EL PAíS • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Mario Wainfeld
El socialista Antonio Bonfatti y el kirchnerista Agustín Rossi, que competirán por la gobernación santafesina en julio, son los dos primeros triunfadores del comicio de ayer. El gobernador Hermes Binner y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tendrán representantes “del palo”, promotores de sus políticas en los últimos años: también a ellos les sobran motivos para festejar.
Miguel Del Sel, el candidato del PRO, corrió solo y logró un buen porcentaje, lo que motivó al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, a movilizarse a saludarlo. También satisfizo a los peronistas federales, que estaban catatónicos por una notable acumulación de derrotas, aun en la interna entre ellos, donde perdieron todos. De cualquier modo, el Midachi devenido político no parece estar en capacidad de ganar la elección provincial. Pero sí pinta para cumplir un papel destacado, aunque la final del campeonato la disputarán la coalición socialista radical y el kirchnerismo.
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Los que pierden: Los grandes perdedores de la jornada fueron dos. El senador Rubén Giustiniani, que hace dos meses era fija, y el ex canciller Rafael Bielsa, quien pese a contar con la visita de los ministros Amado Boudou y Débora Giorgi tuvo un desempeño opaco. Giustiniani queda muy golpeado de cara al futuro, con dos derrotas a cuestas, una cerquita avalado por Binner hace dos años, otra muy bajoneante haciéndole frente. Bielsa acumula tres derrotas sucesivas, dos en su provincia, una en Capital.
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Darse el gusto: Binner se dio dos gustos: el triunfo de su delfín Bonfatti y la caída libre de Giustiniani, principal destinatario de sus broncas y tácticas durante meses. El gobernador abrigó una convicción desde el vamos: la mayoría de los votos socialistas le (cor)responden, su apoyo traccionaría a cualquier postulante al primer lugar. A su ver, ésa era la causa del alto porcentaje que cosechó Giustiniani en 2009, aun perdiendo, compitiendo por la senaduría con Carlos Reutemann. Minimizaba el peso propio del senador, lo fastidiaba su ambición que, de concretarse, hubiera dejado al socialismo sin su única banca en la Cámara alta. Desdeñó incluso la “tercera posición” que era el intendente de Rosario Miguel Lifschitz, menos de su riñón que Bonfatti (pero más conocido y popular) y menos antagónico con él que Giustiniani.
Bonfatti arrancó desde el sótano, creció al modo predicado por el filósofo estoico Reinaldo Merlo (paso a paso) y llegó a la meta. Convalidó así el liderazgo de Binner y una jugada en la que muy pocos (dirigentes de su partido o de otros, analistas o encuestadores) creían en un comienzo. Binner, en efecto, traccionó y coronó.
Binner debe ahora decidir sobre su destino nacional, que habría quedado machucado con otro desenlace. Puede, en los papeles, escoger si acepta fortalecido la oferta de acompañar a Ricardo Alfonsín en la fórmula presidencial. En tal caso, todo indica que intentará imponer condiciones respecto de la red de alianzas y de la propuesta programática, que algo tienen que ver aunque esté tan de moda negarlo. También podría lanzarse, con más vértigo, a encabezar una fórmula de centroizquierda, como le reclaman Fernando Solanas, Luis Juez, Margarita Stolbizer y Víctor de Gennaro.
Siempre atento a conservar el Ejecutivo en su distrito, el único donde el socialismo es poderoso, la buena elección del radical Mario Barletta es un factor de contrapeso para la jugada más audaz. Los boinas blancas lo presionan sugiriendo que le restarán apoyo en Santa Fe si él los desaira en lo nacional. La resolución debe tomarse en junio, cuando vence el plazo de inscripción de las listas nacionales. O sea, es otra apuesta de riesgo.
En todo caso, Binner es el referente innegable del socialismo y puede elegir a qué pileta se arroja, en ambos casos sin saber si hay agua suficiente para la zambullida. La política democrática es competencia permanente, una especie de videogame. Binner tuvo una corazonada correcta, muñeca y firmeza para respaldarla. Pasa de pantalla, afronta desafíos nuevos.
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Un Chivo en ascenso: Rossi aguantó los trapos durante el conflicto de las retenciones móviles, en el que fue blanco especial de agresiones y huevazos. Se postuló para la reelección en 2009, en un contexto muy peliagudo para el kirchnerismo. Sufrió para entrar, pero mantuvo en pie al Frente para la Victoria (FpV). Luego formó parte de un tejido de operaciones que neutralizaron al senador Carlos Reutemann (junto a Binner, las dos figuras más taquilleras en las urnas santafesinas) y unir al PJ y al FpV. El escrutinio demuestra que ha reducido mucho el alto nivel de rechazo, consecuencia de su identificación con la política nacional. Para su proyección no es mala noticia que Del Sel pueda arrastrar más del 10 por ciento de los votos. El techo de Rossi seguramente no supera el 41 y 42 por ciento, si todo el padrón se dividiera con los socialistas, sus perspectivas menguarían.
Omar Perotti, intendente de Rafaela, fue otro que refutó los sondeos previos. Tuvo más que aceptable performance. Aunque fue precavido y no se puso de punta contra la ascendente estrella de Cristina Fernández de Kirchner, parece de manual que tras él se aglutinó el voto más afín al desertado “Lole”. Una referencia que dará que pensar al Chivo Rossi de cara a la campaña que se viene.
Por ahora, el kirchnerismo es un rival competitivo para el socialismo gobernante. Como ocurrió en Capital, está mejor colocado que dos o tres años atrás, hasta puede arrebatarlo a sus actuales mandatarios y cuenta con un aspirante que expresa cabalmente los valores fundantes del oficialismo nacional cuyas políticas defendió a capa y espada, aun con la mochila de estar en minoría en Diputados desde 2010.
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Saldos y expectativas: El sistema nuevo de boleta única por quintuplicado deberá ser evaluado cuando se termine el escrutinio, que fue muy lento, pero (hasta la entrega de esta columna) no embarrado. La participación, con las cifras provisorias disponibles, resultó más que razonable. Los tres elegidos salen fortalecidos merced a la decisión popular y la masividad de la concurrencia. Son argumentos a favor de las internas con activa intervención ciudadana, una herramienta para reparar el destartalado sistema político.
A la espera de los resultados totales, vayan algunos apuntes en caliente. La diputada Mónica Fein (un puntal del elenco de Binner) tratará de mantener la intendencia socialista de Rosario frente al resurgido Héctor “Tigre” Cavallero, que irá por el FpV. La distribución geográfica de los votos, que históricamente favorece en el norte al peronismo (y al reutemismo) deberá ser mirada con lupa. Eso será hoy.
Con los guarismos “en grueso” se puede afirmar que dos figuras nacionales fueron determinantes en la votación provincial, Binner y Cristina Kirchner. El PRO y el peronismo federal tuvieron un premio consuelo, que tratarán de repetir en Chubut si el domingo 29 gana el sucesor del desahuciado Mario Das Neves. Sería una celebración pírrica frente a hechos más contundentes: Binner y la presidenta ascienden, Macri se retiró de la presidencial, Reutemann está en boxes y los federales siguen sin referente y sin rumbo.
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