Lunes, 6 de abril de 2015 | Hoy
Por Por Victoria Ginzberg y Alejandra Dandan
“Decidí ir un día a la ESMA y fui. Entré por la parte de la entrada principal. Y me dijeron que para ir al Casino de Oficiales había que hacer un tour”, dice Javier. “Fui pasando y como veo que ahí no hay nadie, me meto. Entré. Y salió un chico que estaba de guardia, supongo. Y me dice: ‘Usted no puede entrar’. Le dije: ‘Mira, yo nací acá. Me interesaría conocerla’. Llamó a alguien. Y vino una chica de la que me olvidé el nombre. Me saludó y me dijo: ¡Cómo no! Y me hizo ingresar a un tour de una embajada norteamericana o canadiense. Y me colé. Me pareció gracioso porque el tour era inglés. Para mí fue muy interesante porque pude ir viendo los lugares. Ver el lugar donde nací, porque me señalaron especialmente el lugar de los partos. Pensar un poco en el estado mental de mi mamá fue fuerte. Pero estuvo bueno. Me hizo bien. No me fui hecho mierda. Como siento me que hizo bien, que lo había enfrentado. Además vi cosas que me había contado (Vildoza), del lugar de abajo. Dónde estaba el tipo que estaba con los documentos, por ejemplo. Estaba en una parte del sótano. En una de las esquinas. Había un sanatorio y estaba el lugar del cuarto del cuestionamiento, de tortura.
–¿Pasaron por Los Jorges, donde estaba la oficina de Vildoza?
–No pasamos por ese lugar. Caminando por el parque me acordé de que él me contaba que había una muralla. Me contaba que estacionaban los autos atrás para que no se vieran desde Libertador. Me parecía que debió haber sido ese lugar. Fue interesante. Es como verlo desde dos perspectivas distintas.
–¿Cuál de las dos miradas te hace mella?
–Yo creo que la verdad gana para mí; ésa es la elección de vida mía, de toda esta mierda creo que la verdad gana, creo que eso es lo más importante.
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