EL PAíS • SUBNOTA › LAS CONSECUENCIAS DEL LOCKOUT EN LOS PUEBLOS DE ENTRE RíOS
Al corte de los piquetes agrarios ubicado en una de las entradas del pueblo se sumaron los transportistas de cereales y de hacienda. Así, la zona comenzó a quedar aislada. En los supermercados faltan productos y el intendente atiende las quejas de todos.
› Por Alejandra Dandan
Desde Villaguay
El anuncio se escuchó con cautela. El corte que empezó a levantarse a las seis de la tarde en Gualeguaychú oxigenó de a poco las rutas. A esa altura, sobre los pueblos de la zona, había empezado a sentirse la presencia pesada del aislamiento que amenazaba con golpearlos de cerca.
Adrián Fuerte, intendente de Villaguay, notó los primeros síntomas a la mañana temprano, cuando lo llamó el dueño de un criadero de aves. Colgó y lo llamó el dueño de una planta de faenamiento de vacas: los dos a punto de suspender a su gente. En ese mismo momento, entonces, atendió el último llamado. Era Gabriel, el administrador del Tambo San Miguel ubicado a unos 70 kilómetros de distancia, a la altura del kilómetro 30, camino al pueblo vecino. Esta vez lo buscaba desesperadamente: necesitaba un lugar para refrigerar los 10.000 litros de leche que le habían dado las vacas esa mañana. Urgente.
El camión de la leche llegaba habitualmente todos los días. A la madrugada, se metía en la estancia a buscar el producto de las 400 vacas, capaces de dar 28 litros por cabeza. Ayer, el camión no llegó. No pudo cruzar los piquetes tendidos en las entradas de los pueblos como cruces fanáticas, como fronteras de países con normas. El camión tenía que llevar la leche hasta la planta de tratamiento a 200 kilómetros de distancia. Sin el camión, la leche corría riesgos de perderse. El jefe comunal de Villaguay tomó el recado. Buscó refrigeración hasta en una planta de quesos, pero ése, que era el mejor lugar del pueblo, sólo podía guardar 4000 litros de líquido, y a esa altura había otra cosa. La leche se perdió. “Dos por tres estoy recibiendo llamadas”, dice Fuertes, sentado y parado a la vez en una plaza, mientras no puede dejar de moverse. “Pero yo quiero decir que Villaguay no está sitiado como se dice por ahí, que a lo sumo acá pasa lo mismo que en Nogoyá, que en Gualeguay, que en Macía, que Villa Elisa”.
Villaguay está anclada justo en medio de Entre Ríos, en el corazón de las rutas agitadas atravesadas por el circuito del Mercosur. Hasta hace dos semanas, el corte de los piquetes agrarios era inamovible, pero estaba ubicado sólo en una de las tres entradas del pueblo, sobre el cruce de la ruta 6 y 18. Ayer, los cortes eran tres. Al primer cerco se le sumaron los transportistas de cereales y de hacienda tendidos en la entrada y salida del pueblo.
Pocos días le llevó, entonces, a Villaguay quedar aislada. Anoche no había nafta, ni hubo anteayer, ni va a haber dentro de un rato.
–¡Ni para nosotros! –se espanta un policía, de guardia, en la puerta de una iglesia. “Nos están dando bajo cuerda, dos o tres litros, pero a los móviles no los podemos mover: tenemos que tenerlos parados en un solo lugar.”
María Isabel Figueroa sale de comprar dos sachets de leche de una segunda marca pero larga vida; los mismos dos paquetes que compra hace alguna semanas todos los días para acopiar. Franco Chávez, que es el encargado del supermercado, no le deja llevar más de dos cada vez. El supermercado es uno de los pocos lugares que decidió no cerrar las puertas el lunes pasado cuando el pueblo completo bajó las persianas en adhesión, dicen los carteles, al “paro nacional agropecuario”. En las góndolas, el escenario está casi vacío: Leche SanCor larga vida descremada: vacío. Galletita de Agua Criollitas: vacío. Aceite de Maíz Arcor: vacío. Yerba mate con palo: vacío. Pala de plástico, no hay. Tampoco broches plástico, fósforos de madera, jabón en polvo; no hay naranjas y cebollas. Fiambres hay pocos. El concesionario dijo que si no hay cambios, en una semana cierra el local. Papas quedan, pero no hay tomates, no hay zanahorias, no hay hojas verdes. Tampoco, más de cuarenta botellas de aceite. Un cartel dice: “Desde hoy no se entregan más de dos paquetes de azúcar por persona”.
“Los lácteos tampoco llegan”, dice Chávez. “La Serenísima llegaba dos veces por semana, pero ahora vino una y como el camión estuvo parado en la ruta no sabemos cuándo va a volver.”
Mientras el pueblo hace cuentas de las noches y los días que fueron o faltan, el intendente Fuerte hace las suyas. Es parte de la tropa de intendentes kirchneristas, tiene unos 40 años y ganó la comuna acompañado de un 60 por ciento de los votos, votos que hoy están en las rutas.
“Villaguay es la segunda productora entrerriana de soja –explica–, es la segunda productora de arroz, la segunda productora de cabezas de ganado de la provincia, con una rentabilidad capaz de dejarle al Estado nacional 250 millones de dólares al año. ¡250 millones! ¡Esos son 15 años de presupuesto municipal! ¡15 años! ¡Y no son capaces de darme ni un ATN de 500 mil pesos!”.
Macía es otro de los lugares aislados. El pueblo creció 12 kilómetros adentro del único acceso, una ruta provincial que lo ata por abajo con Victoria y por arriba con Villaguay. Ambos extremos cortados. Las dos estaciones de servicio, ambas de bandera blanca, están ahí sin combustible. De las seis panaderías, sólo dos tienen almacenamiento de harina pero dejaron de comprar hace tres semanas. La harina llegaba de un molino de la zona y de un depósito de Cañuelas, en Buenos Aires. La última vez, el camión estuvo once horas en Victoria, y ahora no vuelve. En la panadería Conterna tienen un chico del reparto. En estos días lo llaman a cada rato a su teléfono porque aunque anda por los caminos de tierra vecinales con el reparto temen que lo pare el piquete. El carnicero don Barbosa se quedó sin carne. La jefatura de gobierno detuvo a las máquinas encargadas de arreglar las calles y el parque industrial. Detuvo a los camiones que iban a buscar piedras y arena a Uruguay.
“Este pueblo pasó de 4500 a 8000 habitantes en los últimos años, producto del crecimiento del campo”, dice orondo Ricardo Troncoso, intendente radical no K y criador de cerdos. “Por eso usted va a haber que hay 300 comercios habilitados si esto es un enjambre, en tiempos normales no se puede pasar: hay 70 u 80 tambos, apicultura, y si hoy usted se fija todo parece un desierto.”
Dos empresarios hoteleros y la propietaria de un bar de Victoria presentaron una demanda por lucro cesante contra los ruralistas y transportistas que cortan las rutas. El corte que dificulta el acceso a esa ciudad es uno de los principales de Entre Ríos, junto con el más famoso de Gualeguaychú. Los querellantes se presentaron ante el fiscal Eduardo Guaita y argumentaron que están cortando una calle interna de la ciudad. El juez Alejandro Callejas informó a los que cortan de la presentación y les recomendó que “busquen una alternativa para liberar el tránsito”. La idea se trasladaría a otros empresarios de pymes que se hayan visto afectados por los cortes y que ahora buscarán un resarcimiento económico.
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