EL PAíS › FRANCO CASTIGLIONI *
Atención a los espacios
Una instantánea de la primera línea del gabinete que hoy entra en funciones, con los posibles candidatos a ocupar áreas clave en los varios ministerios, bien podría ser la del gobierno que hubiese aspirado a identificar como propio un frepasista, en un tiempo no muy lejano, cuando precisamente aquel Frepaso de centro izquierda crecía en las urnas y afirmaba su independencia de los dos partidos tradicionales. En esa hipotética foto su líder Chacho Alvarez hubiese ocupado por carisma, inteligencia y popularidad el papel central que correspondía al fundador del nuevo movimiento. Ese Frepaso era mayoritariamente expresión de peronistas que habían decidido que no se podía seguir transitando un mismo camino junto a Menem y al aparato partidario. Y también en su mayoría lo conformaban quienes habían militado en varias expresiones de la juventud peronista en los años 70, y después en los años 80 habían protagonizado la experiencia de la renovación en el Partido Justicialista. El paralelo entre el Frepaso ya extinguido con la figura del nuevo presidente, como con la del actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, así como el carácter peronista de todo el gabinete pero con notorios casos de peronistas independientes de las facciones del viejo aparato y de convicciones reformistas, echa luz sobre el entramado del país que vivimos y al que Kirchner ha apostado a transformar.
La evidencia indica que ninguna fuerza autónoma de centro izquierda ha logrado consolidarse. Ya sea por errores de su dirigencia –en el balance entre ideología y tiempos para alianzas o, inversamente, en el elogio de la soledad y el sectarismo–, ya sea porque en estos veinte años de democracia el peronismo explotó su capacidad de veto afirmándose con todos los medios a disposición como única fuerza garante del gobierno del país, llegando al extremo de vaciar el sistema político de competidores y de antiguos socios. En apariencia, esta amenaza no debiera inquietar al nuevo gobierno. Además, la forma discrecional de hacer política que ejercitó en Santa Cruz hace del mismo Kirchner un hombre del viejo sistema. Pero por el gabinete que nombró, por el objetivo de construir un país con instituciones y sin injusticias, pero sobre todo por enunciar quiénes son sus adversarios y cómo los va a enfrentar en la gestión de gobierno ya sean empresarios, banqueros o la corporación política y judicial, el presidente ha anunciado que va hacia la confrontación como inevitable frente a las amenazas y advertencias que ya se oyeron. En consecuencia, el vaciamiento del sistema político y el conocimiento de la lógica del peronismo pueden servir de experiencia para evitar que esa confrontación debilite al gobierno, ya este año cargado de elecciones. La relación con el duhaldismo seguramente acompañará al gobierno por un tiempo largo, cuestión de Estado, realpolitik. Entonces, necesariamente, en su estrategia política el Ejecutivo deberá involucrar a los no peronistas precisamente antes de que la competencia electoral haga más rígidas las posiciones. El espacio no peronista ha aprendido a expresarse, a demandar en la calle, a generalizar fácilmente la crítica. Pero en pleno proceso de confrontación (problemas de servicios, huelgas, etc.) si no es convocado por el gobierno en el proceso de reformas, y a la vez informado de sus costos, no sorprendería que quedara disponible a la cultura del antiperonismo.
* Politólogo.