EL PAíS • SUBNOTA › LA OPINIóN DE PRODUCTORES CRíTICOS DE LA PROTESTA DE PRODUCTORES
La realidad del sector agropecuario reconoce una multiplicidad de situaciones que el sentido común dominante no refleja. Cuatro productores ofrecen una visión distinta, matizada, del actual conflicto.
En estos días de lockout de productores del campo, se escuchan pocas voces de productores que están en contra de esa medida. En respuesta a algunos artículos publicados en Página/12 algunos se atrevieron a expresar una voz distinta al discurso predominante en gran parte de los medios de comunicación. Aquí se reproducen apenas cuatro de los mail recibidos.
Este tema del campo es complejo, pero no tanto. Primero: soy de la zona núcleo de la pampa gringa, Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe, y porque mi viejo perdió un campo sé de qué hablo. Es obsceno en nuestra zona el proceder de los productores agropecuarios. Pero nadie le explica nada y, por lo tanto, considera que todo esto es normal. Esto lo decía antes del paro y ¿qué pasó? Ni el Estado ni los dirigentes le explicaron nada y creen que esto es normal. Lo más grave es que cualquiera se cree Los Grobo y no se dan cuenta de que el “gordo” se va a quedar con todo. ¿Es normal que tu patrimonio crezca el 500 por ciento en cinco años en dólares? La tierra valía 3000 dólares la hectárea y ahora 15.000 dólares. ¿Es normal que tus ingresos pasen de 15 dólares el quintal a 34 dólares? Pero el Estado no explica, aplica. Los dirigentes no explican, no dirigen, son dirigidos. Cuando aplico la palabra obsceno no lo hago en su conceptualización más complicada, en la que mi viejo decía “no contés plata adelante de los pobres”, sino en que en un lugar donde nos conocemos todos molesta a la sociedad que algunos le pongan precio caro a todo. No es catarsis, no es resentimiento. Es una verdadera lástima que ni los dirigentes políticos ni los dirigentes agrarios no sepan explicar.
Omar Zorzenon
Cañada de Gómez, Santa Fe
Vivo en Firmat, Santa Fe, tierra que ha dado las cosechadoras Vassalli y que en el 2001 fue escenario de reclamos de Federación Agraria y de la comunidad, que asistiendo al “entierro” de las fábricas metalmecánicas se juntaba en el cruce de rutas para pedir que cambiara el rumbo del país.
El país ha cambiado el rumbo y aquellos chacareros que se subían al lado “de un excluido” pidiendo que las cosas cambien son los mismos que hoy piden que el Gobierno afloje para... ganar más. Los chacareros han sobreactuado su posición y los medios compraron. Apunto algunos detalles que arrastran los buenos precios internacionales tranqueras adentro. En los últimos años se ha convertido en un problema poder alquilar una vivienda a un precio razonable en esta ciudad. A medida que el campo comenzó a moverse los chacareros “chicos” y las inmobiliarias fueron subiendo el piso de los terrenos y alquileres de la región. El corralito de Cavallo fue aleccionador para los gringos del campo, y huyeron de los bancos para caer a los brazos de las inmobiliarias, que olfateando que el dinero fresco “no quería volver a los bancos” vendieron terrenos a 10 veces de lo que se vendían en el 2002. Las constructoras entendieron la etapa y comenzaron a funcionar nuevamente: la mano de obra de la construcción (y los materiales) subió a precios imposibles para un matrimonio joven que intenta tener su propia casa. A la fecha, en Firmat la casa terminada se cotiza a 2000 pesos como mínimo el metro cuadrado. El techo puede ser de 3500 pesos. Una casa de 70 metros cuadrados vale más o menos 136.000 pesos. Cuando una inmobiliaria sube el precio del alquiler para el nuevo contrato, quienes alquilan no pueden hacer piquetes para mostrar su enojo con los chacareros que pusieron la plata en el mercado interno inmobiliario subiendo sus tasas de ganancias y los precios del mercado. A mi entender, el chacarero no es un tipo accesible, más bien es mezquino, y no es un tipo que cuando viene la plata grande “decida invertir en una pyme. Su vida pasa por lo que produzca su tierra y dudo de que el total de sus empleados figuren en blanco. Espero haber sido claro, lo que quise es graficar algunas cuestiones cotidianas que mueven el día a día de estos pagos y que si uno lo dijera en público “sería linchado por esos chacareros”, y por los medios del lugar, que no harían mucho para defenderme porque creen lo mismo que la Sociedad Rural Argentina. Qué ingenuos, porque esos sectores no pelean para que ellos con sus sueldos de 1200 pesos sean parte de una Argentina más justa.
Eduardo Bigotti
Vivo en Entre Ríos y tengo gente conocida que están en uno y otro lado, pero lo cierto es que el esquema de explotación de los peones rurales, la precarización en la que viven y la negación de la misma por parte de los dueños de los campos es una constante. Son cosas de las que no se habla (unos cuantos dueños de los campos son importantes figuras de la política local), como tampoco el trabajo infantil de los gurises, los hijos de los peones rurales. Aquí la cuestión está en la soja y los pollos. La figura que utilizan por esta zona para los criadores de pollos –y lo sé por mi hermano que lo hizo durante algunos años como empleado– es la de fijar un contrato donde el empleado que cría los pollos recibe el 30 por ciento del total de la ganancia de la criada (el 70 por ciento restante es para el patrón) y se paga la mitad del monotributo. ¡Cargas sociales para el empleador no existen! El patrón le da una casa precaria, no tiene día libre en 50 o 60 días y cuando levantan el pollo no puede descansar, debe preparar el galpón para recibir nuevamente pollos, y como ganan poco, obviamente quieren que les den prontamente pollos. Un cálculo terrible.
El otro drama que agrava la situación es que los empleados de las criaderos de pollos no pueden por prohibición de los frigoríficos por las pestes y enfermedades criar por ejemplo unas gallinas y tener huevos para consumo personal o vender. Y ni hablar de los que viven rodeados por soja, con las fumigaciones.
Araceli Traverso
Concepción del Uruguay, Entre Ríos
Conozco bastante la realidad del campo, ya que soy profesional de una carrera agroindustrial, además trabajo en el INTA, en pleno corazón productor de granos de la Pampa Húmeda. Además siendo hijo de un peón rural sé de las precariedades, sometimientos y desprotección en que ha estado y está el trabajador rural. En mi zona, la desigualdad económica que ha generado la tremenda subida de los granos a nivel internacional, en nuestras sociedades de pueblo, han generado nuevos ricos de la mañana a la noche, acompañados de una omnipotencia y soberbia pocas veces antes vistas. Subidos a ese afán de todopoderoso que da algo más de dinero dan clases de vida, generan incrementos de los valores de los terrenos, casas y demás que solo generan y traen más desigualdad al resto de la ciudadanía. Tuvieron una política de tipo de cambio, perdón de deudas o licuación de las mismas y los vientos de cola de los precios internacionales, además el INTA aportó y seguirá aportando calidad en tecnología. Nadie habla de eso en las entidades rurales. Uno ve grandes medios mostrar por interés la Expoagro, pero no hablan de estas realidades. Entristece mucho, sobre todo en estos años de mucha bonanza, que la justicia social no se manifieste. Además conozco de la prácticas de evasión del sector. Del incremento de las tierras en dólares de hasta un 500 por ciento. Ni mi auto ni mi casa ni nada se incrementó tanto. En Córdoba, el productor está exento de Ingresos Brutos y la valuación fiscal es de monedas para el impuesto inmobiliario. La mezquindad no tiene límites.
Darío Panichelli
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