Mar 14.05.2002

EL PAíS  › DUHALDE SE QUEJO DEL TRATO QUE RECIBE DEL FONDO MONETARIO

“Todo esto es una especie de cruz”

El Presidente acudió a una metáfora futbolística: dijo que el FMI le corre el arco a cada rato. Y blanqueó presiones y dificultades. Es su manera de trasladar esas cargas al Parlamento, remiso en votar las leyes contenidas en el acuerdo de 14 puntos.

No podía ser de otra manera para un amante de las figuras y las comparaciones. Ayer Eduardo Duhalde se ingenió otra, de tono futbolero, para describir los sucesivos traspiés con el Fondo Monetario. “Da la sensación de que corren el arco” cada vez que se está cerca del gol, o, dicho de otro modo, cerca de firmar un acuerdo. El dedo del Presidente apuntó directamente al arco opositor, que pone “trabas” a la votación de las leyes de Quiebras y de Subversión Económica exigidas por el organismo internacional de crédito.
El mandatario no hizo otra cosa que blanquear la presión que desde la semana pasada ejerce todo el Gobierno hacia los legisladores para avanzar con el compromiso de 14 puntos asumidos ante el FMI. El tema es hoy la prioridad número uno, y así lo hizo saber el propio mandatario durante un fin de semana en el que apeló a escenarios apocalípticos si no se avanzaba con las leyes. “Ya no existe seguridad jurídica”, llegó a decir en la intimidad.
En medio de tanto juego de aprietes, el propio Duhalde salió a decir que se siente víctima de ellos. “Siento una tremenda presión todos los días, pero es una misión que alguien tiene que soportar y, entre ellas, un estado de angustia colectiva que muchas veces se refleja en contra de quienes gobernamos. Yo digo que es una especie de cruz, porque hay que llevarla, esforzarse para ir mejorando y mejorar significa reinsertarnos en el mundo, que nos entiendan.”
De paso, el Presidente aclaró, respecto de la Ley de Quiebras, que se buscará preservar los bienes culturales y medios de comunicación, pero a través de otra norma, debido a que aquélla “ya tiene texto definitivo”. Ayer mismo el diputado Miguel Angel Pichetto presentó un proyecto complementario que contempla a los medios, y que la bancada radical buscará ampliar para contener también a las actividades culturales.
En su afán de bajar los decibeles del conflicto interno, Duhalde no dejó de bendecir a los senadores justicialistas que aprobaron el proyecto de derogación de la Ley de Subversión Económica, pese a que esa no era la idea original y que ahora amenaza una diáspora en el bloque del PJ encabezada por al ahora senador “rebelde” Jorge Yoma.
El cambio de postura del mandatario –el jueves había reprobado la actitud del Senado al entender que con la media sanción se comenzaba a dar luz verde para la impunidad de algunos banqueros investigados por la Justicia– tiene sus razones. La principal fue, de todos modos, redimirse con los legisladores que no se privaron de insultarlo en Olivos por haberlos convertido ante la sociedad en los malos de la película.
Como parte de su estrategia de “contención” salió raudamente a demonizar la figura de Alicia Castro, la legisladora que graficó el encolumnamiento a ciegas del Gobierno con los Estados Unidos entregando una bandera norteamericana al jefe de la bancada, el justicialista Eduardo Camaño.
“Ella estaría contenta” si no se hubiese votado “porque no hubiéramos llegado a un acuerdo con el FMI”, atacó a la diputada del Frente para el Cambio. En este sentido, Duhalde tomó el argumento “reglamentario” que le hicieron llegar los legisladores: que de no haberse aprobado el proyecto que planteaba la derogación lisa y llana de la Ley de Subversión Económica, pese a no ser el proyecto del PJ, no se hubiese podido volver a tratar la norma hasta el próximo año.
Claro que a pesar de los flamantes gestos de respaldo de Duhalde, los diputados todavía mastican bronca ya que los consideran tardíos. Saben que quedaron en falta y responsabilizan de ello a todo el gabinete, del que -dicen– nunca recibieron una orden para frenar la votación de la derogación de la Ley de Subversión.
Es más, aseguran que, si bien por razones reglamentarias no se hubiese podido tratar hasta el próximo año, había algún que otro “atajo” para evitar el papelón: pedir un cuarto intermedio –si es que lograban el acompañamiento de los radicales– o incentivar el abandono de las bancas para levantar la sesión por falta de quórum.

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