Martes, 23 de abril de 2013 | Hoy
EL PAíS › ONCE AñOS DE PROCESO, UN MES EN LA CáRCEL
El proceso contra el cura Julio César Grassi comenzó en el año 2002, a partir de una denuncia que fue difundida en el programa Telenoche Investiga, que se emitía entonces por el Canal 13 de televisión. El principal denunciante de abuso sexual, desde ese primer momento, fue el chico conocido como “Gabriel”. También aportaron denuncias y llegaron al juicio oral, los denunciantes “Ezequiel” y “Luis”, pero sus testimonios fueron desechados, a la hora de la condena, por el Tribunal Oral 1 de Morón. Grassi fue condenado en 2009 a quince años de prisión sólo por los dos abusos cometidos en contra de “Gabriel”. La sentencia fue ratificada en septiembre de 2010 por la Sala II de la Cámara de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, pero los dos tribunales consideraron que podía seguir bajo el régimen de “libertad vigilada”, sin ir a prisión, como pedían los fiscales y los querellantes.
La primera condena le impuso a Grassi, para seguir en el régimen de libertad vigilada, que tenía prohibido salir del país, debía presentarse el primer día hábil de cada mes ante el Tribunal 1, tener domicilio en la provincia de Buenos Aires y fuera de cualquier sede de la Fundación Felices los Niños. Tenía prohibido ausentarse de su domicilio por más de 24 horas y el compromiso de no presentarse de visita, solo, en ninguna sede de la fundación. Debía hacerlo, en compañía, en el horario de 7.30 a 18.30, de lunes a viernes, y de 7 a 20, los domingos.
También tenía prohibido mantener contactos con personas menores de edad en lugares privados o a solas. Tampoco podía acercarse ni referirse en forma pública a “Gabriel”, “Ezequiel” y “Luis”. Ni podía intentar ningún tipo de comunicación telefónica con ninguno de ellos. En septiembre de 2010, ante un nuevo pedido de fiscales y querellantes para que Grassi fuera preso, el pedido fue rechazado, pero se le agregó a Grassi una nueva restricción: no podía ingresar en la Fundación Felices los Niños, en ninguna de sus sedes, en ningún horario y bajo ningún concepto.
A partir de marzo de 2012, por apenas dos meses, Grassi fue obligado a guardar prisión domiciliaria en su casa de San Justo, en la calle Sarratea, no muy lejos del lugar donde funciona la sede central de Felices los Niños. En ese momento, se le aplicó la penalidad por haber tenido expresiones injuriosas contra “Gabriel”, las mismas por las que ahora fue sancionado por la Sala 1 de la Cámara de Apelación y Garantía de Morón. Sin embargo, a los dos meses, la medida quedó sin efecto y fue apelada, por la querella y la fiscalía, lo que dio lugar a la resolución que ahora pone a Grassi al borde de la prisión efectiva.
Desde que comenzó el proceso judicial en su contra, en 2002, Grassi sólo estuvo preso cerca de un mes, antes de ser condenado. En esa ocasión, incluso, había logrado burlar un primer intento de detención, cuando estaba haciendo declaraciones en otro canal de televisión. Después de esa breve detención, siempre estuvo en libertad vigilada o en libertad domiciliaria.
La libertad de Grassi ha sido cuestionada también por organizaciones de derechos humanos y por el Comité de Seguimiento de la Aplicación del Convenio sobre los Derechos del Niño, que preside Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo. Se han hecho denuncias de todo tipo sobre su supuesta presencia, sin nadie que lo vigile, en distintas sedes de la Fundación Felices los Niños.
En una entrevista publicada por el diario La Nación, el abogado Fernando Burlando había afirmado que se había entrevistado con el cura Grassi, en la Fundación Felices los Niños, junto con Carola Labrador, la mamá de Candela Rodríguez, la niña asesinada en un episodio todavía no esclarecido. Grassi fue, según sus palabras, quien pagó los servicios de Burlando para representar a la familia de la pequeña.
Esta denuncia fue desechada primero por el Tribunal Oral 1 de Morón y luego por la Cámara de Apelación de Morón. Esto se debió a que Burlando negó que la entrevista se haya hecho en la fundación, mientras que la periodista, Romina Manguel, sostuvo que no tenía la certeza de que Burlando haya mencionado la fundación como lugar de encuentro.
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