EL PAíS • SUBNOTA › CóMO SIGUIó EL MACRISMO EL DEBATE EN LA LEGISLATURA PORTEñA
En la Jefatura de Gobierno vivieron con cierto alivio el resultado de la sesión, pero aceptaban que tarde o temprano la comisión investigadora será aprobada. Existen diferencias sobre la estrategia judicial.
› Por Werner Pertot
En el Palacio de Gobierno, los macristas vieron con una mezcla de alivio y alegría el resultado en la Legislatura. Mauricio Macri reunió el lunes a los legisladores propios con la preocupación implícita de que alguno se aleje del bloque. Allí escuchó algunas críticas al estilo en que se venía conduciendo la causa de espionaje y a los cuestionamientos a los jueces. Macri no tomó muy en cuenta estos consejos: no se privó de amenazar a los camaristas con que “cuando se sepa la verdad, tendrán mucho que explicar”. Sus legisladores, de todas formas, impidieron que se votara sobre tablas el tratamiento de una comisión investigadora. En Bolívar 1 interpretan que la oposición porteña se mostró de-sunida, pero también advierten que la comisión llegará tarde o temprano. El objetivo es entonces que sea lo más PRO posible.
En la reunión que tuvo con sus legisladores el ahora lampiño Macri escuchó varias críticas a la estrategia judicial. “El estudio de los abogados de Mauricio es de Franco, de la familia Macri. Ese es un tema”, desconfían en el macrismo. Las desavenencias en el bloque PRO tampoco son menores: “Mauricio se está jugando el gobierno y el jefe de bloque se nos fue a Miami”, se quejaban los michettistas en referencia al legislador Cristian Ritondo. Toda interna, por ahora, es tapada por las circunstancias: ayer cerraron filas y ganaron tiempo.
Macri miró con atención lo que pasó en la Legislatura, al igual que sus funcionarios. Cerca del jefe de Gobierno comentan que no vivieron el resultado como una victoria contundente, sino que –a partir del cross a la mandíbula que implicó el fallo de la Cámara– viven la pelea round a round, día a día, tweet a tweet. “No hay un clima de victoria, sino de que nos fue bien. Del otro lado no pudieron juntar”, estimaba un miembro de la mesa chica sobre las votaciones. En el Palacio de Gobierno miraron con preocupación el voto del ahora “coloradista” Daniel Amoroso, en sintonía con la oposición.
No obstante, la postergación de la comisión investigadora fue lo que más aire le dio por estos días. “Los opositores no pudieron ponerse de acuerdo: uno pedía juicio político, otro licencia, no hay un proyecto común de comisión. Parrilli dice que no van a votar una ley más; Kravetz les discutía a los demás que no apoyaban su proyecto. Todos convalidaban lo de todos”, se divertía, control remoto en mano, un funcionario cercano a Macri. Con cierto fastidio, el hombre de amarillo señala, poético de pronto: “En esta novela que nos han escrito, ésta es una página más”.
El líder de PRO optó por tratar de acelerar la llegada del juicio oral y muchas de las fichas están puestas en esa estrategia, que fue festejada en público por algunos ministros y cuestionada en privado por otros dirigentes del PRO. Entre los que salieron a ensalzar a su jefe estuvieron el ministro de Educación, Esteban Bullrich, y el de Espacio Público, Diego Santilli. “Es ejemplar la decisión de Macri de ir hasta el final con las pruebas necesarias que prueben su culpa o su inocencia. Han causado cierto asombro en el arco político, incluido el gobierno nacional”, interpretó Bullrich. “El día que se esclarezca todo esto, lejos de dañarlo, lo va a favorecer”, se esperanzó Santilli. “Nosotros no tenemos ningún problema en mandar toda la documentación que sea necesaria a la comisión investigadora, si es que se constituye”, aseguró.
Como informó Página/12 el sábado pasado, la estrategia PRO es demorar la comisión investigadora hasta mediados de agosto y, mientras tanto, intentar negociar con algunos sectores de la oposición porteña que esa comisión sea funcional a los fines de la gestión PRO: una comisión que cite sobre todo a funcionarios nacionales, al aliado de PRO Héctor Maya para que hable de cómo el juez Norberto Oyarbide le dijo sin testigos cuando se lo cruzó en un restaurante que se iba a “llevar puesto” a Macri, a los padres de Cromañón para que denuncien el “espionaje” de Aníbal Ibarra, etcétera y demás.
Además del frente legislativo, Macri también observa con cautela a sus posibles aliados, en especial a los peronistas. En PRO, advierten que las gestiones del macrista Federico Pinedo y del peronista federal Eduardo Amadeo están surtiendo algún efecto. El jefe de Gobierno recibió con cierta euforia las declaraciones de Eduardo Duhalde –un dirigente con el que antes no quería ni aparecer en fotos– y las de sus ex aliados Francisco de Narváez y Felipe Solá, quien se mostró más comprensivo en su Twitter. En la guerra de los tweets, a veces hay fuego amigo. El secretario general, Marcos Peña, publicó: “En 2002 Macri le pide a Burzaco que averigüe qué policías tenían buena reputación por si llegábamos a gobierno. Resultado: Palacios”. De seguro, el jefe de la Metropolitana le agradecerá en privado ese favor.
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