EL PAíS • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Raúl Dellatorre
Hace un año largo ya que la sociedad enfrenta el tema de las retenciones a la exportación de granos como si se tratara de una cuestión crucial a debatir en la que nadie debe quedar afuera. Si es un impuesto o no, podría ser una cuestión trivial. Pero si es una carga sobre la exportación, menos trivial resulta plantearse por qué los que protestan son los productores y no los exportadores, que ni aparecen por las rutas.
Se ha explicado que el exportador, a través del acopiador, le descuenta las retenciones al productor cuando le compra el grano, para poder colocar el producto en el mercado mundial. En consecuencia, por transferencia, es el productor el que asume el costo del tributo. Un criterio que ni la Secretaría de Agricultura discute. Al contrario, lo avala, al publicar un precio de referencia que es el neto, con el tributo ya descontado.
¿Pero qué pasa si lo que se exporta no es el total de la producción? Por ejemplo, lo mismo da que la soja se destine a exportación (95 por ciento) o al mercado interno cuando lo vende el productor, ya que siempre se le descontará la retención. Y lo mismo sucede con el trigo, aunque más de la mitad de la producción se destine al mercado interno.
¿Qué sucede con la diferencia entre las retenciones descontadas al productor y la que se liquida a la DGI en Aduana cuando se exporta, que en este caso será muy inferior? No hay que ser muy suspicaz para sospechar que se lo queda el acopiador, que usualmente es una firma cautiva de un gran exportador.
Quizá llame la atención que esto suceda a la vista de todos y nadie lo denuncie, ni el verborrágico De Angeli. Pero con la sequía de la última campaña, la paradoja llegó al límite de lo ridículo. Por la pérdida de producción de trigo, casi no habrá saldo exportable. Es decir, todo el producto que compre el acopiador irá a parar a los molinos que hacen harina para el mercado interno. Y, sin embargo, le seguirá descontando la retención al productor, como si la tuviera que pagar al fisco en alguna etapa posterior.
¿Qué han dicho los dirigentes de la Mesa de Enlace al respecto? Que no tiene sentido que el Gobierno mantenga las retenciones al trigo, si no va a haber exportaciones y, por lo tanto, recaudación. Pero no dicen nada del acopiador (cerealeras exportadoras) que se las apropia. ¿No será hora de que las entidades les pierdan aunque sea un poquito el miedo a las cerealeras? Sería una buena forma de empezar a discutir la distribución de la renta agraria con quien se la queda, y no sólo contra el Estado.
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