EL PAíS
› INTERPRETACIONES SOBRE LA REACCION A LAS PRESIONES QUE LLEGAN DESDE WASHINGTON
Entre la bronca y el antiimperialismo
¿Patriotismo ofendido? ¿Pensamiento nacional de vuelta? ¿Antiimperialismo? ¿Chivos expiatorios para zafar a una clase política? Intelectuales y políticos describen cómo ven el cambio de tono en los sentimientos y reacciones ante el FMI y EE.UU. y qué futuro le asignan al fenómeno.
Rodolfo Terragno, senador nacional por la UCR
No estoy convencido de que haya un pensamiento nacional. Los diputados se ofendieron cuando Alicia Castro mostró la bandera norteamericana, que no es más que un pedazo de tela, pero no dejan de votar pedazos de legislaciones ordenados por Estados Unidos. La reforma de la Carta Orgánica del BCRA, la Ley de Quiebras y la derogación de la Ley penal de Subversión Económica son indicadas desde Washington. En la sesión del Senado algunos decían que no podían permitir que la señora Anne Krueger y Colin Powell hablaran de la manera en que lo hicieron, y después levantaron la mano derogando una norma penal porque Estados Unidos no la quiere porque lo tiene preso a Rohm y puede afectar a otros como David Mulford. No creo que Estados Unidos quiera destruir a Argentina, por más que sus intereses no sean coincidentes. Habiendo Argentina entrado en default, hay quienes razonan que si ahora se ayudara a nuestro país, se estimularía a otros países porque el default sería gratuito: hay una intención de no sentar un precedente. Me parece que la gente está más irritada con los políticos argentinos que con los norteamericanos. Cuando vino Anoop Singh iban todos los sectores a pedir audiencia con este inspector que es en realidad virrey. Queremos ser ayudados pero no queremos ser humillados. Debería ser más fuerte nuestra posición, porque la humillación no consiste sólo en la manifestación grosera que puede hacer un funcionario demasiado franco: es más humillante querer modificar la Ley de Quiebras.
Carlos Escudé, especialista en Relaciones Internacionales
En parte, esta ola nacionalista es creada por la clase política que a través del clientelismo y la corrupción es culpable de la crisis pero necesita un chivo expiatorio. Es fácil activar emociones cuando el Fondo dice que no nos va da dar plata. La clase política ha gastado de más en forma crónica para comprar votos y ganar elecciones haciendo populismo. Se crearon empleos públicos en mayor medida de lo que es necesario y, en recesión, la Argentina no puede financiar el déficit y el Fondo no lo va hacer. Hay un factor adicional perverso. Lo que nos pasó en Argentina, que empezó a vislumbrarse con el corralito de Cavallo, no fue esencialmente culpa de los bancos. Si hay bancos en dificultades es porque el Gobierno les torció el brazo para que prestaran créditos incobrables a estados provinciales quebrados. Pero luego, para tratar de reducir pérdidas multimillonarias, los bancos transaron con el Gobierno y aceptaron cargar con parte de la culpa a cambio de perder 30 millones de dólares en vez de 50. Fue fácil para el Gobierno convertir a los bancos y a los extranjeros en general en chivos expiatorios y los bancos no se defendieron para tener una mejor relación con el Gobierno. Es fácil manejar los sentimientos de la gente y su xenofobia. Esto pasó porque este gobierno y el anterior, y el anterior, malgastaron los recursos argentinos y generaron situaciones imposibles. La gente dice que el Fondo es malo porque los chicos argentinos se mueren de hambre, pero los políticos fueron los culpables. Esta es una excelente oportunidad para la clase política para compartir el enojo de la gente con el Fondo. El FMI le está haciendo un favor a la clase política porque la está sacando del foco de la discusión.
Jorge Yoma, senador nacional por el PJ
Este creciente sentimiento nacionalista es la consecuencia lógica de las administraciones republicanas de Estados Unidos que sienten tanto menosprecio por América latina. La política del garrote genera un sentimiento antinorteamericano y es muy marcado en Argentina porque el pueblo percibe que están abusando de una situación de debilidad que tenemos. Es como si estuviesen abusando del estado de necesidad y crisis para lograr concesiones que a otros países no les piden. Por ejemplo, lo que se busca con la Ley de Quiebras es que con dos dólares las empresas extranjeras puedan quedarse con empresas de capital nacional. La Ley deSubversión Económica es para darles tranquilidad a todos los que transfieren dinero al exterior. La falta de ayuda, las declaraciones cotidianas en contra de la dirigencia argentina, hacen que crezca un sentimiento antinorteamericano. El proyecto político de EE.UU. no es profundizar el sojuzgamiento del país, sino que es la posibilidad de un excelente negocio de comprar empresas nacionales a bajo costo laboral por el desempleo profundo que existe. De esto va a surgir como resultante inevitable el construir un proyecto nacional. Con un proyecto de nación se está en mejores condiciones de negociar.
Leopoldo Moreau, diputado por la UCR
Si el nacionalismo y el antimperialismo estuvieran asociados a la idea del fracaso del modelo cultural del neoliberalismo, sería un paso gigantesco hacia adelante, paro no necesariamente ocurre así. Todavía predomina este modelo cultural. Más allá de que la gente pueda estar identificando en este momento a Estados Unidos como enemigo fundamental por la acción de los bancos norteamericanos en la Argentina, también está el reclamo de que le devuelvan los dólares. No hay una postura ideológica de la sociedad respecto al rol que juega Estados Unidos en el mundo, sino una reacción visceral. Falta mucho por transitar para que la gente comprenda.
Emilio De Ipola, sociólogo
Hay algunos sectores que frente al colapso económico responsabilizan a Estados Unidos y manifiestan críticas o encono contra lo que consideran una actitud prepotente basada en una mayor posición de poder y cantidad de recursos. La forma en que funciona el capital financiero es anónima, existen grandes flujos que no tienen centro definido, pero conocemos que hay organismos importantes como Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en los que la presencia de Estados Unidos es grande. Hasta aquí consideraría responsabilizar en parte a Estados Unidos, pero es evidente que sobre eso se montan expresiones chauvinistas y nacionalistas más que antiimperialistas, que cabalgan sobre estas posiciones críticas a Estados Unidos. La idea de antimperialismo es más compleja, porque está ligada a una tradición de una cierta izquierda mundial del Tercer Mundo. No la veo tan presente como el hecho que se critica a Estados Unidos y se afirman los símbolos nacionales y se ataca lo que no es argentino. Esto es el resorte que permite que ideologías que siempre están dormidas tengan un despertar. Todo nacionalismo es siempre negativo, no sirve para reconstruir la sociedad. Los que acusan a Estados Unidos de imperialista lo hacen como un slogan. Lo único que quiere Estados Unidos es extender sus hábitos de consumo, pero no le interesa en absoluto funcionar como imperio, sólo le interesan las ventajas que pueden tener su posición privilegiada.
Roberto Cossa, dramaturgo
La mayoría de la sociedad, sobre todo los sectores de la clase media, siempre tuvieron admiración por Estados Unidos, y lo que están comprobando ahora es cómo alentaron los golpes de Estado e impidieron salidas progresistas en cada pueblo que lo intentó. Hay un aumento de la conciencia. Mi generación hablaba de imperialismo, pero ahora lo que pasa es que hay una toma de conciencia de que hay un imperio que nos manda, aunque no hay una reacción importante. Los sectores que siempre fueron más nacionalistas son los populares. La relación con Estados Unidos se perjudicaría si hubiera un gobierno independiente como el de Hugo Chávez en Venezuela. Pero lo que le importa a Estados Unidos es defender su sistema para defender a sus empresas. Este debate es bueno para que la gente tome conciencia de lo que es la soberanía.
Jesús Rodríguez, diputado por la UCR
La crisis lleva a la búsqueda de las causas. En algunos casos se pretende depositar las responsabilidades y los orígenes en terceros. Ello no implica desconocer las consecuencias de una globalización, fundamentalmente financiera, que pone a Estados Unidos en el centro del poder. Esto relativiza nuestras propias responsabilidades. Pocos años atrás se aprobaban decisiones como las naves en el Golfo o el aliado extra OTAN. En términos internacionales, el destino de la Argentina es el Mercosur, y en términos domésticos, encontrar amplias bases de coincidencias políticas para un proyecto nacional socialmente inclusivo.
Horacio González, sociólogo
El nuevo movimiento social argentino, turbulento y complejo, navega en un bosque de símbolos. Los grandes momentos ideológicos de los pueblos son momentos combinatorios, en los que se fusionan presencias que parecen disonantes y fuerzas de aspecto discrepante. Sin duda, los elementos de autodeterminación y libertad deben estar presentes pues expresan las siempre reclamadas vocaciones libertarias y emancipatorias, que a la vez son fuertes intuiciones sobre el sentido general de la historia. También deben palparse colectivamente los elementos de crítica a la desigualdad social, que los legados socialistas tan ricos en la historia argentina interpretan privilegiadamente. El elemento democrático, que recorre por dentro a todos los anteriores, debe ofrecer el imprescindible horizonte de igualdad y participación esencial en el destino común. Y el utopismo nacional-popular debe sellar con su desafiante dramatismo todo el movimiento de este bosque de símbolos, que sin él estaría incompleto. El gesto de la diputada Alicia Castro, con su decisiva teatralidad de ideas, interpreta cabalmente a este último.
Luis Zamora, diputado por Autodeterminación y Libertad
Veo un crecimiento en la revalorización de la patria y la Argentina. Lo empecé a notar con el tema de Aerolíneas Argentina hace un año atrás. Se defiende a la patria no en un sentido reaccionario, sino de preocupación por lo colectivo frente a los Estados Unidos y el FMI. Es por eso que se grita “Argentina” en los cacerolazos o cuando se echó a De la Rúa. Es un concepto democrático de nación. Cada vez está más acentuada en las encuestas la idea de no discutir con el FMI el plan económico. Lo de la bandera de Alicia Castro en el Congreso ha caído bien en la calle. Todos dicen que nos han puesto la bandera y está creciendo un sentimiento de bronca. Cuando hace 10 años yo me paré para repudiar el homenaje del Congreso a George Bush padre fue muy polémico y en la calle me decían que les parecía equivocado. Ahora hay un sentimiento positivo que se acentúa cada vez más. Argentina debe buscar integrarse en una América latina que se rebele frente a la dominación norteamericana que ha acentuado su penetración. Ha crecido la colonización, se ve cuando la directora del Fondo amenaza con que se voten las dos leyes y pone plazos y sale por los medios de comunicación. Empieza a haber un rechazo, se tomó conciencia de que nos ha ido muy mal los últimos 20 años de decadencia y corrupción.
Ema Cibotti, historiadora
Esto es sólo un gesto que despierta ecos de aquellos que fueron movimientos en la historia de América latina con plataformas y sentido proyectivo. Esto es sólo un lenguaje gestual de una sociedad a la defensiva. Lo novedoso es que hay un reclamo de más Estado y más nación, y este reclamo no es nada gestual. Ahora se empieza a escuchar que las privatizaciones se hicieron mal y que no las podemos controlar, como ni siquiera podemos controlar el territorio. Lo que apareció en las asambleas y cacerolazos es defender el bien común, lo que una sociedad ha construido a lo largo de su historia. Esto no estaba a fines de los 80, el Estado parecía una lacra y el slogan tan liberal de “achicar el Estado es agrandar la nación” se repetía como una verdad. Estamos recuperando unademanda que afines de los 80 nos parecía prescindible. Estados Unidos no atenúa en nada sus demandas porque los Estados son los que atenúan, pero como el Estado nacional está desarmado, el golpe llega sin filtro. No estamos en el nacionalismo antiimperialista de los años 20 o 70, estamos antes de Caseros. No hay Estado nacional, hay política de gobernadores con el de Buenos Aires, en la conducción del gobierno.