Sáb 21.12.2002

EL PAíS • SUBNOTA

La noche en que la Plaza fue la fiesta del Aguante

En el improvisado cine que funcionó durante toda la noche del jueves frente al Cabildo se sucedían las imágenes de las protestas que el mismo público había protagonizado exactamente un año atrás. En el momento en que la cara de Fernando de la Rúa apareció en la pantalla para anunciar la medida que tomaría para “frenar a los violentos”, la reacción de los espectadores fue unánime y revivió el cántico de aquel 19 de diciembre: “¡Qué boludo, qué boludo/ el estado de sitio/ se lo meten en el culo!”. Del otro lado de la plaza, el “Aguante cultural” organizado para esperar a los miles de manifestantes que llegarían el viernes se transformaba en una fiesta entre recitales, baile y muestras de fotos.
El festival organizado por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) de la Capital Federal, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), organismos de derechos humanos, el comité argentino de movilización del Foro Social Mundial, distintas asambleas barriales y el Movimiento Barrios de Pie, comenzó alrededor de las 21.30 con la actuación de Pablo Miró. Poco después, Nora Cortiñas, integrante de Madres Plaza de Mayo-Línea Fundadora, subió al escenario para recordar la noche del cacerolazo que marcó el principio del fin del gobierno de De la Rúa. “Esa noche se demostró que cuando el pueblo dice basta, es basta”, afirmó frente a más de mil personas. Cortiñas también trató de relativizar las diferencias entre los distintos sectores que vienen protagonizando la protesta social. “El 19 de diciembre estuvimos todos, no es cierto que hubo algunos que se escondieron abajo de la cama”, aseguró, haciendo referencia a las acusaciones de algunas corrientes contra la CTA. En el aire había ambiente de recital: el choripán y la cerveza marcaron la cena, para dejar lugar al mate y la garrapiñada cuando el rocío empezaba a caer en la madrugada.
Alrededor de las once las asambleas barriales hicieron su entrada triunfal a la plaza. Los vecinos también hicieron su aporte al “aguante cultural”: los de Longchamps armaron un pesebre con animalitos de cartón que portaban cabezas de políticos. Al pie, los asambleístas habían colocado regalitos para todos: desde una Barbie cartonera con carrito y bolsa, hasta un ajuste a la educación para los chicos dedicado por el FMI. Al sur de la plaza, el grupo de teatro Al borde agrupó a los espectadores en círculo, mientras que la asamblea de Saavedra desplegaba enormes muñecos. El colectivo artístico Argentina Arde realizó una exposición con las fotos de los momentos más trágicos de la represión de diciembre pasado.
A medianoche muchos grupos de jóvenes comenzaron a llegar y media hora más tarde ya eran más de tres mil las personas que presenciaban los distintos espectáculos. Uno de los más concurridos fue el cine improvisado que se instaló en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Bolívar. Uno de los documentales proyectados se centró en la reacción que provocó el estallido argentino en movimientos contestatarios de todo el mundo. “Argentina me cambió la vida –afirmaba desde la pantalla un militante inglés, ante la mirada sorprendida del público–, yo leí mucho sobre la Comuna de París, el Mayo Francés, pero siempre quise saber cómo era una verdadera rebelión social”. Los 500 espectadores también pudieron ver cómo activistas antiglobalización realizaban minicacerolazos frente a los consulados argentinos de París, Roma y Chicago, entre otros.
Uno de los momentos más emotivos de la función llegó durante la proyección de un documental de la TV canadiense, que mostró cómo la policía destruía durante la noche la placa recordatoria de Gustavo Benedetto, el joven asesinado el 20 de diciembre frente a las puertas del banco HSBC. Poco después, las imágenes mostraban un homenaje a las víctimas de la represión. En ese momento, mientras que algunos se enjuagaban las lágrimas, la mayoría coreó “presente” luego de los nombres de cada uno de los caídos.
En el escenario montado al otro lado de la plaza, Ignacio Copani fue uno de los más ovacionados de la noche. “Voy a cantar sólo un par de temas porque hay muchas bandas que están esperando”, aseguró. Pero el cantautorno pudo cumplir su promesa porque el público le pedía “otra, otra”. “Muchas gracias, no te hubieras molestado”, el estribillo dedicado a las grandes cadenas de empresarios, políticos y militares fue coreado por todos. Santa Revuelta hizo bailar a la mayoría de los asistentes con el “Chamamé del desocupado”, mientras que la banda The Keruza provocó un pogo con “Se viene la rebelión”.
Alrededor de las dos de la mañana algunas asambleas se fueron enojadas. Es que cuando tomaron el micrófono y propusieron “hacer una gran asamblea” en la plaza, los organizadores del acto les recordaron que todavía quedaban bandas por tocar y que había que respetar la propuesta del “Aguante cultural”. “Estamos muy contentos, calculamos que en algún momentos llegó a haber 8 mil personas en la plaza”, concluyó Carla Maglio, una de las organizadores. Y agregó que “logramos romper el discurso del miedo y preparar el terreno para las grandes movilizaciones de hoy”. Entre las adhesiones y saludos que llegaban de varias organizaciones y asambleas, los trabajadores de la fábrica Aurora llamaron a evitar el remate de su marca el jueves 26. También estuvieron presentes el Movimiento de Fábricas Recuperadas y los trabajadores de Perfil. Cerca de las cinco, subió el último artista y llegó el momento de los encendedores. Tato Díaz y los más de quinientos chicos que todavía quedaban despidieron la noche con “Hasta siempre”.

Informe: Gimena Fuertes y Alejandro Gaggero.

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