EL PAíS • SUBNOTA
› Por Horacio Verbitsky
Tanto Kirchner como Cristina ya se preparan con vistas al 10 de diciembre. Además de los viajes internacionales y el armado político, el actual presidente también se propone profundizar sus estudios de economía: para ello analiza tomar algunos cursos con el actual ministro de Economía de España, Pedro Solbes, con el Premio Nobel Joseph Stiglitz y con el ex ministro argentino Aldo Ferrer. Además Kirchner ha comenzado a entrenarse para la discreción y el perfil bajo, tal como hizo ella hace cuatro años. Del actual gabinete sólo permanecerían en sus cargos Alberto Fernández, Alicia Kirchner, Jorge Taiana y el flamante ministro de Economía Miguel Peirano. La cartera de Salud podría ser ocupada por Graciela Ocaña, protagonista de uno de los principales logros de gestión en estos años. La mejora de las prestaciones del PAMI fue simultánea con la reducción de sus costos, al eliminar redes de corrupción de varias décadas de antigüedad. Incluso llevó ante la Justicia a funcionarios de la actual administración, sin alharaca pero con tan inconmovible consistencia probatoria que nadie protestó. El saneamiento de las obras sociales sindicales y la producción de medicamentos (tema en el que tiene experiencia el segundo de Ocaña en PAMI, Luciano De Césari) son líneas de superación posibles para la tarea del ídolo del movimiento feminista Ginés González García. El ministerio de Justicia podría ser reducido a una mera Secretaría del ministerio del Interior, ya que el diseño de poderes de la Constitución reformada en 1994, con un Ministerio Público autónomo y un Consejo de la Magistratura que se encarga de la selección de magistrados, y la próxima transferencia de parte de la jurisdicción a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, le quitarían razón de ser. La desaparición del ministerio no equivale a aceptación del estado actual de la Justicia. Por el contrario, CKF podría avanzar en algunos replanteos de fondo. La parte de la denominada justicia nacional que no sea absorbida por la Ciudad Autónoma podría fusionarse con el fuero federal de la Capital, que también absorbería al redundante penal económico. Por cierto son proyectos complejos que requerirán mucha elaboración y diálogo con actores y usuarios del sistema. Lo mismo vale para el eventual ministerio de Seguridad que se crearía, donde la tentación de designar a un funcionario judicial desconocería la especificidad que requiere la tarea. La decisión de Cristina de retener a Taiana y Ocaña creó un problema para el dispositivo político al que ya empezó a dedicar su atención Kirchner, al eliminar a dos posibles candidatos a la vicegobernación bonaerense. Ese casillero ha vuelto a quedar indefinido ya que, además, Alberto Balestrini ha hecho saber que no le interesa cambiar la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación por la del Senado bonaerense. Ninguna de las autonominaciones recibidas en los últimos días parecen haber convencido a Kirchner, quien piensa en alguien capaz de ofrecer contención a la quisquillosa estructura tradicional del justicialismo pero con un perfil que debería alejarse del estereotipo duhaldista para no ahuyentar a otro sector muy significativo de su fuerza, que ya tuvo una pesada digestión con la candidatura de Daniel Scioli. Encontrar alguien indudablemente propio pero aceptable para aquella realidad bonaerense no es un desafío menor.
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