EL PAíS › LA HIPOTESIS MACRI O MICHETTI VS. CFK
Mientras CFK comienza a armar su gabinete, las fuerzas temerosas de la consolidación del kirchnerismo impulsan la candidatura de Macri o Michetti. Si la primera fuerza con capacidad electoral que la derecha aborigen pudo crear en un siglo compitiera en octubre, el sistema institucional resultaría fortalecido, con dos opciones nítidas. La ilusión de los escándalos de corrupción, el apagón energético y la hecatombe inflacionaria.
› Por Horacio Verbitsky
Cristina Fernández de Kirchner criticó ante empresarios españoles el rol de los bancos en la fuga de capitales y la crisis de 2002. “Usted no puede decir que los bancos se quedaron con el dinero de los ahorristas”, le respondió casi a los gritos Francisco González, del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, ante los gestos de incomodidad de otros asistentes, como Francisco Luzón, del Banco Santander. CFK contestó con calma y firmeza, definiendo un perfil propio que sus interlocutores no conocían. González preguntó si lo que había escuchado era el programa de la candidata o el de su marido. Cristina apeló con habilidad a la condición femenina y puso al interlocutor como un machista, aunque no era ése el sentido de la intervención del banquero. González presionaba para forzar definiciones favorables a sus intereses: exigió cambio y la réplica de Cristina fue de continuidad. El español también dijo que sus economistas informaban de una inflación en 20 por ciento y CFK le recomendó con una sonrisa que los mandara al médico. De regreso al país, comenzó sus actos de campaña en el aniversario de la muerte de Eva Perón, un capital simbólico que el Frente para la Victoria no está dispuesto a cederle al frente adversario que intenta articular el ex senador Eduardo Duhalde, aunque tampoco a adoptarlo como una iconografía sin contenido, como dijo en su discurso de Berazategui, más breve y punzante que el de lanzamiento en La Plata.
Economía y política
En España la relación entre intereses económicos y políticos es intrincada: el BBVA no corta su cordón umbilical con el PP del ex presidente José María Aznar ni el Santander el suyo con el PSOE del actual jefe de gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Ambos tienen filiales en la Argentina, que están entre las principales del sistema financiero privado: el Banco Francés, primero en depósitos, y el Santander Río, primero en depósitos más fondos comunes de inversión, según sus respectivas informaciones institucionales. En una reunión privada posterior, Luzón propuso trabajar en una posible línea de crédito para PYMES, tema al que Cristina presta especial atención. Desde Buenos Aires, Néstor Kirchner aceptó el juego propuesto por González, con una frase rotunda sobre “algunas maniobras de algunos empresarios españoles que son incorregibles, los conozco, ellos viven operando y haciéndolo desesperadamente siempre. Basta recordar las cosas que dijo el presidente del Bilbao Vizcaya para ver cómo piensa de la Argentina”. Es cierto, como dijo el presidente, que cada punto de inflación incrementa en más de 500 millones de dólares el pago de intereses a los tenedores de bonos argentinos ajustables, que en consecuencia están interesados en que el índice se dispare. “Vienen por el bolsillo de los argentinos”, dijo. Pero el congelamiento artificial del índice también desmejora la posición de quienes deben negociar ajustes salariales en la pugna con las líneas de pobreza e indigencia. La destrucción del INDEC por parte de Guillermo Moreno y de Beatriz Paglieri, cuyos custodios han llegado a circular armados entre los técnicos, controlando las pantallas de las computadoras, es indefendible. Cuanto más demore el Gobierno en entenderlo y remediarlo, mayores daños soportará. Que haya capitales dispuestos a aprovecharlo no es un atenuante sino un agravante de la situación creada por la torpe intervención. Aparte de las líneas ideológicas que dividen a los empresarios españoles de un modo que no es usual en la Argentina, incluso algunos que no coinciden con las definiciones del modelo populista de desarrollo sostuvieron que CFK había marcado un rumbo muy definido y que eso daba previsibilidad a los negocios. El representante del BBVA no está entre ellos, aunque incluso su irritación testimonia que el mensaje llegó tal como fue emitido: hay intereses distintos, que no tienen por qué coincidir y en aquellos puntos en que se contraponen, el principal compromiso de un gobernante es con su pueblo y no con los accionistas de las empresas. Las fluctuaciones en los mercados cambiario y financiero coinciden con la ansiosa búsqueda de una candidatura opositora con alguna viabilidad, aunque la solidez de la situación económica y fiscal no augura éxito al empeño de intereses poderosos por frustrar la consolidación del kirchnerismo, cuya consigna “El cambio recién comienza” los saca de quicio, y no precisamente porque la crean vana. La combinación de obra pública con inversión estatal, conservadorismo fiscal, política exterior independiente y acento en los derechos humanos no es fácil de enfrentar, sobre todo luego de la intrascendencia de los vaticinios esperanzados sobre un apocalipsis energético, la suave repercusión local de un estremecimiento financiero en las principales bolsas del mundo y la inflexible reacción de Kirchner ante las denuncias por episodios de presunta corrupción. El 23 de agosto, a dos meses de la denuncia periodística, Felisa Miceli será indagada por la jueza María Servini. No ocurría así hasta ahora. Cuando Carlos Menem fue detenido en 2001, Mariano Grondona comentó que los gobernantes eran impunes durante su mandato y perseguidos después, y opinó que la democracia argentina se fortalecería cuando las investigaciones fueran contemporáneas de los hechos.
Metáfora
En su primer acto proselitista, en La Plata, CFK mencionó el desarrollo aeronáutico de la Embraer brasileña, que comenzó sus actividades mucho después que la Argentina y cuyas máquinas hoy vuelan en Estados Unidos y en China. En la misma semana se estrenó en Buenos Aires la película Pulqui II, un instante en la Patria de la Felicidad, filmada por Alejandro Fernández Mouján sobre la extraordinaria obra del artista plástico Daniel Santoro. Narra la construcción en escala 1:2 de un Objeto Volador Justicialista y su único despegue, para estrellarse 70 metros después, en la República de los Niños. Santoro encaró la construcción en el taller en Lanús del ex obrero metalúrgico Miguel Biancuzzo, que ahora se dedica a la escenografía. En cada cruce del Puente Alsina, la cámara registra sin palabras la devastación, las fábricas cerradas, los baldíos abandonados, las pesadas ocupaciones de la subsistencia individual, mientras suena la marcha emblemática descompuesta por un piano infantil. Muchos espectadores terminan de verla con los ojos húmedos y la garganta oprimida. Biancuzzo evoca con amargura el daño que hizo el golpe de 1955. “Y el de 1976”, agrega Santoro.
Biancuzzo insiste: “El del 55. ¿Te imaginás dónde estaríamos ahora?”. Esta oportuna metáfora de la Argentina, en una obra de enorme melancolía, ayuda a tomar conciencia de lo que el país pudo haber sido, paso inicial para plantearse lo que podría ser. Lo mismo puede decirse del gobierno que transcurre sus últimos meses. Técnicos de Embraer realizaron una visita de diagnóstico a la fábrica de aviones de Córdoba, que el menemismo entregó a la Lochkeed cuando aceptó desmantelar hasta los cimientos el proyecto Cóndor, cuyas partes fueron trasladas a Estados Unidos por supervisores norteamericanos. Ahora el gobierno planteó la rescisión del contrato con Lockheed y negocia con Brasil la producción conjunta de algún modelo, para lo cual se requería el previo estudio técnico.
Sinceramiento
La hipotética candidatura presidencial de Maurizio Macri implicaría un notable sinceramiento de posiciones y contribuiría a perfilar alineamientos políticos e ideológicos más coherentes. La contraposición de modelos económicos, de concepciones sociales e incluso de historias personales sería nítida y permitiría al electorado opciones precisas. Emergentes de la crisis de representación política que estalló en diciembre de 2001, el kirchnerismo y el macrismo son las únicas alternativas que exhiben mayores niveles de aceptación pública que de rechazo. Pero mientras el gobierno ya decidió su representante, la oposición se muestra dividida entre distintas hipótesis que, por distintas razones cada una, resultan poco atractivas y no garantizan el llegar a una segunda vuelta frente a CFK. Por primera vez desde la sanción de la ley Saénz Peña, hace 95 años, las clases dominantes han sido capaces de construir una fuerza electoral propia, al menos en la Ciudad Autónoma. La ausencia de una alternativa nacional semejante a lo largo del siglo XX explica la constitución de las Fuerzas Armadas como Partido Militar, impulsada por la jerarquía eclesiástica, y la cooptación de los partidos de origen popular para canalizar aquellos intereses a partir de la finalización de la última dictadura, cuyos horrores tornaron inviable la vieja alternancia entre gobiernos civiles más o menos populistas y dictaduras que imponían por la fuerza sus políticas de ajuste. Así, la candidatura del ex vicepresidente ejecutivo del grupo SOCMA (o la de su compañera de fórmula Gabriela Michetti, como reclama el periodista Bernardo Neustadt) sería un bienvenido aporte al tan anhelado mejoramiento de la calidad institucional.
La coartada
Los obstáculos que se interponen no son menores. En su apuesta por la gobernación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Macri asumió el compromiso público de postergar para otro turno cualquier otra candidatura para octubre. Por eso, sus asesores se esfuerzan por encontrar algún motivo aceptable para una eventual deserción de la palabra empeñada. El mejor que han encontrado hasta ahora es el presunto incumplimiento a la promesa presidencial de transferir la Policía Federal y su presupuesto a la Ciudad. Kirchner sólo se comprometió a apoyar la derogación de la denominada ley Cafiero, que impide a la Ciudad tener justicia y policía propias. Una vez modificada esa ley, Macri podrá crear una policía y una justicia porteñas, desde cero o mediante la transferencia de partes de la Policía Federal y de la justicia nacional, temas abiertos a negociación. Un proyecto presentado por la kirchnerista porteña Juliana Marino contemplaba la cesión de recursos presupuestarios para el traspaso, pero resultó abrumado por las objeciones provinciales. El constitucionalista de Compromiso para el Cambio Jorge Vanossi afirmó que según el artículo 75, inciso 2, del texto reformado en 1994 “no habrá transferencia de competencias, servicios o funciones sin la respectiva reasignación de recursos”, cláusula de la que deduce que la transferencia de fondos debería ser automática. Pero en derecho no existe el automatismo y todo está sujeto a interpretación. En el mismo artículo e inciso la Constitución dice que corresponde al Congreso aprobar una ley de coparticipación de impuestos acordada entre la Nación y las provincias y que la distribución de esos recursos deberá ser “equitativa, solidaria y dará prioridad al logro de un grado equivalente de desarrollo, calidad de vida e igualdad de oportunidades en todo el territorio nacional”. Las provincias más pobres no aceptan financiar la policía porteña y reclaman que los recursos que ahora insume la Policía Federal se coparticipen con aquellos criterios constitucionales de equidad para financiar mejoras en la seguridad, el desarrollo, la calidad de vida y la igualdad de oportunidades de sus propios habitantes. Con los mayores índices de riqueza per capita del país, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene una capacidad de recaudación excepcional. Esto hace difícil de explicar que no comience por modificar su sistema impositivo, lo cual permitiría el traspaso o la creación de una nueva fuerza con recursos propios y además tendría un efecto redistributivo. En los barrios empobrecidos del sur los vecinos pagan impuestos sobre un valor de la propiedad un 30 por ciento superior al de mercado, mientras en Recoleta (donde Macri venció 8 a 2) el valor de mercado es entre seis y diez veces mayor que el de la tasación fiscal sobre la que pagan el impuesto inmobiliario mal llamado ABL. Una ley impulsada por Macri, que bonifica a quienes pagan antes, acentuó esa desigualdad en favor de los más prósperos. Con su nuevo reclamo, Macri intenta extender a todo el país la inequidad que el progresismo a la violeta de la Alianza, de Ibarra y de Telerman acentuó durante la década en que gobernaron la Capital.
Pragmatismo
Lo que nadie puede negarle a Macri es pragmatismo. Para el ingeniero a secas el ingeniero entre comillas quedó descalificado como posible gobernador bonaerense pero no como diputado. Es decir, no le importa la impostura sino sus consecuencias. Juan Blumberg no aceptó ese desagio y anunció que de todos modos aspirará a la gobernación, como vagón bonaerense del tren fantasma. Con el mismo método de consultar las encuestas antes de cada decisión, Macri retacea el prometido apoyo a Ricardo López Murphy, quien le recuerda que es el titular de la marca PRO. Una victoria electoral de Macri en octubre es posible, pero de baja probabilidad. No correría riesgos sólo si el gobierno nacional se estuviera cayendo a pedazos, cosa que sólo el militante diario La Nación cree factible y al alcance de sus tapas entusiastas. En ese caso la opinión de Roberto Lavagna, Ricardo López Murphy o Elisa Carrió serían irrelevantes, porque sus bases seguirían al candidato más fuerte. El original acto proselitista de Lavagna en Tilcara, con una ceremonia de agradecimiento e imploración a la Pachamama, pareció pensado para la prensa belga, que sigue con interés la aparición de liderazgos étnicos en países andinos, como el de Evo Morales. López Murphy se asemeja cada día más a un comentarista de la política y Carrió vive con santa intensidad su feliz mundo propio. En las condiciones actuales, Macri debería apostar a todo o nada y, si perdiera, le sería muy difícil gobernar Buenos Aires. También pondría en peligro el meditado proyecto que inició hace doce años, cuando concibió llegar a la presidencia con escala previa en Casa Amarilla. Desde el punto de vista del hombre de negocios, sería comprensible que no se presentara en octubre, pero habría que lamentarlo cuando se considera el interés general: un sistema político eficaz necesita tanto del gobierno como de la oposición, hoy fragmentada y endeble. Hacen falta dos para bailar el tango.
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