EL PAíS • SUBNOTA › EL VENEZOLANO HUGO CHAVEZ, EL BRASILEÑO LULA DA SILVA Y EL LIBIO MUAMMAR AL KHADAFI
Khadafi reiteró su rechazo al ordenamiento de las Naciones Unidas y sorprendió con una crítica contra el tratado que prohíbe el uso de minas personales. Lula, que ya lleva diez viajes al continente africano, pidió una condena unánime al golpe hondureño.
› Por Martín Piqué
Desde Isla de Margarita
La segunda cumbre de países de América Latina y Africa mostró en acción a tres protagonistas principales que fueron destacados por casi todos los participantes. El primero, esperable por su rol de anfitrión, fue el venezolano Hugo Chávez. El segundo, también esperable por su condición de histórico impulsor del acercamiento a Africa, fue el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. El mandatario no se privó de recordarles a los presentes que ya lleva diez viajes al continente africano. El tercer jefe de Estado que se ganó un lugar en el reconocimiento de sus pares fue el líder de Libia, Muammar al Khadafi. Chávez, quien recordó su pasado en el Ejército, fue el primero en rendirle honores. “Aprendimos desde muy jóvenes a admirarte. Anoche estuvimos conversando a orillas del mar Caribe”, lo presentó el bolivariano con aire marcial.
Khadafi aprovechó la oportunidad para reiterar su rechazo al ordenamiento actual de las Naciones Unidas, una cuestión que ya había tratado en la Asamblea General de la ONU. También insistió en que el Consejo de Seguridad debería estar conformado por bloques regionales; luego sorprendió con una crítica contra el tratado de Ottawa que prohíbe el uso de minas personales, vigente desde 1999. “Las minas son un arma defensiva. Es lo único que nos queda. ¿Por qué no prohíben los cañones?”, polemizó. Desde su llegada a la isla vía Nueva York, Khadafi se había garantizado un rol protagónico en la cumbre. Y el libio se ocupó de incrementar la expectativa con decisiones de impacto mediático: como la de instalar una gran carpa de color negro en los jardines del Hotel Hilton, a metros del mar Caribe.
Khadafi será el próximo anfitrión de la tercera cumbre América del Sur-Africa. La siguiente edición ya fue programada para el año 2011: se realizará en Libia. Habrá que ver cuántos presidentes sudamericanos terminan asistiendo a ese encuentro, porque hay analistas que presagian un giro conservador en el sur del continente para los años que vienen. Khadafi también blandió sus profecías. Su pronóstico se sumó a las lecturas que advierten sobre un cambio definitivo en las relaciones de fuerza internacionales. “Las potencias quieren seguir siendo fuertes. Nosotros tenemos que luchar por construir nuestra propia fuerza, aprovechando nuestras posibilidades. En el siglo XVIII estaba dominada por el imperio británico y hoy India es cien veces más fuerte que Inglaterra”, arriesgó el libio con la intención de exponer un caso emblemático.
Cuando llegó el turno de Lula, Chávez se lamentó porque al brasileño le falta menos de un año y medio para terminar su mandato. “Sé que va a ganar Dilma (Rousseff, candidata presidencial del PT) y que Brasil se va a mantener en el rumbo que tú le imprimiste”, dijo el venezolano. Coordinador general de la cumbre por América del Sur, Lula contó que siempre había visto a la Unión Africana como un modelo a seguir para la conformación de Sudamérica a través de Unasur. El brasileño dedicó buena parte de su discurso a explicar a los mandatarios africanos los cambios políticos que se están produciendo en Sudamérica. En ese momento lo estaban escuchando dieciséis presidentes africanos (Argelia, Burkina Faso, Comoras, Gambia, Ghana, Guinea Ecuatorial, Libia, Malí, Mauritana, Namibia, Níger, República Centroafricana, Santo Tomé y Príncipe, Sudáfrica, Togo, Zimbabwe), mientras que unas cuarenta naciones de Africa estaban representadas por vicecancilleres o funcionarios de rango ministerial. “Sudamérica pasa por un momento de transformaciones sin precedentes”, resumió Lula. Enseguida explicó que la creación de nuevas instituciones regionales como Unasur estaba avanzando por la decisión de privilegiar los factores de unión. “Privilegiamos lo que nos puede unir y no lo que nos desune. Por eso estamos poniendo en marcha el Consejo Sudamericano de Defensa”, recordó. La última reunión de ese organismo, celebrada en Quito con la asistencia de los ministros de Defensa, tuvo como eje de debate la polémica por la instalación de siete bases militares en Colombia.
Lula no se olvidó de hacer una referencia sobre el golpe de Estado en Honduras. Entonces pidió a los participantes que acordaran una “condenación unánime” en repudio al gobierno golpista de Roberto Micheletti. “Tenemos que luchar mucho para barrer al basurero de la historia los golpes militares. No se pueden permitir esos retrocesos en nuestro continente”, advirtió. El empeño puesto por Brasil en la condena a la dictadura hondureña era coherente con las últimas decisiones de la diplomacia de Itamaraty: sobre todo el asilo brindado a Manuel Zelaya en la embajada en Tegucigalpa. El plenario de presidentes siguió con varias horas de discursos en los que se fueron sucediendo mandatarios sudamericanos y africanos.
Cuando el debate ya llevaba varias horas, Chávez tomó la palabra y dijo que proponía votar dos mociones porque algunos invitados debían retirarse por anticipado. Entonces llamó a fijar la fecha y el lugar para la realización de la próxima cumbre: la moción era Libia, septiembre de 2011. “¿Cristina, tú vienes, no?”, preguntó. La transmisión televisiva puso el rostro de CFK en primer plano. La Presidenta hizo un gesto afirmativo con la cabeza, el resto de los mandatarios aprobó la propuesta levantando los brazos. Chávez retrató el momento dando un golpe con un martillo. Pero enseguida se acordó de que para esa fecha de los presidentes presentes en la cumbre, Lula y la chilena Michelle Bachelet ya habrían terminado sus mandatos. “Deberán ser invitados especiales”, zanjó Chávez.
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