EL PAíS • SUBNOTA › MACRI EMPEZó A HABLAR DE “UNIóN CIVIL PLENA”
El jefe de Gobierno había dicho que apoyaba el matrimonio gay. Ayer aseguró que avalaba la “unión civil plena”, una figura que no contempla los derechos del casamiento.
› Por Emilio Ruchansky
El sorpresivo apoyo al casamiento entre Alex Freyre y José María Di Bello, que tiñó de “progresista” por unos días al conservador jefe de Gobierno porteño, sigue tambaleando. Luego de no acatar el fallo de la Justicia de la ciudad que gobierna y desviar la discusión a la Corte Suprema para que resuelva si debe acatar –como lo hace– el fallo de un tribunal nacional, ayer Macri disfrazó “el matrimonio homosexual” de “unión civil plena”, como si se tratara de lo mismo. La misma estrategia usó días atrás su ex vicejefa, Gabriela Michetti, para despegarse de la promesa de campaña a la flogger Cumbio de que podría casarse con su novia: “Cuando le contesté que se iban a poder casar, nunca se me ocurrió otra cosa que la unión civil ampliada”.
Las declaraciones de Macri surgieron durante un acto en el Planetario, donde presentaron los objetivos del Plan de Acción de Cambio Climático 2030 para disminuir los gases invernaderos en la ciudad, luego de envalentonarse al sostener que fue su partido el que “planteó el debate después de muchos años” al no apelar el fallo de la jueza Gabriela Seijas que ordenaba casar a la pareja. “Tenemos que reconocer la unión civil plena al matrimonio homosexual”, dijo el jefe de Gobierno, según dicta la desgrabación de uno de sus voceros. Luego aseguró que no acatar el fallo de Seijas no significó dar marcha atrás: “Es un conflicto de poderes que tiene que resolverlo la Corte Suprema”.
“Para nosotros es una falta de respeto, la unión civil es un premio consuelo que resulta humillante porque estamos discutiendo otra cosa. No queremos leyes de apartheid. Macri está cediendo a las presiones de la Iglesia y restringiendo el acceso a los derechos que garantiza la Constitución nacional”, dijo anoche María Rachid, presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt). El slogan de la campaña de la Federación para incluir el casamiento de parejas del mismo sexo en el Código Civil es claro al respecto: “Los mismos derechos con los mismos nombres”.
En el macrismo aseguraron ayer que las “convicciones personales” de Macri no habían cambiado. Esas convicciones que el candidato ponderó luego de que las encuestas le indicaran que oponerse a la boda le restaría popularidad y que hasta defendió luego de reunirse con el arzobispo Jorge Bergoglio, cuando reflexionó: “El deber de un conductor político es ver las libertades de los ciudadanos”. Fue por esos días que dijo con su eterna camisa celeste desde su oficina: “Siento que éste es un paso importante porque acá lo que hay que ponderar es vivir en libertad sin vulnerar los derechos de los otros. Tenemos que tratar de convivir y aceptar esta realidad. El mundo va en ese camino”.
Con el paso de los días, las filas del macrismo se fueron revolviendo sin llegar a digerir la decisión. En un encuentro de referentes del PRO a nivel nacional en esta ciudad, Michetti, flamante diputada, advirtió que “Mauricio no estaba en el país” (sic) cuando tomó la decisión y que ella “no lo hubiera autorizado”. “El matrimonio homosexual y el matrimonio heterosexual no es la misma cosa”, dijo en esa reunión en el hotel Savoy. Luego aseguró que su partido presentó un proyecto de ley para impulsar la unión civil en todo el país. El secretario general del gobierno porteño, Marcos Peña, aseguró a este diario que “no es así”, que “hay libertad de conciencia” en este tema y que otros legisladores del PRO pueden presentar un proyecto para permitir el matrimonio. Algo que todavía no ocurrió.
La postura de la Falgbt, cuyos abogados representan a la pareja que sacó turno para casarse el 1º de diciembre pasado y no logró su cometido, fue otro posible slogan: “No a los homoderechos”. El argumento se centra en la segregación que implica crear una ley distinta por fuera del Código Civil de la población “en general”: “También se decía que la mujer ‘por naturaleza’ no podía votar o que no era ‘natural’ la unión entre personas de diferentes ‘razas’. También se proponían institutos con ‘otros nombres’ que hoy sonarían ridículos. Lesbianas, gays, bisexuales y trans tenemos las mismas obligaciones, con los mismos nombres que las personas heterosexuales. ¿Por que debería ser distinto con el matrimonio?”.
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