiene que hundir la competencia por cualquier medio, lo va a hacer”. El religioso también cuestionó que “los medios para fomentar la cultura estén en manos de los hebreos”, a quienes acusó de “desintegrar las bases” de la civilización y la cultura nacional. Estas expresiones –a las que tuvo acceso exclusivo Página/12– fueron parte de un mensaje televisivo que dio Baseotto en 1986 a través del Canal 7 de Santiago del Estero. A casi veinte años de aquel episodio, sus recientes expresiones no han hecho más que confirmar que se ha mantenido en la misma senda reaccionaria y racista de siempre.
En aquel momento, Baseotto era un campechano cura cincuentón que se había hecho conocido entre los santiagueños a partir de sus dominicales apariciones al cierre de la programación del Canal 7 de la capital provincial, propiedad del poderoso empresario Néstor Ick, de aceitadas relaciones con el régimen de los Juárez. Su micro “Reflexiones espirituales” se ponía al aire a las 22.30. Su polémico sermón –que revela este diario– se emitió el 27 de julio de 1986. Fueron cinco minutos en los que dejó al descubierto su antisemitismo visceral.
En el comienzo, Baseotto hizo referencia a otras expresiones suyas vertidas en televisión que ya le habían costado acusaciones de discriminación al pueblo judío. “Todo fue aclarado debidamente y no pasó nada. Hoy me imagino que lo que voy a decir puede suscitar polémica, pero es necesario aclarar las cosas”, se atajó. Y se largó con una confusa disquisición sobre la definición de judío, hebreo y semita. “Evidentemente –siguió–, existe un problema con la comunidad hebrea que no existe con la comunidad japonesa, inglesa ni árabe ni italiana. Son distintos. Y me refiero a la colectividad, no a las personas. En mi infancia –enfatizó– hice toda la primaria teniendo de compañero de banco a Benjamín Crivolk...”
Luego de establecer, como tantos, que tuvo amigos judíos, el entonces cura agrega que el cristiano tiene que hacer un “planteo teórico” ante este problema: “El pueblo hebreo como tal ha rechazado a Jesús de Nazareth, juzgándolo como mesías falso. Al rechazarlo a él, en buena lógica, no puede admitir su obra y tratará de destruirla”. Pero, explica Baseotto, pocos lo hacen porque para eso hace falta que “el hebreo practique su religión hasta sus últimas consecuencias”.
“Pero la mayoría de la comunidad hebrea no practica su religión como la mayoría de la comunidad cristiana”, aclara el cura. “Se dedica con mucha habilidad, y muchísimas veces con muy pocos principios morales, a grandes negocios. Son quienes mueven más capital en el mundo. Es que están enceguecidos por el tener, no por ser hebreos (...), no le importa con qué medio se enriquecen. Y si la pornografía es buen negocio, (el hebreo) vende pornografía. Y si la droga es un buen negocio, vende droga, y si para ganar más conviene chantajear, va a chantajear. Y si para ganar más tiene que hundir la competencia por cualquier medio lo va a hacer”, enumeró el entonces cura mediático.
En su sermón televisivo, Baseo-tto concluyó con las siguientes frases: “... no podemos tolerar que (en) nuestra civilización occidental y cristiana los medios para fomentar la cultura estén en manos de los hebreos, la educación del país esté dirigida por hebreos y, en lógica, es transformar una civilización occidental y cristiana en oriental y hebrea. No es honesto ni cristiano ir contra una comunidad, pero no es de gente lúcida y coherente el permitir que se desintegren las bases de su civilización y su cultura, orientándola hacia una ideología que no corresponde a su ser nacional”.

Muy cerca del nazismo

En aquel momento las autoridades de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos de Santiago reaccionaron con gran indignación. En una declaración enviada a los medios locales señalaron su “profundo desagrado” por las afirmaciones del religioso: lo acusaron de usar “inconsistentes argumentos” que “alguna vez se utilizaron en la Alemania nazi”, de sostener “posiciones cercanas al odio” hacia la comunidad judía y de apelar a un estilo “totalitario y discriminador”. También advirtieron que sus palabras avanzaban sobre “derechos y garantías” establecidos en la Constitución nacional y de la provincia de Santiago del Estero.
La carta de repudio llevaba las firmas de los entonces presidente y secretario de la entidad judía, Marcos Spector y Juan Bumaguin, respectivamente. “Los conceptos (de Baseotto) no sólo constituyeron un agravio en contra de una colectividad pacífica, impropio de quien tiene por misión impartir el amor y la solidaridad entre los seres humanos, sino que comprometen seriamente la palabra misma de Su Santidad Juan Pablo Segundo, rectora del pensamiento católico, cuando señala que la Iglesia ‘deplora el encono, las persecuciones y las manifestaciones de antisemitismo dirigidas hacia los judíos en cualquier época y por cualquier persona’”, señalaron en la declaración, publicada en parte el 17 de agosto de 1986 en el diario El Liberal de Santiago.
La Sociedad Israelita denunció el hecho “a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la provincia, medios de comunicación locales y nacionales, Ministerio del Interior, Obispado de Añatuya y al Episcopado Nacional”, según surge de aquella declaración pública.
En otra carta, la entidad se quejó por las apreciaciones públicas del religioso ante el empresario Ick, presidente del directorio del Canal 7.
La Conferencia Episcopal Argentina le contestó a través de su secretario general de entonces, monseñor Carlos Galán, quien no hizo más que apenarse por las palabras de Baseotto. Al menos fue algo. Por estos días, la actual conducción de la CEA prefirió el silencio ante las recientes expresiones de Baseotto contra el ministro de Salud, Ginés González García, en las que dijo que merecía que “le cuelguen una piedra de molino y lo arrojen al mar”, por repartir preservativos y por su posición en favor de la despenalización del aborto.
“Lamento profundamente que Uds. hayan tenido el ingrato episodio que mencionan”, le escribió Galán a Spector el 9 de octubre de 1986. “Quizás –le detalló– deba aclararles que la Conferencia Episcopal no tiene jurisdicción directa en casos como el citado, por lo que he enviado copia de su presentación a los superiores del sacerdote en cuestión.”
Spector, ex presidente de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos, ya falleció. Página/12 ubicó a quien en 1986 era el secretario de la entidad judía. A los 82 años, Bumaguin recordó con claridad el incidente con Baseotto. “Nunca pidió disculpas. Para aliviar las cosas dejó de salir en la televisión y sus superiores lo trasladaron de la ciudad de Santiago por unos tres meses, pero después reapareció en Añatuya”, precisó.
–¿No tuvo otra repercusión el caso? –le preguntó este diario.
–No, ninguna, ni a nivel provincial, donde estaban los Juárez, ni a nivel nacional –contestó Bumaguin.
Cinco años después, Baseotto recibía el nombramiento del Vaticano como obispo de Añatuya y una década más tarde la Santa Sede lo designaba como la máxima autoridad de la Iglesia Católica para asistir espiritualmente a las Fuerzas Armadas. Con sus homilías y apreciaciones públicas –sobre las cuales este diario se ocupó en los últimos días– podría editarse elmanual del cura reaccionario y discriminador. Hace casi veinte años Baseotto escribía sus primeras páginas.

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