Mar 27.09.2005

EL PAíS  › LA JUSTICIA FRANCESA INVESTIGA A THALES POR CORRUPCION CON LA ARGENTINA

Ahora, en Europa también se consigue

La multinacional francesa, a quien Carlos Menem le había cedido el espacio radioeléctrico en una escandalosa licitación, está bajo la lupa de la fiscalía gala por cinco hechos de corrupción, uno en Francia y cuatro en el exterior. Uno de ellos en la Argentina. El ex director general de la compañía reveló el modus operandi utilizado.

› Por Eduardo Febbro
Desde París

La multinacional francesa Thales (ex Thomson), implicada en la Argentina en el escándalo de la compra del espacio radioeléctrico nacional mediante un montaje fraudulento y la posterior fuga de capitales, cayó en las redes de la Justicia francesa casi por las mismas razones por las que fue encausada en la Argentina. La Fiscalía de París está investigando a Thales por cinco operaciones sospechosas, una en Francia y cuatro en el exterior. De los cuatro contratos internacionales, uno remonta al año 2002 y concierne a la venta de fragatas a Grecia, para lo cual Thales habría “comprado” a un ministro griego. El segundo atañe a la venta de material de telecomunicaciones a la Argentina, el tercero tiene que ver con un contrato ligado a la seguridad de los juegos olímpicos y el cuarto es una conexión entre Thales, la Delegación General de las Armas (DGA) y el llamado “proyecto Scoia”, destinado a la construcción de una planta de destrucción de armas químicas. Según fuentes judiciales, el legajo también encierra un quinto capítulo: el supuesto suministro de municiones al gobierno iraquí de Saddam Hussein en momentos en que este país estaba bajo el embargo de venta de armas decretado por las Naciones Unidas.
El embrollo internacional en los que participaba Thales se destapó a partir de una investigación nacional y de una “venganza” de uno de sus ex empleados, implicado y condenado en el caso nacional. La Fiscalía de París descubrió una serie de operaciones ilícitas del gigante de la electrónica y de la defensa que emplea a 60 mil personas en el mundo y cuya cifra global e negocios asciende a 13 mil millones de dólares. Hace diez días, la Fiscalía inició un proceso de instrucción preliminar para desmenuzar algunas operaciones sospechosas de Thales. La investigación, a cargo de la División Nacional de Investigaciones Financieras (DNIF), apuntaba a verificar las legalidad de varios contratos obtenidos por Thales en los últimos años en dos regiones francesas, Niza y Burdeos. Las “sospechas” empezaron a circular durante el otoño pasado en Niza, al sur del país. El juez Christian Guéry y la policía de Marsella investigaban los entretelones del contrato que Thales ganó para la construcción de un tranvía en Niza.
Los resultados de las pesquisas demostraron que Thales Engineering and Consulting (THEC, filial de Thales) había pagado comisiones ocultas en el curso del año 2002 con el propósito de obtener el mercado del tranvía cuyo monto asciende a 18 millones de dólares. A finales de mayo pasado, varios responsables de Thales fueron inculpados por “complicidad y corrupción activa”. Los jueces determinaron que Pascal Cirasse, ex director comercial de THEC, había pagado las coimas correspondientes a un consejero municipal del partido conservador UMP. Pero este caso fue sólo la punta del ovillo. Entre los documentos descubiertos y las confesiones hechas por el ex director general de Thales Engineering and Consulting, Michel Josserand, la policía encontró pruebas contundentes de la implicación de la casa central, es decir, la misma Thales, en una serie de operaciones “negras” organizadas en el extranjero. En París, los policías de la DNIF se concentraron en el análisis de contratos sospechosos obtenidos por Thales fuera del territorio francés: uno en Tahití, otro en la isla de la Reunión –territorios franceses de ultramar– dos en Grecia y el otro en la Argentina.
El ex presidente de THEC, Michel Josserand, acusó a la empresa de estar detrás de varios montajes ilícitos. Josserand ya había estado preso varios meses a raíz de su implicación en la historia del tranvía de Niza. Thales desmintió las informaciones suministradas por su ex empleado e incluso entabló un juicio contra él. Dichas acusaciones están contenidas en un documento firmado por el Fiscal de París, Jean Claude-Marin. En dicho texto está la síntesis de las precisiones aportadas por Josserand en loque atañen los contratos internacionales. Josserand habría presentado “cuadros con los países implicados, el monto de las comisiones y las referencias de los beneficiarios”. Es en este cuadro donde figura la Argentina y Grecia, en donde un Ministro habría cobrado una comisión que osciló entre el 7 y el 10 por ciento del contrato global. Thales negó rotundamente la existencia de esas prácticas y aseguró a la prensa francesa haber “instalado las estructuras y respetado las reglas y los controles indispensables en cumplimiento de la convención de la OCDE. La Organización de Cooperación y desarrollo económico elaboró una carta que prohíbe el pago de comisiones en el extranjero. Thales dijo estar “orgullosa porque ninguno de los mercados citados fue objeto de corrupción”. La caja de Pandora es jugosa. Además de los casos mencionados, figura el posible no respeto del embargo sobre la venta de armas a Irak, información también desmentida por Thales. Según el diario Le Figaro, el procurador de París escribió en el legajo que “en el marco de la ejecución de programas de investigaciones financiados con fondos europeos, Thales habría presentado documentos falsos”.
El último acto de esta batalla se jugó ayer en la primera página del diario Le Monde. En una larga y demoledora entrevista, Michel Josserand, el ex alto directivo de Thales, que actualmente trabaja en la empresa EADS, detalla las prácticas en curso en la multinacional francesa. Josserand afirma que la empresa consagra entre el 1 y el 2 por ciento de sus cifra global de negocios anual a la corrupción. “Es una práctica muy común... (...) Thales Internacional (filial) paga los montos más importantes. Las pequeñas sumas, menos de 65 mil dólares, las pueden pagar las filiales”. El ex dirigente de Thales revela incluso que en el seno de la empresa hay un “experto jurídico capaz de pasar por encima de la ley (la convención anti corrupción de la OCDE). Ese experto preparó un mecanismo con esa meta”. Josserand revela la existencia de un “código ético” interno que se apoya en las investigaciones realizadas por un ex magistrado en varios países extranjeros. Dicho personaje evalúa “la robustez del sistema en relación a posibles investigaciones policiales o judiciales. Es ese magistrado quien preparó el código que formaliza el pago de comisiones”. De esta manera, las “comisiones”, en vez de pagarse en Francia, se pagarían en los países débiles y ello a través del mayor número de intermediarios posibles “para que no se pueda llegar hasta Thales”. Las acusaciones de Josserand son estruendosas. En la entrevista confirma que Thales vendió armas a Irak pese al embargo decretado en 1990 y que el grupo también pagó comisiones para obtener un contrato de radarización en Arabia Saudita. Según precisa a Le Monde, no fue él quien denunció “caso por caso” a Thales sino los policías quienes encontraron en su casa los documentos. Se trata de unos “cien contratos manchados de malversaciones. En ellos figura la descripción del mercado, el número del negocio, la persona que se ocupó del caso, el monto de la comisión y el nombre del intermediario”. Es entre esos documentos en manos de la policía donde está el que concierne a la Argentina.
La reacción de Thales no se hizo esperar. La empresa anunció anoche que presentaría una querella judicial “por difamación” contra Le Monde y Michel Josserand. Lo cierto es que las declaraciones de Josserand confirman las sospechas sobre la forma en que Thales actuó en la Argentina: agentes menemistas en Europa, varios abogados y hombres de empresas de Francia, un ex mercenario que se convirtió en operador suizo de la transferencia de fondos vía un gabinete instalado en Ginebra, empresas filiales, Thales Argentina y Thales Spectrum Internacional, esta última creada especialmente en Holanda para servir de rampa de lanzamiento al negocio que se preparaba en la Argentina, intermediarios y coimas (ver aparte). Thales Spectrum Internacional firmó un contrato con la fiduciaria suiza Finego por un monto de 135.000 dólares por mes. Finego debía suministrarle a Thales Spectrum Argentina informes políticos y tecnológicos sobre la Argentina. El gerente de Finego, Lionel Queudot, era un ex mercenario. Finego sirvió de tobogán para las transferencias de dinero provenientes de Thales Spectrum Argentina. Dos contratos, 1997 y 1999, estipulaban que, cada tres meses, los 135.000 dólares del contrato por “consejos e informes” serían depositados en una serie de cuentas bancarias abiertas en el Citibank, el Bank of New York, un banco del Uruguay y otros paraísos.

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