EL PAíS
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Hagan juego, señores
› Por Diego Schurman
Néstor Kirchner intentó descomprimir. Dijo que hasta la próxima semana no habrá novedades. Pero ni así pudo evitar las fuertes especulaciones sobre los nombres que integrarán su gabinete. Y todo indica que al ministro de Economía, Roberto Lavagna, el único confirmado por el presidente electo, se sumarán dirigentes de confianza provenientes de Santa Cruz, extrapartidarios y probablemente un puñado de bonaerenses y funcionarios del gobierno nacional que han trabajado a destajo en el último tramo de su campaña.
Una de las figuras que parece tener un lugar asegurado es Julio De Vido, actual ministro de Gobierno de Santa Cruz. “No está definido exactamente el cargo, pero Néstor lo quiere cerca suyo”, dijo a Página/12 un allegado al mandatario electo. Una de las versiones que se instaló anoche lo daba como virtual jefe de Gabinete. Otra directamente lo acomodaba en el sillón de Obras Públicas, que volvería a tener rango de ministerio.
Arquitecto, De Vido ocupó durante el período anterior de gobierno de Kirchner la cartera de Economía. Y desde hace casi dos años pilotea el armado de los equipos y planes de gobierno con que el patagónico se exhibió durante la campaña.
Claro que De Vido no será el único santacruceño que hará las valijas para trasladarse a la Capital. En el entorno del “Suizo”, otro de los apodos que se ganó Kirchner, no dejan de endulzar a su hermana mayor, Alicia, actualmente a cargo del área social en la provincia. La única razón por la que el presidente electo no lo da como un tema cerrado es por temor a que lo acusen de nepotismo. Por lo demás, insiste en que por estos lares no hay experta en la materia –con doctorado incluido– como ella.
Hubo al respecto demasiado debate interno en el kirchnerismo. Pero la foto del actual gobierno los tranquiliza: el propio presidente Eduardo Duhalde tiene a su mujer Chiche en la coordinación de Políticas Sociales. Hay más antecedentes. Fernando De la Rúa designó ministro de Justicia a su propio hermano Jorge.
En el entorno de Kirchner muestran entusiasmo con la figura de Sergio Acevedo, el legislador que adquirió protagonismo cuando el Congreso amanazaba con comerse cruda a la Corte Suprema. Acevedo fue uno de los pocos que se mantuvo firme en esa cruzada, que no logró su objetivo de remover a los miembros del máximo tribunal. La duda en el bunker del presidente electo es cuánto se gana y cuánto se pierde sacando a Acevedo del Parlamento.
Otro de los nombres que se incorporaron al lote de los que podrían migrar a Buenos Aires es el de Daniel Varizat, un ex senador nacional. En su caso algunos lo imaginan para la Secretaría de Inteligencia del Estado. Se trata de un organismo que, por operatividad y manejo de presupuesto reservado, los jefes de Estado suelen asignar a hombres de extrema confianza.
La Side desvela a Kirchner desde hace tiempo. Creyó descubrir allí un nicho conspirativo al que en opinión de los kirchneristas no serían ajenos su actual titular, Miguel Angel Toma, y el ministro del Interior, Jorge Matzkin. Si cuando aún no soñaba con llegar a la Casa Rosada le pidió a Duhalde que hiciera algo con esos dos funcionarios, se da por descontado que ahora los removerá con gusto y sin mayores reparos.
Igualmente no todos los funcionarios de la actual gestión deberán vaciar sus cajones. José Pampuro, por ejemplo, tiene un trato preferencial en el kirchnerismo. El secretario general de la Presidencia fue el primer funcionario en apoyar la candidatura del sureño, además de tener un papel protagónico en la campaña.
¿Dónde podría aterrizar Pampuro? En la Casa Rosada especulan con tres lugares: la propia secretaría General, la Side, o la cartera de Defensa, aprovechando los vínculos que tejió durante la actual gestión con la cúpula militar. Pampuro trabajó en tándem con Juan Carlos Mazzón, el secretario privado de Duhalde, a quien también mencionan para Defensa. Para ese puesto se echó a rodar el nombre del ex jefe del Ejército, Martín Balza, aunque una causa judicial le impediría asumir cualquier cargo público.
El caso de Mazzón es distinto. Siempre moviéndose en las sombras, el hombre a quien todos llaman por su apodo –”El Chueco”– se ocupó de tender redes en todo el país para inclinar la balanza a favor de Kirchner entre los peronistas del interior. Y tanto Néstor como su mujer Cristina no dejan de agradecérselo.
De todos modos, si hay una persona a quien la pareja no deja de elogiar es Ginés González García. Hasta ahora, gracias a la política de “genéricos” y el reparto de medicamentos a través del Plan Remediar, no ha encontrado competencia y podría revalidar su título de ministro de Salud.
En cambio, donde parece surgir algún tipo de terna es en el Ministerio de Trabajo. El que suena con más fuerza es Aníbal Fernández, quien ocupa actualmente el ministerio de la Producción, una cartera que podría quedar absorbida por Economía después del 25 de mayo. La buena relación de Fernández con el sindicalismo y el abanico de grupos piqueteros es su carta ganadora.
El otro que hace tiempo se menciona para el cargo es Carlos Tomada, un abogado laboralista y consultor de sindicatos que cultivar un bajo perfil. El tercero en pugna es una de las “sorpresas” que, dicen, tiene preparado Kirchner, aunque por ahora prefieren no develar su nombre.
El que no deberá quedar supeditado a una pulseada para conseguir su espacio de poder es Alberto Fernández, mano derecha de Kirchner a lo largo de la campaña. En todo caso, la duda es por la cartera que quedará a su disposición. Podrá ser la secretaría General, la privada o la misma Jefatura de Gabinete.
Hablando de los “hombres del presidente”, otro que tiene un plaza asegurada es Miguel Núñez, el histórico jefe de prensa del santacruceño. El sentido común indica que su futuro estará en la estratégica Secretaría de Medios.
El gran interrogante sigue siendo la Cancillería. El último nombre que salió al ruedo fue José Octavio Bordón. Sus allegados indicaron que lo impulsaba Lavagna, pero no fue posible confirmar ese movimiento en Economía. Además, el kirchnerismo lo vetó. El que tiene relaciones más viejas con el candidato es Juan Pablo Lohlé, ex embajador de Carlos Menem en España, aunque en las últimas horas lo imaginaron más cerca de una embajada en Brasil que en la sede de Relaciones Exteriores.
El que al parecer se autoimpulsa es Martín Redrado, secretario de Relaciones Económicas Internacionales. La propuesta de una “moneda única” con Brasil –que Lavagna desacreditó como medida inmediata– y la sugestiva promoción callejera de uno de sus libros sobre las exportaciones le brindaron una omnipresencia inusitada. Redrado es además el candidato del “continuismo” al que adhiere un grupo de diplomáticos de carrera como Fernando Petrella, Gustavo Figueroa y Federico Bartfeld. Sus detractores, en cambio, hicieron circular una causa que comprometería al joven funcionario y que estaría radicada en el juzgado Número 9.
Para ese lugar, Kirchner preferiría un extrapartidario. Por lo pronto no podrá ser del ARI, al menos si los integrantes de ese partido cumplen a rajatabla la orden de Elisa Carrió de no mezclarse con el nuevo gobierno. Esa directiva no fue interpretada del mejor modo por la línea peronista que está representada por Mario Cafiero, Rafael Romá y José Vitar.
De hecho, Cafiero suele tener información de primera mano sobre los movimientos del kirchnerismo a través de Francisco Lohlé, un hermano de Juan Pablo, a quien lo une años de militancia.
La lista sigue. A Rafael Bielsa hace rato que lo vinculan a lo que será el nuevo Ministerio de Justicia, escindido de Seguridad, que se convertiría en una secretaría y podría quedar en manos de Gustavo Beliz. Aunque, claro, hay quien dice que el ex joven funcionario de tanentrañable amistad con Kirchner, que hasta ganó un lugar entre las fotos familiares del santacruceño, prefiere integrar el armado de un frente para competir en la capital, ya sea como jefe de Gobierno o en otro cargo.
Quien en un primer momento prometía retornar al Ministerio de Educación era Susana Decibe. Pero ha perdido apoyo, y los nombres que se manejan son los de la senadora Marita Perceval, la actual ministro de Educación de Santa Cruz, Silvia Esteban, y el rector de la Universidad de San Juan, Tulio del Bono.
Todavía no encuentra un lugar en el nuevo esquema de gobierno pero pusieron el hombro para convertir a Kirchner en presidente son el gobernador de Jujuy, Eduardo Fellner, quien se encargó del armado territorial en la campaña. Fellner y Kirchner compartieron durante años un mismo espacio de poder en el peronismo, que se conoció como Frente Federal.
A la hora de las especulaciones, a Fellner siempre se lo incluyó como candidato a ministro del Interior, al igual que otros gobernadores como Gildo Insfrán, de Formosa, y Carlos Rovira, de Misiones.
Más difícil será encontrarle un lugar al actual vicegobernador de Tierra del Fuego, Daniel Gallo, a quien también le reconocen importantes gestiones durante la campaña. Ayer se conjeturó que su futuro podría estar en la Aduana. Lo cierto es que Kirchner le prometió, como a tantos de los mencionados en esta nota, que trabajarán “juntos” en el futuro aunque no le dio mayores precisiones sobre el significado de sus palabras.
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