- Chicos. “Hola chicos”, suele saludar Cristina Fernández de Kirchner al enfrentarse con el asedio de los cronistas. El apelativo desconcertaba a los brasileños que no sabían cómo traducir. “Hola crianzas”, les sonaba inadecuado y “rapaces”, por jóvenes, tampoco los convencía...

- Tardanza. Ya había pasado anteriormente y muchos esperaban que se repitiera. Fue una profecía autocumplida: CFK fue la última en llegar al plenario del Mercosur cuando Luiz Inácio Lula da Silva ya se encontraba promediando su discurso. Tratando de reparar el desliz, la Presidenta cedió su turno en la palabra porque “me parece de mal gusto hablar primero habiendo llegado último”. Tomó la posta el uruguayo Tabaré Vázquez. Después sí Cristina Kirchner se hizo cargo del micrófono: reprobó a los países desarrollados por la crisis financiera internacional y dijo lo que muchos pensaban y nadie confesaba: “Lula nos convocó a un lugar maravilloso que no da muchas ganas de trabajar”.

- Alumna. La flamante ministra de la Producción, Débora Georgi, asistió atenta a cada reunión del área económica de las diferentes cumbres y tomó nota de todo. En un cuaderno espiralado dejó sentado sus minuciosos apuntes.

- Mulatonas. Las 176 hectáreas del complejo hotelero Costa do Sauipe son, obvio, inabarcables. Cada uno de los cinco hoteles all inclusive tiene su estilo: el más clásico es el Golf and Spa. Allí se concentraron la mayoría de las delegaciones presidenciales. Dos mulatonas con miriñaque recibían a cada mandatario a medida que ingresaban. Un toque colonial que contrastaba con la vorágine de cámaras y reporteros que se arremolinaban ante cada funcionario en el lobby.

- Guayaberas. El calor y la humedad habilitaron el ingreso de informales guayaberas en ellos mientras ellas se mantuvieron fieles a los trajecitos. El ecuatoriano Rafael Correa y el paraguayo Fernando Lugo competían en guardas y colores. Más sorpresa causó Felipe Calderón: de casual celeste y arabescos azules, el conservador mexicano anunció el ingreso de Cuba al Grupo de Río como presidente pro témpore de ese organismo.