EL PAíS • SUBNOTA › MARIANO FERREYRA, EL MILITANTE DEL PO QUE MURIó DE UN DISPARO
Tenía 23 años y militaba en la sede Avellaneda del Partido Obrero. También integraba la FUBA. Había llegado a media mañana a la estación de tren para acompañar la protesta de los ferroviarios. Llegó al Hospital Argerich sin vida.
Cuando lo asesinaron por protestar, Mariano Ferreyra tenía sólo veintitrés años. Militaba en la sede Avellaneda del Partido Obrero y en 2002 había participado del corte del Puente Pueyrredón que terminó con otras dos muertes, las de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. “Era un chico tímido pero inquieto, muy solidario y formado en la lucha”, dijo Norma Giménez, una de sus compañeras en el partido.
Flaco y de rulos negros, Mariano también integraba la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y desde la adolescencia tuvo interés por militar en la izquierda. Mientras cursaba el secundario intervino activamente en el centro de estudiantes, donde lo eligieron delegado de su colegio y hace algunos años formó parte de la ocupación de la fábrica recuperada Sasetru.
Su historia de militancia dio un salto cuando comenzó el ingreso a la universidad para estudiar Historia. “Lo marcó mucho el reclamo por un edificio propio para la escuela de música popular”, recordó Marcelo, integrante de la Unión de Juventudes Socialistas (UJS), la organización juvenil del PO. Tiempo después se recibió de tornero y durante los últimos tres años trabajó intermitentemente como metalúrgico. Allí, como empleado a prueba o contratado, conoció de primera mano algunas de las facetas de la precarización laboral.
Quizá por eso, Mariano no dudó en sumarse ayer a la manifestación en apoyo a los trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca, luego de que los despedidos apelaran a la solidaridad de las organizaciones políticas y sociales. Llegó a la estación Avellaneda a media mañana, acompañado por militantes del PO, de la FUBA y del Polo Obrero, con la intención de cortar las vías. Fue su última protesta. Los esperaba una patota que les arrojó piedras desde el terraplén y luego los corrió durante varias cuadras. Uno de sus integrantes sacó un arma de fuego y les disparó. Mariano recibió un balazo en el tórax y llegó al Hospital Argerich sin vida.
Hasta ayer vivía en su casa de Sarandí, cerca del Coto de Avellaneda, junto a sus padres y su hermana menor. En los últimos meses les había contado a sus conocidos sus ganas de empezar a estudiar cine en la Universidad de Lanús.
“Esto no es un rayo en cielo sereno”, aseguró Giménez. Su amiga denunció que “la patota del gremio de los ferroviarios viene actuando hace más de un mes” y lamentó con rabia que pese a la presencia de la policía en el lugar no haya hasta el momento ni un solo detenido por el asesinato de Mariano.
Informe: Federico Poore.
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