EL PAíS • SUBNOTA
› Por Horacio Verbitsky
El nuevo jefe de la Sedronar proclamó en la conferencia de Viena el fracaso de la guerra contra las drogas e hizo hincapié en la inclusión social y la coordinación regional. El sacerdote católico Juan Carlos Molina también objetó el “discurso mediático que asocia droga con comisión de delitos, y lo que es peor, con pobreza”. En cambio redefinió que “se trata de pensar en sujetos de derecho”, con una vida construida que “trasciende al consumo de alguna sustancia”. Por eso, la Argentina reivindica “la persecución penal de los eslabones más altos de la comercialización ilícita de drogas y no a sus eslabones más bajos, evitando cualquier estrategia cuyo eje sea la criminalización de la pobreza”. Molina instó a “descolonizar” la mirada sobre las drogas, ya que la Argentina promueve la multilateralidad y “no acepta las intromisiones unilaterales, ni los informes tendenciosos o calificativos o ranking de países”. Molina expuso los instrumentos centrales de su gestión: la Red de voluntariado, con el Estado en un rol articulador y coordinador de esfuerzos; los Centros preventivos locales, lugares de encuentro para acompañar en todas sus actividades a los adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad social, y por ende en riesgo frente al consumo problemático de drogas, y los Centros de Día como espacios de contención, formación y promoción, que funcionan en los lugares con mayores niveles de vulnerabilidad social. A diferencia del clásico dispositivo asistencialista que se limita a evitar el uso indebido de drogas, se considera al sujeto inserto en su comunidad, “buscando establecer lazos de pertenencia con ella y fomentando la apropiación del espacio por parte de todos los miembros”.
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