Sábado, 13 de mayo de 2006 | Hoy
EL PAíS › PANORAMA POLITICO
Por J. M. Pasquini Durán
Hay un viejo chiste, más bien un sarcasmo, que pregunta: “¿Para qué sirve una conferencia internacional?” La respuesta: “Para fijar la fecha de la próxima”. Pues bien, la quinta cumbre Unión Europea-América Latina y Caribe se reunirá en Perú en alguna fecha de 2008. La cuarta acaba de terminar en Viena y trató sobre el “fortalecimiento de la asociación estratégica bi-regional”, lema que encuentra a las dos regiones en un momento complicado de sus proyectos de integración. Los eurodesilusionados sostienen: “La Unión Europea es un bluff”, porque para ellos lo que siempre existió es la “Framania” (la alianza entre Francia y Alemania), que se extendió a un espacio cada vez más ancho y menos regulado.
Para estos críticos la Unión es una geografía virtual que presupone un inexistente interés europeo superior a los intereses nacionales de cada asociado. Por el contrario, estas dimensiones singulares se expresan con fuerza en la pluralidad, como lo señaló el presidente de Polonia, Lech Kaczynski, al momento de integrarse: “Europa necesita tener en cuenta la realidad, o sea las diferencias entre los países miembro en todo lo que concierne a los niveles de desarrollo como a las tradiciones y a las expectativas. En nuestro caso, lo que les interesa a los polacos y lo que sucederá en Polonia y no al futuro de la Unión en su conjunto”.
Casas más, casas menos... el debate es parecido en los procesos de integración de las diversas regiones, con la diferencia bien importante que existe entre las naciones desarrolladas, con pasados de metrópolis coloniales, y las otras que todavía buscan un destino propio en el único mundo que están obligadas a compartir. Hablando de las responsabilidades comunes sobre la protección del medio ambiente, tema de flamante incorporación al discurso presidencial, Néstor Kirchner afirmó ayer en Viena: “Lo que de ninguna manera podemos admitir es que países que han logrado mayor desarrollo, que muchas veces lo han hecho a costa de la degradación del medio ambiente y produciendo una fuerte afectación mundial evidenciada en el cambio climático, quieran trasladarnos la parte más contaminante de sus procesos industriales {...} La degradación del inmenso capital ambiental que nos ha dejado nuestro atraso relativo, no puede ser el precio que paguemos por la inversión para la creación de los puestos de trabajo que nuestras sociedades necesitan”. Por si alguien se quedaba con dudas sobre la referencia al actual debate con Uruguay, algunos párrafos después el Presidente argentino agregó: “Es del caso citar aquí que empresas europeas, en la instalación en nuestra región de plantas de celulosa de gran envergadura, han evitado el cumplimiento de normas que ustedes les habrían aplicado en Europa”.
La cita viene al caso, además, para aclarar que estas cumbres y otros encuentros internacionales alcanzan pocos acuerdos plenarios que se hagan efectivos en la realidad, pero sirven para fijar posiciones, para tomar el pulso del estado del mundo y, sobre todo, para realizar múltiples encuentros bilaterales privados en busca, cada cual, de satisfacer los propios intereses del momento. De todo ese ajetreo confidencial, la prensa apenas alcanza a rascar la superficie, o se demoran en los encantos de la muchacha argentina que sorprendió a los presidentes en Viena, apareciendo en bikini y enarbolando una pancarta de Greenpeace contra la instalación de las papeleras frente a Gualeguaychú. En ocasiones, sólo las ventajas tecnológicas de la comunicación rápida impiden que las crónicas queden descolocadas.
Sucedió con el presidente Evo Morales, quien fue el centro de atención por la novedad de su figura y por los alcances de la nacionalización de los recursos energéticos de Bolivia, al que los servicios de noticias presentaron en rueda de prensa formulando críticas a España por faltar a sus promesas de cooperación. No habían terminado de enfriarse esos titulares, cuando ya se conocía el texto de una carta de Morales al gobierno español donde desmentía las versiones de sus dichos. Textual: “En cuanto al manejo de la información en los medios de comunicación, coincidimos en que hay que tener un manejo adecuado que permita avanzar hacia los resultados esperados. En este marco, queremos expresarle que nunca acusamos al gobierno de España de incumplir sus compromisos con Bolivia, como señalan algunas notas de prensa, y que lo manifestado por mi persona estuvo en el marco de la esperanza de que los ofrecimientos de vuestro Gobierno puedan ser una pronta realidad”. El presidente boliviano aprende las reglas de juego de las relaciones internacionales, donde no siempre se dice lo que se piensa y menos aún se hace lo que se dice. De todos modos, una cuota de honesta impericia a veces sirve para oxigenar algunos ámbitos saturados de frases hechas y de hipocresías.
Ningún corresponsal pudo comprobar, lo más probable porque no ocurrió, las especulaciones sobre una entrevista privada de Kirchner con el uruguayo Tabaré Vázquez, ya que hasta después de las primeras audiencias ante el tribunal de La Haya es difícil que ambos presidentes tengan otra fórmula de acuerdo sobre la litigiosa presencia de las papeleras en Fray Bentos. Los dos han puesto en marcha sus respectivas estrategias y ahora es el momento de esperar resultados, en vez de sobreabundar en movimientos redundantes. De cualquier manera, hay una cierta tendencia en la región a dramatizar demasiado los conflictos bilaterales y las tensiones políticas que cruzan Sudamérica en distintas direcciones. Si alguien hiciera caso del malestar que se describe en los comentarios sobre las relaciones entre Brasil y Bolivia, pareciera que están a punto de retirar sus embajadores y romper relaciones, como hicieron Venezuela y Perú entre ellos. Es posible, eso sí, que los gobernantes y voceros tengan el temple indispensable y la lengua en su sitio para evitar el agravio, siempre a flor de piel porque estos son momentos de alta sensibilidad, debido ante todo al tamaño de las dificultades que todos y cada uno enfrenta a diario.
Sería extraño, anormal, que no ocurrieran los chisporroteos, primero porque dejó de predominar el “pensamiento único” conservador que “igualaba” a la región, sobre todo en la década del ’90, y los nuevos gobernantes, desde Chávez hasta Bachelet, siguen sus propios derroteros con una diversidad ideológico-política mucho más amplia que la genérica definición de centroizquierda. Luego, estos gobiernos del siglo XXI, puesto que dependen del voto popular y no de la fuerza bruta, tienen que hacerse cargo de las demandas de sociedades agobiadas por injusticias ancestrales que se ahondaron todavía más en los años ’90 y, también del acoso impaciente de una globalización de la economía y el comercio que trata de llevarse por delante las asimetrías del desarrollo moderno. Es cierto, también, que el flujo del comercio internacional abre puertas que hace algunos años aparecían sólo en los relatos de inmigrantes. Entre los materos argentinos, por ejemplo, quizá no sean muchos los que saben que desde hace varios años Siria se ha mantenido como el mayor mercado exterior de la yerba mate nacional, puesto que compra el 60 por ciento de esas exportaciones, casi 16 mil toneladas, por las que paga once millones y medio de dólares anuales, debido a la afición de sus pobladores por la mateada, hábito que adquirieron sus compatriotas que vivieron en la Argentina antes de regresar a su patria de origen.
Hoy en día, la competencia no se da sólo entre iguales, porque los problemas en el mundo actual suelen presentarse en casi todas las geografías. Es el caso de las necesidades energéticas, tan presentes en los comentarios de este tiempo. La cita que sigue viene a cuento: “Es preciso la definición de una estrategia a largo plazo [y] urge reconquistar los espacios de planificación sacrificados durante los últimos años al dios del mercado, que por otra parte no produjo las anunciadas ventajas para los usuarios. Sobre el plano geoenergético, para asegurar el abastecimiento nacional de hidrocarburos hacen falta jointventures que garanticen el flujo de materia prima...” No está escrito en ningún documento del Ministerio de Planificación de Julio De Vido, sino que forma parte del programa del gobierno italiano de centroizquierda que encabezará Romano Prodi. La distinción para hacer es que Argentina mira hacia Bolivia, Venezuela y España, mientras que Italia busca acuerdos en Rusia, Arabia Saudita, Medio Oriente y Nordáfrica.
A estas condiciones nacionales, hay que agregarles los problemas compartidos, aunque los países pobres no tenga responsabilidad directa sobre sus causas. En su discurso de ayer en la IV Cumbre, el presidente Kirchner lo expresó así: “Los nuevos fenómenos que confronta la vida contemporánea en sociedad no se resolverán con el uso ilimitado de la fuerza y de manera unilateral. {...} La consolidación de la paz y la lucha contra el terrorismo, las drogas y el crimen organizado tienen que encararse con la fuerza moral que sólo dará el someterse a la legalidad internacional, pues los delitos de carácter global no pueden servir de pretexto para violaciones globales de los derechos humanos”. La referencia a las políticas actuales del gobierno de Estados Unidos es transparente, aunque a lo mejor debió agregar entre los flagelos a la megacorrupción que sigue siendo una de las mayores amenazas a la gobernabilidad de esta región y, podría decirse, del planeta. Los informes que ya se conocen, por mencionar una constatación, procedentes de las zonas invadidas por las tropas norteamericanas, indican que una parte sustantiva de los recursos de la cooperación internacional van a parar al vertedero de la corrupción. América latina tiene experiencias en la materia como para guardar y regalar, por lo que nadie debería bajar la guardia, mucho más cuando la prosperidad económica aumenta las tentaciones.
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