Jueves, 30 de agosto de 2012 | Hoy
Dicen que Ana María Grimaldos estaba entrenada para vivir escondida. Cuando su hija iba a visitarla o pasaba a buscarla, llegaba en auto y salían en colectivo. Los vecinos casi no la conocían y la describen como una persona reservada que pasaba en ocasiones varios meses en Europa. El allanamiento estaba previsto originalmente para el día 11 de julio, cuando ella iba a operarse de los ojos. El día 2, su hija apareció en el juzgado porque había recibido una “alerta” de que algo pasaba con su madre. En el juzgado intentaron disuadirla, pero alterados por esa situación, adelantaron el allanamiento para las 2 de la mañana de esa misma noche.
Según la información de la causa, Mónica Vildoza se enteró de las “alertas” en la frontera, mientras cruzaba de Paraguay a Brasil. Información que nadie debió haberle dado. Las escuchas dan cuenta de que la familia empezó a saber que estaban siguiéndolos y volvió a generar el sistema de protección que mantuvo en los últimos años. Porque en esas condiciones su familia no puede ser garante de una detención en prisión domiciliaria, la jueza Servini rechazó el pedido de los abogados de Grimaldos, que están pidiendo ese beneficio. Los abogados acaban de insistir ahora ante la Cámara Federal, la Sala I analiza en este momento el pedido.
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