Por Víctor Mendibil *

Cien jueves ininterrumpidos. Es un hecho y también un símbolo. Cuando el 28 de diciembre de 2001, prácticamente como una continuidad de la pueblada del 19 y 20 de ese mismo mes, fuimos a la Plaza Lavalle a exigir, cacerola en mano, la remoción total de los miembros de la Corte no imaginábamos todo lo que sucedería a partir de allí. Eramos trabajadores judiciales, abogados, militantes de los derechos humanos, estudiantes, desocupados, jubilados, ciudadanos y vecinos en general los que concurrimos para reclamar algo que, en realidad, ya era una consigna de la mayoría de los argentinos. En enero y febrero del 2002 las encuestas revelaron que el 80 o 90 por ciento de la población coincidía con esa demanda.
Después, vivimos con enorme sensibilidad cada una de las alternativas de los juicios políticos contra los ministros de la Corte, pero no cesamos de mantener con firmeza la bandera de la remoción de los miembros del más alto tribunal de la Nación. Ese era y es un primer paso para un cambio del Poder Judicial.
Pero aún es necesario desplazar a todos los ministros de la Corte. Es preciso rechazar el blanqueo de algunos de esos antiguos miembros que son tanto o más responsables que los que integraron la llamada “mayoría automática” del menemismo. Fueron funcionales a esa mayoría y estuvieron lejos de la dignidad de el ex ministro Jorge Bacqué cuando renunció a su alta magistratura, precisamente para no ser funcional a ese tribunal que nació con el Pacto de Olivos.
Todavía está pendiente la reforma profunda de todo el sistema judicial.
¿O acaso muchos otros jueces de la Nación u otros altos tribunales de provincias, como la de Santiago del Estero, estuvieron o están al margen del deterioro y la crisis que afectó y afecta a la Argentina? Muchos de esos Tribunales provinciales han sido peores que la propia Corte menemista. Sería bueno extender a esas instancias los procedimientos de transparencia en la designación de los nuevos magistrados dispuestos por el presidente Kirchner a través del decreto 222.
Por eso los jueves frente a Plaza Lavalle no terminarán. Y aunque ahora ya no se hagan encuestas de opinión sobre el tema, no hay razón ninguna para suponer que aquella mayoría de argentinos que simbolizó en su reclamo de remoción total de los ministros del Poder Judicial haya variado. Al fin y al cabo, los jueves no son de nadie en particular. Son un hecho y un símbolo que expresa esa voluntad de transformación profunda manifestada por los argentinos.
* Cosecretario general de la Federación Judicial Argentina.