EL PAíS
• SUBNOTA › JUAN GASPARINI, SOBREVIVIENTE Y TESTIGO
“No es un matarife del montón”
› Por Eduardo Febbro
Juan Gasparini no olvida. Ricardo Miguel Cavallo, el torturador argentino detenido en México y ahora en instancias de extradición hacia España, se cruzó en su vida en enero de 1977. Secuestrado, llevado a la ESMA y torturado sin descanso, el periodista argentino fue llevado por Cavallo hasta el domicilio donde residía con su mujer y sus dos hijos para que “entregara” a su familia. Ante la negativa de Gasparini, los agentes de la dictadura asesinaron a su mujer. Diez años después de este hecho, Gasparini fue el primer testigo que reconoció ante el juez español Baltasar Garzón al oficial apodado “Sérpico” que operó en la ESMA. Cavallo “era un joven de sonrisa despectiva, gesto de autosuficiencia y mirada distante”, cuenta Gasparini cuando lo describe. Para él, lo que guarda de Cavallo, alias Sérpico, “es la imagen del infierno”. Gasparini pasó 22 meses secuestrado y ve la decisión tomada por México de extraditar al torturador a España como una victoria de la justicia universal.
–A mucha gente le pareció sorprendente el fallo de la Corte mexicana. Para usted esta medida responde a una línea que ya no se puede cambiar.
–No me sorprendió porque este tema se había venido madurando. La decisión de México es consecuencia de la política del gobierno que ha tenido su influencia sobre la Corte. Desde luego, también está el trabajo efectuado por las ONG y los abogados implicados en este caso que hicieron llegar las argumentaciones jurídicas que facilitaron la decisión. La política inaugurada por el nuevo gobierno de Vicente Fox y, en el caso de los derechos humanos, por quien fue ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, por la jefe de Derechos Humanos, Marie Claire Acosta, facilitó lo que ocurre hoy. Acosta y Castañeda son defensores de todas las tesis de los derechos humanos e hicieron oposición a la dictadura del PRI. Esto es, por lo tanto, la consecuencia de todo un trabajo de persuasión. Hay que saber que este litigio que acaba de resolver la Corte es un litigio entre Cavallo, que está en contra de la extradición, y el gobierno que está a favor. El gobierno sostuvo el pedido de extradición.
–¿Qué inaugura una decisión como ésta? ¿La justicia universal? ¿La justicia sin fronteras?
–Lo que inaugura es que por primera vez un país extradita a una persona a un segundo país por crimen cometido en un tercer país. Esto significa que se borran las fronteras, que no interesa más la nacionalidad de la víctima y el victimario, que todo eso desaparece ante la importancia del crimen: éste es tan atroz que se lo puede juzgar en cualquier lado siempre y cuando los gobiernos que llevan adelante una investigación de este tipo decidan asumir las convenciones internacionales. En ese caso, se trata de la Convención contra el Genocidio.
–En realidad, México hizo lo que no hizo Gran Bretaña con Pinochet.
–Exactamente, es así. Como dijo en una ocasión el juez Garzón, “a nivel judicial el tema Pinochet estaba arreglado. Pero cuando llegaron los políticos lo arruinaron”. Intervinieron las autoridades británicas, el gobierno de Chile y el español. Juntos fraguaron la creencia de que Pinochet no estaba en condiciones mentales como para enfrentar un juicio y lo mandaron a Chile. Ahora no hay eso. Los tres gobiernos concernidos parece que no van a jugar el mismo papel. No creo que el gobierno español ponga trabas y creo que el de México va a ser coherente con lo que hizo hasta ahora. Es obvio que el gobierno argentino podría intervenir, aunque sea tardíamente. Los otros dos intentos de armarle a Cavallo una salida para que sea extraditado a la Argentina fracasaron. Ahora, las nuevas autoridades ya declararon que la Argentina no haría absolutamente nada para trabar la extradición. Sólo queda entonces la ejecución del acuerdo que se dio en la Corte. Lamentablemente, el texto de base del gobiernomexicano reconocía los tres delitos pedidos por Garzón pero la Corte sólo reconoció dos. El delito de tortura no ha sido recogido y es una lástima.
–Su testimonio y el de otras víctimas contradice el argumento de que Cavallo era un cuadro menor. El torturador tuvo tres carreras en una, ocupó un lugar clave en el dispositivo de eliminación de personas.
–Alguna gente que opina de forma superficial alega que Ricardo Cavallo es un matarife del montón, que es un tipo que cumplió funciones grises en la ESMA. Con eso se desvaloriza la importancia que tiene Cavallo. Es un oficial emblemático de la ESMA, cumplió con lo que yo llamo los tres papeles fundamentales que asumían quienes se abocaron a la represión. Tal vez fue el único que cumplió los tres papeles. En la época en que yo estuve secuestrado en la ESMA, 1977-1978, era un oficial operativo permanente, con otros oficiales formaba un núcleo permanente que se dedicaba a secuestrar y a buscar gente para matarla. Esos oficiales permanentes trabajaban junto a oficiales rotativos. Cada 45 días llegaba un nuevo contingente de rotativos, realizaba operaciones de secuestro, volvía a su destino original y era reemplazado por otro contingente. Esto se organizaba así para darle continuidad al mecanismo. Pero para formar a esos rotativos era necesario un equipo de permanentes. Uno de ellos era Cavallo. Este fue el período del almirante Massera como comandante de la Armada. A finales del ‘78 Massera pasa a retiro. A mí me liberan con un grupo de detenidos de la ESMA pero el campo de concentración no se cerró. Vienen otros oficiales, puestos por las nuevas autoridades y es en ese contexto que Cavallo llega como oficial de inteligencia, es decir, como torturador. Los oficiales operativos traían a los detenidos, los oficiales de inteligencia los torturaban para sacarle información. En 1981 le dan el premio y lo mandan como agregado naval adjunto a Francia, donde cumplió funciones hasta 1984, o sea, un año después de que se reinstaurara la democracia. Al final de su mandato, en París como agregado naval adjunto, Francia le otorgó una condecoración oficial. ¡Imagino que en algún momento el Estado francés se la quitará! Estos son los tres papeles de un oficial emblemático que operó en un campo que hizo desaparecer a 5000 personas. Si bien se habla de 30 mil desaparecidos, los indentificados son 11 o 12 mil. Estamos hablando de un campo que tiene en sus espaldas casi la mitad de los desaparecidos. Cavallo no es un matarife del montón.
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