Por C.A.

Entre los testigos que aparecen en la causa que se investiga en la Justicia de San Isidro figura también un “policía honesto”, según lo llaman los investigadores. Edgardo Raúl Salinas, un sargento de la comisaría de General Pacheco, cuenta cómo los autos secuestrados por la fuerza y estacionados frente a la seccional iban siendo desguazados como por arte de magia: “Escuchaba por handy los rodados que se secuestraban y cuando pasaba por la comisaría los veía en la misma vereda estacionados, y al día siguiente, o al par de días se los veía con faltantes, como ruedas o hasta puertas”.
Salinas revista desde 1996 como agente de General Pacheco, y si bien es evidente que en su testimonio no cuenta los detalles que un hombre con esa experiencia puede saber sobre sus colegas, es determinante al acusarlos. “Ha llegado a ver que siempre de noche, luego del cambio de guardia de las 21 horas, llegaba un vehículo tipo remolque, muy viejo y se llevaba algunos de los autos secuestrados. No sabe adónde, pero sí con la anuencia del comisario (Norberto Fiori) porque antes de irse (el chofer de la grúa) siempre mantenían alguna reunión en privado.”