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Bergés y Etchecolatz recibirán la condena que esquivaron en 1987
El médico y el oficial de policía habían sido condenados, pero los salvó la Ley de Obediencia Debida. Hoy serán sentenciados a una condena de entre cinco y quince años por robo de bebés.
El Tribunal Oral número uno de La Plata dará a conocer hoy la sentencia contra el ex comisario Miguel Etchecolatz y el médico policial Jorge Bergés. Ambos están acusados por la sustitución de la identidad de Carmen Sanz, quien nació en un campo de concentración de la provincia de Buenos Aires. Los represores fueron beneficiados en 1987 por la Ley de Obediencia Debida. En el caso de Bergés, había sido absuelto por robo de bebés porque faltó una prueba clave: no se había ubicado a los chicos apropiados. Ahora, en cambio, podrían recibir una condena de entre 5 y 15 años de prisión.
Etchecolatz fue director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, mano derecha de Ramón Camps y responsable de los crímenes cometidos en más de 20 centros de detención, entre ellos el Pozo de Banfield. En ese lugar, el 27 de diciembre de 1977, nació Carmen. Su mamá, Aída, había sido secuestrada cuatro días antes. Era una uruguaya que había venido a vivir a la Argentina escapando de la dictadura en su país. Luego del parto, la niña le fue quitada y entregada por Bergés a un matrimonio ajeno a las Fuerzas Armadas. El médico policial firmó la constatación de nacimiento de Carmen y en ese trámite le cambió el nombre por María de las Mercedes Fernández.
La joven recuperó su identidad en 1999. La semana pasada fue uno de los testigos que declaró en las audiencias orales. “Tuve alivio cuando supe que no me habían abandonado”, dijo cuando le preguntaron qué había sentido al enterarse de su historia.
El viernes pasado los fiscales pidieron diez años de prisión para Etchecolatz y Bergés, mientras que los abogados de la Asociación Permanente por los Derechos Humanos de La Plata y de Abuelas solicitaron quince.
Abuelas planteó también al Tribunal que le devuelva a la joven su identidad. “Queremos que se anule la documentación falsa y se le restituya el nombre de Carmen Gallo Sanz, hija biológica de Aída y Eduardo Gallo Castro. Para nosotros el tema de la identidad es fundamental, tal vez más que la condena. Porque si se evalúan las pruebas reunidas en la causa, surge el deber de anular la documentación falsa y restituirle la identidad”, dijo ayer la abogada María Ester Alonso, de Abuelas.
La audiencia de hoy comenzará a las nueve de la mañana. Como en todos los juicios orales, a los acusados se les ofrecerá la oportunidad de decir sus últimas palabras antes de que los jueces dicten la sentencia. Hasta ahora, Bergés no quiso hablar en ninguna de las jornadas del juicio. Etchecolatz sí lo hizo: llamó “lacras” a los desaparecidos y trató de deslindar en los militares la responsabilidad por los crímenes en los que participó durante la dictadura, asegurando que la suerte de los “prisioneros de guerra” estaba en manos del Ejército.
Los defensores pidieron la absolución de los dos acusados. Adolfo Casabal Elía, abogado de Etchecolatz, aprovechó el escenario del alegato para hacer un descargo político en el que no faltaron críticas al Gobierno. En la Casa Rosada “soplan vientos montoneros, los vemos cuando el Presidente toma la ESMA y se perfila detrás de una ideología de derechos humanos y olvida que hay otros derechos humanos, como el de los militares muertos por la subversión”, sostuvo.
Este es el tercer caso de robo de bebés que llega a juicio oral, aunque es el primero en el que no se juzga a los apropiadores directos y sí a los represores que fueron responsables del delito por su acción dentro de los centros clandestinos de detención.
En las audiencias públicas de la semana pasada, varios sobrevivientes relataron al tribunal –integrado por Nelson Jarazo, Carlos Rozanski y Nelson Javier Jarazo–, las condiciones en que Aída dio a luz a su hija y hablaron sobre el rol que tuvo Bergés, quien se ocupaba de las embarazadas y sus hijos.
Beatriz Liliana Bermúdez fue una de las ex detenidas que declaró en el proceso. Contó que a fines de abril del ‘78, mientras estaba secuestrada en el Pozo de Quilmes, pudo hablar con Aída, quien estaba en muy malas condiciones físicas. Aída le dijo que había tenido a una niña. “Te voy a pedir que cuentes que tuve una hija. No sé dónde está porque me la sacaron”, pidió.
Entre los testigos también estuvieron Adriana Calvo, quien relató el papel que había tenido Bergés en los partos de otras detenidas y en el suyo cuando, después de parir en el auto que la llevaba de la Comisaría 5ª de La Plata al Pozo de Banfield, Bergés la obligó a limpiar la placenta y el piso de la sala en la que la habían colocado al llegar al lugar.
También Estela Carlotto aportó una lista con más de quince casos de nacimientos clandestinos en los que tuvieron responsabilidad Etchecolatz y Bergés.
El represor ya ha sido llevado a juicio por algunos de esos casos, incluido el de Carmen Sanz. Fue en el marco de la causa Camps, en la que obtuvo una absolución en 1986. En aquel momento era muy difícil llegar a una condena por robo de bebés porque Carmen no había sido encontrada, no había pruebas del delito. Su identificación, señalan los abogados de Abuelas y de la APDH de La Plata, fue uno de los elementos cruciales para que esta vez haya una posibilidad de justicia.
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