¿Cómo cambia el panorama con la aparición de Hugo Moyano en la escena directamente política?

- Roberto Bacman: El único cambio que genera es el surgimiento de un nuevo dirigente que intenta liderar un espacio opositor al modelo kirchnerista que gobierna la Argentina desde hace nueve años. En realidad, más que un nuevo dirigente, Moyano se inserta como consecuencia de un reposicionamiento, que lo llevó desde ser un dirigente gremial fuertemente asociado al accionar del Gobierno, cumpliendo un rol de sostén en la relación del kirchnerismo con el movimiento obrero, al perfil opositor de hoy. Y esta inserción se produce en un contexto donde la oposición sigue trepando trabajosamente una empinada cuesta, sin encontrar el rumbo que le permita instalar en el imaginario de los argentinos que poseen un proyecto alternativo para gestionar esta Argentina. En este sentido, el dirigente camionero hasta el momento sólo expresó su intención de diferenciarse. Los planteos y los contenidos están aún muy distantes de lo que la gente necesita escuchar en los discursos de los dirigentes opositores.

- Analía Del Franco: La aparición de Moyano en el escenario político y enfrentando al gobierno nacional, ante todo y por sobre todo resulta funcional a la oposición. Lo haga desde el plano que lo haga, desde la corporación de trabajadores o desde sus aspiraciones a ser candidato a presidente. ¿Por qué? Probablemente sea el opositor que se anime a una confrontación más fuerte que la que los partidos políticos están dispuestos a llevar a cabo. Ya que todo tiene un precio y no creo que el resto de oposición esté dispuesta a pagarlo en vistas al 2015. Frente a esto, el gobierno nacional ubicará las demandas sindicales en el plano que considere que corresponde y si tiene que tomar medidas, seguramente no lo hará bajo presión.

- Ricardo Rouvier: Si bien la relación Gobierno-Moyano no tiene retorno, esto no significa que todavía no haya consecuencias en el plano de la CGT que no han decantado y se verán en las próximas semanas. Por venir está la reunión o no del Congreso del 12 de julio. Y si surgirá o no, finalmente, una nueva conducción cegetista a partir de una real división de la dirigencia. Moyano dio un paso hacia la política, pero camina como en un desfiladero, tiene escasa capacidad de maniobra y no puede repetir lo del miércoles indefinidamente. Distinto hubiera sido si la popularidad del dirigente hubiera desbordado su propio sindicato y la propia CGT. Pero Moyano no es Lech Walesa, el dirigente de los astilleros polacos que alcanzó la presidencia en 1990. Las paritarias se están resolviendo normalmente y el Gobierno no tiene nada que hacer en particular, más que esperar a que el conflicto intrasindical se resuelva. Si el Gobierno transmite serenidad y deja que los hechos que no lo tocan ocurran, no perderá imagen. La artillería discursiva que algunos dirigentes gremiales le dirigen no tienen un efecto negativo que registren las encuestas, porque el emisor no cuenta con prestigio social reconocido. Sí hay una serie de demandas gremiales que el Gobierno deberá atender y comunicar, seguramente cuando Moyano deje el centro del ring. Porque las demandas se van a mantener con esta dirigencia o con otra. Pero hay algo que la dirigencia sindical registra en su experiencia histórica: que no se deben dinamitar los puentes con el Gobierno. Esa experiencia, inclusive, se puso en práctica también en dictaduras, como preservación de estructuras clasistas y que en el peronismo también son políticas.

- Enrique Zuleta Puceiro: Moyano fue durante todo el ciclo Kirchner un factor fundamental. Es, sin duda, uno de los dirigentes sindicales con mayor sentido del Estado, de los cambios sindicales en un contexto de transformaciones sociales y económicas muy profundas y, sobre todo, de los límites para su participación en la política. Desde esa posición, entendió como pocos las oportunidades y los riesgos que se planteaban hacia el futuro. Su relación con el poder fue tensa y tuvo en Néstor Kirchner una contraparte casi ideal. Ese ciclo toca a su fin y esta batalla acaso sea la última. El neokirchnerismo está decidido a revisar la herencia recibida y es posible que los líderes sindicales tradicionales corran la misma suerte que los dirigentes políticos tradicionales, porque tienen poca respuesta ante fenómenos como Cerro Dragón. El Gobierno trata de encolumnar lo que queda del sindicalismo, pero ya busca otras alianzas sociales. Para colmo, los sindicatos tradicionales no tienen ubicación ni recursos políticos.

- Artemio López: Nada cambia. Tal cual está constituido tras las elecciones nacionales, el horizonte político nacional depende del éxito o no de la gestión oficialista sobre todo en materia de sostenimiento del empleo y el consumo doméstico en épocas de crisis. Si continúa exitosa como hasta la última evaluación objetiva de octubre, el FPV continuará dominando la escena política. Por otra parte, recordemos que el oficialismo tiene chances incluso de aumentar notablemente su actual hegemonía parlamentaria dado que en las elecciones de medio mandato de 2013 renueva el 29 por ciento de votos obtenidos en junio de 2009, o sea una performance electoral muy pobre, 25 puntos por debajo del 54 de octubre último.

- Luis Costa: En principio no modifica nada, ya que hace un tiempo Moyano se muestra como opositor. El acto sirvió como evento esclarecedor y punto de partida de una lucha abierta. Es probable que el Gobierno siga presionando públicamente sobre él, ya que saben que su imagen negativa es altísima y sus posibilidades de triunfo muy escasas.

- Ignacio Ramírez: Cuando se quiebra una alianza, cuando se produce un desplazamiento en la geografía política, en fin, cuando la realidad cambia, la opinión pública tarda en cristalizar posturas estables, en actualizar sus percepciones y opiniones a la luz de un nuevo contexto. Por ahora, el cambio de Moyano no cambia nada. Veremos más adelante.