EL PAíS
Panorama de un enojo visceral contra el Fondo y los políticos
Dos de cada tres personas no quiere negociar con el Fondo Monetario y un porcentaje aún mayor cree que de todos modos nunca se llegaría a un arreglo. A los políticos locales no les va mucho mejor: “Nadie” es el más votado a presidente.
› Por Raúl Kollmann
La gente está más que enojada y la emprende contra todo, en especial contra el FMI, los bancos, el Gobierno, los políticos y los dirigentes sindicales. Una encuesta realizada por Ibope OPSM para Página/12 demuestra que dos de cada tres personas está en contra de continuar las negociaciones con el FMI y, además, considera que no son razonables las dos leyes que el Fondo reclama. Para colmo, una nítida mayoría piensa que no va a haber acuerdo con el organismo internacional. La bronca se expresa también cuando nueve de cada diez personas dice que el sistema bancario carece de solidez, evalúa mal al ministro de Economía y más de la mitad de la gente no sabe a quién votar o votará en blanco o anulado.
Las conclusiones surgen de una encuesta realizada entre el viernes y el sábado por la consultora Ibope OPSM, que conduce Enrique Zuleta Puceiro. En total se entrevistaron por teléfono 600 personas de Capital Federal y Gran Buenos Aires, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico social. La dirección técnica estuvo a cargo de Isidro Adúriz y Julián Lisa. “Esta encuesta se hizo en dos de los peores días de la gestión de Duhalde -.señala Enrique Zuleta Puceiro–. Los cajeros automáticos vaciados, escándalo en el Congreso, Gobierno y partidos divididos. Es el resultado de una semana que termina con un distanciamiento muy fuerte de la gente con el Fondo y con el Gobierno.”
Es indudable que la gente expresa su bronca básicamente porque no ve una salida. Considera que las fórmulas del Fondo y de Estados Unidos llevaron la situación a este punto. “Nunca hubo una actitud de escepticismo tan grande como la que se verifica en esta encuesta. Aun en los tiempos de De la Rúa había un 33 por ciento que decía que las cosas iban a mejorar. Ahora es apenas un diez por ciento”, diagnostica Zuleta.
Justamente por ello es que las ideas que más cautivan son las de ruptura, la de cambiar el rumbo totalmente y también las de desconcierto. Ni el Fondo ni Estados Unidos aparecen como el puerto confiable al que hay que acercarse, sino que tienta otra vez la toma de decisiones fuertes, más independientes, distintas de las actuales. “El encuestado no ve la perspectiva de avances parciales, por ejemplo, que se pongan en marcha tres o cuatro medidas. Cuando se le pregunta por los cambios de gabinete, hay una alta proporción a la que no le importa, no sabe o no contesta. Se le pregunta por las opiniones de la segunda del Fondo, Anne Krueger, y rechaza buena parte de las exigencias, aprobando las que más tienen que ver con la corrupción. Ese es un terreno en el que la gente sigue teniendo apuntada a la administración de Duhalde: creen que hay corrupción”.
La evaluación de la política económica es prácticamente similar a la que suscitaba la política de Jorge Remes Lenicov, o sea que la gente ni siquiera tomó nota del cambio en el ministerio. Roberto Lavagna hereda un clima de desconfianza generalizada y sus cambios no logran atravesar el escepticismo. La bronca siguió de largo, no le prestó atención.
El malestar con el sistema bancario está en la base de los resultados de la encuesta: nada menos que el 90 por ciento de los consultados muestra una evaluación negativa y algo similar pasa con el plan Bonex. Ni siquiera la abolición del CER provoca entusiasmo: supuestamente significa un gran beneficio para la gente común, pero en la encuesta las opiniones están divididas. Un 40 por ciento apoya y un 40 dice que es negativa. Da la impresión de que hay una proporción de ciudadanos a la que no le gusta nada de lo que proponga este gobierno o el FMI.
El rechazo a los reclamos del Fondo o a las estrategias del Gobierno se estira al campo electoral. Más de la mitad dice que no sabe a quién votar o lo hará en blanco, anulado o a ningún candidato. Luis Zamora y Elisa Carrió aparecen encabezando la nómina de la intención de voto. Más allá de estos datos, lo cierto es que el FMI, el Gobierno y la mayoría de los candidatos son, por ahora, mala palabra para el ciudadano común. Y da la impresión de que eso no cambiará en el próximo período.